EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 12,39-48.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no
dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora
menos pensada".
Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para
todos?".
El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá
al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?
¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los
servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse,
su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la
misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y
no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.
Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos
severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió
mucho, se le reclamará mucho más.
Leer el comentario del Evangelio por
Beato John Henry Newman (1801-1890), presbítero, fundador de
comunidad religiosa, teólogo
PPS, t. 4, Nº 22
«Estad preparados»
Nuestro Señor nos ha hecho esta advertencia en el momento en que estaba a
punto de dejar este mundo, por lo menos de dejarlo visiblemente. Preveía los
cientos de años que podían transcurrir antes de su retorno. El conocía su propio
destino, el del Padre; dejar gradualmente este mundo y su propio curso, retirando
poco a poco las prendas de su presencia misericordiosa. Preveía el olvido en que
caería, incluso entre sus discípulos...Preveía el estado del mundo y de la Iglesia tal
como los vemos hoy, donde su ausencia prolongada ha hecho creer que ya no
volvería nunca más...
Hoy, nos susurra al oído con gran misericordia que no nos fiemos de aquello
que vemos, que no participemos en la incredulidad general, que no nos dejemos
arrastrar por el mundo, sino de «velar y orar en todo tiempo» (Lc 21,36) y de
esperar su venida. Este aviso misericordioso tendría que estar siempre en nuestro
corazón por ser tan necesario, solemne y urgente.
Nuestro Señor había anunciado su primera venida; y sin embargo, fue una
sorpresa cuando apareció. Volverá de modo más imprevisto aun en su segunda
venida, sorprenderá a los hombres, pues no ha dicho nada sobre el espacio de
tiempo que media antes de su vuelta y nos encomienda la vigilancia y la guarda de
la fe y del amor. .. No debemos sólo creer sino velar; no sólo amar sino velar; no
sólo obedecer sino velar. Velar ¿por qué? Por el gran acontecimiento de la venida
de Cristo. Nos parece un deber particular esta invitación a velar, no sólo creer,
temer, amar y obedecer, sino también velar; velar por Cristo, velar con Cristo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”