EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 7,18-25a.
Porque sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de
hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo.
Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.
Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que
reside en mí.
De esa manera, vengo a descubrir esta ley: queriendo hacer el bien, se me
presenta el mal.
Porque de acuerdo con el hombre interior, me complazco en la Ley de Dios,
pero observo que hay en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón
y me ata a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Ay de mí! ¿Quién podrá librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte?
¡Gracias a Dios, por Jesucristo, nuestro Señor! En una palabra, con mi razón sirvo a
la Ley de Dios, pero con mi carne sirvo a la ley del pecado.
Salmo 119(118),66.68.76.77.93.94.
Enséñame la discreción y la sabiduría, porque confío en tus mandamientos.
Tú eres bueno y haces el bien: enséñame tus mandamientos.
Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste.
Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré, porque tu ley es toda mi alegría.
Nunca me olvidaré de tus preceptos: por medio de ellos, me has dado la vida.
Sálvame, porque yo te pertenezco y busco tus preceptos.
Evangelio según San Lucas 12,54-59.
Dijo también a la multitud: "Cuando ven que una nube se levanta en occidente,
ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo
entonces no saben discernir el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?
Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un
acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez
te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo".
Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II
Carta Apostólica «Novo millennio innuente» § 33 (trad. © Libreria Editrice
Vaticana)
Los signos de los tiempos en que estamos
¿No es acaso un « signo de los tiempos » el que hoy, a pesar de los vastos
procesos de secularización, se detecte una difusa exigencia de espiritualidad, que
en gran parte se manifiesta precisamente en una renovada necesidad de orar?
También las otras religiones, ya presentes extensamente en los territorios de
antigua cristianización, ofrecen sus propias respuestas a esta necesidad, y lo hacen
a veces de manera atractiva. Nosotros, que tenemos la gracia de creer en Cristo,
revelador del Padre y Salvador del mundo, debemos enseñar a qué grado de
interiorización nos puede llevar la relación con él.
La gran tradición mística de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente,
puede enseñar mucho a este respecto. Muestra cómo la oración puede avanzar,
como verdadero y propio diálogo de amor, hasta hacer que la persona humana sea
poseída totalmente por el divino Amado, sensible al impulso del Espíritu y
abandonada filialmente en el corazón del Padre. Entonces se realiza la experiencia
viva de la promesa de Cristo: «El que me ame, será amado de mi Padre; y yo le
amaré y me manifestaré a él» (Jn 14,21)...
Sí, queridos hermanos y hermanas, nuestras comunidades cristianas tienen
que llegar a ser auténticas «escuelas de oración», donde el encuentro con Cristo no
se exprese solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias,
alabanza, adoración, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el «arrebato
del corazón». Una oración intensa, pues, que sin embargo no aparta del
compromiso en la historia: abriendo el corazón al amor de Dios, lo abre también al
amor de los hermanos, y nos hace capaces de construir la historia según el designio
de Dios.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”