Sábado 01 de Octubre de 2011
Sábado 26ª semana de tiempo ordinario 2011
Baruc 4,5-12.27-29
Ánimo, pueblo mío, que llevas el nombre de Israel. Os vendieron a los
gentiles, pero no para ser aniquilados; por la cólera de Dios contra vosotros os
entregaron a vuestros enemigos, porque irritasteis a vuestro Creador, sacrificando
a demonios y no a Dios; os olvidasteis del Señor eterno que os había criado, y
afligisteis a Jerusalén que os sustentó. Cuando ella vio que el castigo de Dios se
avecinaba dijo: "Escuchad, habitantes de Sión, Dios me ha enviado una pena
terrible: vi cóm el Eterno desterraba a mis hijos e hijas; yo los crié con alegría, los
despedí con lágrimas de pena. Que nadie se alegre viendo a esta viuda abandonada
de todos. Si estoy desierta, es por los pecados de mis hijos, que se apartaron de la
ley de Dios. Ánimo, hijos, gritad a Dios, que el que os castigó se acordará de
vosotros. Si un día os empeñasteis en alejaros de Dios, volveos a buscarlo con
redoblado empeño. El que os mandó las desgracias, os mandará el gozo eterno de
vuestra salvación."
Salmo responsorial: 68
R/El Señor escucha a los pobres.
Miradlo, los humildes, y alegraos, / buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.
/ Que el Señor escucha a sus pobres, / no desprecia a sus cautivos. / Alábenlo el
cielo y la tierra, / las aguas y cuanto bulle en ellas. R.
El Señor salvará a Sión, / reconstruirá las ciudades de Judá, / y las habitarán
en posesión. / La estirpe de sus siervos la heredará, / los que aman su nombre
vivirán en ella. R.
Lucas 10,17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a
Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre." Él les contestó:
"Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para
pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño
alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad
alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo."
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, esclamó: "Te doy
gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a
los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre,
porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce
quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el
Hijo se lo quiere revelar." Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "¡Dichosos
los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes
desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron."
COMENTARIOS
Jesús, después de recibir de vuelta a los setenta y dos, se alegra de que Dios
haya mostrado todas esas verdades a los sencillos. Pero, ¿quiénes sino los sencillos
podrían tener el corazón presto a recibir el mensaje?
Los grandes dignatarios están ocupados en mantener sus asuntos del estado
terrenal pasando por encima de la dignidad de sus súbditos; los que se dicen sabios
se preocupan de mantener su distancia del común de los humanos, de modo que
sus conocimientos sean su secreto y su fama; los ricos terratenientes se preocupan
de cuántos graneros necesitan construir y cuántos asalariados mal pagados harán
el trabajo.
Sin embargo, el ser humano que no se afana en lo terreno, que está liberado
de las anclas del tener, poseer o parecer, escucha y ve lo que los profetas y reyes
quisieron ver y escuchar y no vieron ni escucharon.
Porque lo importante, lo que todos desean poder encontrar es la salvación
que viene de la capacidad de percibir las huellas del paso de Dios en sus vidas y en
la historia, y la posibilidad de estar listos a responder al llamado, dando testimonio
de los dones recibidos.
Juan Alarcón, s.j..
(Extracto de servicios KOINONÍA)