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Como en un Espejo
Domingo 27º del Tiempo ordinario. Mt 21,33-43
2 de octubre de 2011
No es fácil saber presentar una crítica ante algo realmente corregible o mejorable. De hecho, a
veces nos sorprendemos con un juicio que en su desmedida presentación asusta o bloquea a la persona
que se quería justamente corregir. En este sentido sorprende la habilidad de Jesús al plantear la crítica
hacia los que tanto dejaban que desear como pastores y responsables del Pueblo escogido. Ha bastado
narrar una "inocente" parábola para que ellos se autoinculpasen sin darse cuenta. En vez de demostrar la
fealdad de sus rostros de un modo directo a quienes eran menos agraciados en belleza, el Maestro les
asomó a una fealdad aparentemente ajena, y cuando ellos estaban suficientemente hartos de tan pérfida
visión, les espetó: bien, pues... sois vosotros, ya que la ventana no es una ventana sino un espejo.
El ejemplo de Jesús no es un cuento duro e injusto que provoca la solidaridad incondicional con las
víctimas del escenario parabólico, sino que se trata de la narración anticipada de su propia biografía, de la
completa historia de la salvación. Y en ésta no sólo están los judíos y sus desmanes, sino también estamos
los cristianos con los nuestros correspondientes. Dios ha soñado un mundo diferente, tremendamente
distinto del que ahora vemos y sufrimos, y en el que fenecen de mil modos los menos favorecidos de la
tierra. Por eso hemos de estar muy atentos para no arrinconar ni silenciar a los mensajeros de Dios que nos
recuerdan con sus anuncios y sus denuncias la historia por Él soñada.
Pero hay muchas maneras de estropear la viña de Dios y de matar a sus mensajeros. El proyecto de
Dios, su Reino, queda sin realizarse, bien porque se confunde con el propio proyecto (fariseos y saduceos)
o bien porque se ignora completamente el de Dios (pecadores públicos y privados).
La Iglesia, como nuevo Pueblo de Dios, está llamada a mostrar el Reino de Dios, ser un espejo en
el que el mundo pueda mirarse. Es decir, cada una de las comunidades y cada uno de los cristianos,
estamos llamados a anticipar en nosotros y entre nosotros lo que sería el mundo entero si aceptase la
manifestación de Jesucristo, su Palabra y su Persona. La Iglesia no es el Reino de Dios, pero está dentro
de ese Reino y forma parte de él. Si el Reino de Dios es el mundo nuevo en el que habita la justicia y la paz,
la verdad y la misericordia, la bondad y la belleza, la luz y la gracia, nosotros estamos llamados a
proclamar ese Reino desde los gestos cotidianos que nos hacen ser lámpara sobre el candelero y ciudad
sobre el monte: esto es la Iglesia, para que los demás viendo en nosotros la obra de Dios, glorifiquen a
Dios y realicen su proyecto.
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo