"El que los escucha a ustedes me escucha a mí: el que los rechaza a ustedes me
rechaza a mí”
Lc 10, 13-16
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
POR ESO DEBEMOS ACOGER DE BUEN GRADO A QUIEN NOS EXHORTA A LA
CONVERSIÓN
Las dos lecturas litúrgicas tienen en común un evidente rasgo penitencial. La constante
conversión requerida por el discipulado exige que la dimensión penitencial esté siempre
presente en nuestra vida cristiana. El durísimo juicio emitido por Jesús sobre las ciudades del
lago constituye también una severa advertencia para quienes leemos la palabra del Evangelio,
a fin de que no nos endurezcamos ni cerremos nuestro corazón a una verdadera escucha de la
Palabra. Seremos más imperdonables que Sodoma y Gomorra, y mas incrédulos que Tiro y
Sidon si, habiendo encontrado la alegre noticia, permaneciéramos extraños, alejados, cerrados
en nosotros mismos. Por el contrario, tanto el profeta Baruc como la enseñanza de Jesús nos
invitan a que seamos capaces de confesar nuestro pecado, reconociendo al mismo tiempo la
fidelidad y la misericordia de nuestro Dios.
Por eso debemos acoger de buen grado a quien nos exhorta a la conversión, haciéndonos
constatar nuestros pecados e incitándonos a cambiar de vida. En los profetas, que a menudo
nos resultan incómodos, la Palabra bíblica nos hace reconocer la voz de Dios, que nos habla y
no quiere humillamos de manera gratuita o deprimimos, sino indicamos el único camino de
salvación. Éste es el de una incesante búsqueda de conversión y una lucha tenaz contra las
fuerzas destructoras del pecado: “Cada uno de nosotros ha seguido los proyectos de su
obstinado corazón dando culto a otros dioses y ofendiendo al Señor, nuestro Dios, con su
conducta”
ORACION
Oh Dios, Padre nuestro celestial, te damos gracias por haber reconciliado contigo el mundo a
través de Jesucristo y por habernos regenerado con el poder del Espíritu Santo.
Jesucristo, te damos gracias por habernos llamado a la reconciliación, al servicio de tu Palabra
y del prójimo, por amor a la creación de Dios. Te damos gracias porque haces posible la
reconciliación con nosotros mismos, para que, con un sentido de responsabilidad y de coraje,
podamos poner aparte el pasado y mirar hacia el futuro que tú nos das.
Oh Dios, te damos gracias porque vas tejiendo con paciencia la trama de tela para la paz, la
concordia, la unidad entre las personas y en la vida de nuestras comunidades cristianas. Te
damos gracias también por el día en que, por obra del Espíritu Santo, todos seremos acogidos,
reconciliados contigo, en tu morada. Amén.