VII TIEMPO ORDINARIO CICLO C

DEL HOMBRE NATURAL AL SER HUMANO COMO JESÚS.

Pablo subraya la diferencia entre “hombre natural” el que destruye y agrede, el que por las redes señala delitos sin pruebas, falsas noticias, mentiras e insultos; retrasmiten con agrado lo que a ellos no les consta, se imaginan que el “otro” es un enemigo para combatir; ¡y que bueno “hacerlo desaparecer”! El odio es lo que con mayor claridad representa el sentido letal del hombre natural y el “hombre celestial”.

El mal que está en nosotros cuando se convierte en daño al “otro”, incide como pecado en nuestra propia existencia y en la vida de los demás.

Las lecturas de hoy son oferta de discernimiento de lo que nos está ocurriendo, a la luz de la fe. La libertad de expresión sin ética del discernimiento es un golpe mortal a la misma libertad absoluta. Según lo anterior estamos en el primer Adán, el Antiguo testamento. Pablo dice que estamos en el primero que fue Adán, Dios lo hizo un hombre con vida, al final, al nuevo hombre que es Cristo, lo hizo espíritu que da vida. Lo primero no fue este espíritu sino un hombre natural. Este Espíritu vino después. El primer hombre formado de la tierra, era terreno. El segundo hombre es celestial (palabra para distinguirlo de la tierra). Podemos llamarlo humano “Así como llevamos impreso los rasgos del hombre terreno, podemos llevar impresos los del hombre celestial (humano). Ese es el sentido de la encarnación: que Dios siendo Dios se hizo humano en Jesucristo que ha sido el hombre más humano; para enseñarnos a ser humanos como Él.

¿PORQUE DAVID PERDONA A SAÚL?  

Lo anterior se puede explicar en forma más viva con la primera lectura; cuando Saúl con un grupo de hombres buscaba a su rival David para matarlo; David, por el contrario, prepara una incursión de sorpresa, por la noche al campamento enemigo para encontrarse con Saúl. Cuando lo encontraron dijo Abisal a David: “Hoy te puso Dios a tu enemigo en las manos”. Pero ¿no vayas a matarlo? Porque nadie puede atentar contra el ungido del Señor. Entonces David se devolvió; tomó la lanza y la jarra de agua, que estaban en la cabecera de Saúl. Cuando estaban a distancia David gritó: “Que venga alguno de sus servidores a recoger la espada; porque el Señor premia al que es honrado y leal. Te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor” (primera lectura).

La historia de David y Saúl esta insertada en el contexto de compasión para el perdón    

SER HUMANO ES AMAR A LOS DEMÁS

Para Lucas en la época de Jesús sus enemigos eran: aquellos que lo odiaban y calumniaban, lo golpeaban, tergiversando sus palabras y acciones; o perseguían las comunidades cristianas. La crítica de una ley proporcional al delito fue abolida por Jesús con el mandamiento de “amar a vuestros enemigos, haced bien a aquellos que os odian”. En eso consiste, lo inusual, el escándalo, la paradoja; porque es la respuesta cristiana del amor, pero desde el punto de vista de ser humano. La originalidad termina pidiéndonos a los creyentes considerar como prójimo a quienes en cualquier forma sentimos que nos persiguen.

POR AMOR MARCÓ A CAÍN EL FRATRICIDA

El evangelista Lucas no corre el riesgo humano de “conquistar” al adversario amándolo; ese no es el camino de llegar a ser hijos de Dios.

El comportamiento de Dios, la compasión por todos, es la razón del amor cristiano “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas” (Sal 102).

Lucas nos invita a reproducir el modo de amar de Dios; en un tratamiento a los demás compasivo, benévolo y misericordioso. Si el enemigo es nuestro más próximo, prójimo, es porque el Señor no quiere enemigos vencidos sino amados para que sean redimidos. El enemigo no solo se salva cuando Abel encuentra en la muerte su paz; sino cuando a Caín se le recupera la dignidad humana, el ser hijo de Dios, gracias a la compasión como signo de amor. “El señor dijo a Caín ¿dónde está Abel tu hermano? Contestó, no sé, soy yo acaso el guardián de mi hermano” Luego del fuerte rechazó de Yahvé, respondió Caín: “Mi culpa es demasiado grave para soportarla” y le respondió el Señor: “No es así. El que mate a Caín lo pagará multiplicado por siete. Y el señor marcó a Caín para que no lo matara quien lo encontrara”. (Gn 4,9-15).