DOMINGO 8º. ORDINARIO, CICL C.
Aquel que me trasquiló a mí, tiene
tijeras para ti
Ya en las
inmediaciones de la Cuaresma, tiempo de conversión, de penitencia y de mucha
esperanza por la resurrección del Señor, hoy el texto evangélico de San Lucas,
que todavía nos trae las últimas enseñanzas del sermón de la montaña, nos
invita a examinar seriamente nuestra actitud ante las personas entre las que
vamos desarrollando nuestra vida. Por supuesto que Cristo emplea el lenguaje
propio de su tiempo, que nosotros tenemos que ir “traduciendo” a nuestra propia
manera de ser y de expresarnos.
Comienza diciendo el Señor que tenemos que
darnos cuenta de nuestra actitud que tiene que ser de sencillez y de ninguna
manera de preponderancia ni de imposición, dado el ejemplo clarísimo con lo
cual Cristo ejemplifica para nosotros: si un ciego pretende guiar a otro ciego,
ambos caerán al precipicio. Los mismos niños lo notan en la vida familiar, si
los padres quieren guiarlos con mentiras, con falsedades, con engaños a los
demás, ahí están ellos para juzgarnos y tomar nuestro ejemplo con lo que habrán
errado el camino y para siempre, pues los niños tienen una gran capacidad
retentiva. Lo que captaron de niños, lo retendrán por toda la vida. Luego
Cristo nos invita a proceder con suma humildad, desistiendo de posiciones que
están fuera de nuestro alcance y que de otra forma nos harían ver como
impostores: “el discípulo no es superior
que su maestro, pero cuando termine su aprendizaje será como su
maestro”.
Luego Jesús,
repara en algo que nos evitaría muchos problemas, si tomáramos en cuenta su
mensaje, pues cada vez que te acerques a tu hermanos en plan de corrección,
antes tendrás tú que haber tentado tu corazón, pues a lo mejor resulta que en
tu actuación andas peor que el hermano al que tratas de corregir: ¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano,
si no has visto la viga que llevas en tu propio ojo?” comienza entonces por
quitar tus propios defectos, enmendar tu propia vida, para que luego, con la
humildad requerida y con una fuerte dosis de sinceridad y de amor al hermano,
podrás invitarlo a cambiar de vida para caminar juntos en este ambiente en el
que el Señor nos ha colocado.
Y en seguida
Cristo, se detiene invitando e echar un vistazo a nuestro interior, pues ya
conocemos que de lo que llevas en el corazón estarán llenas tus obras, no puede
ser de otra forma, es muy claro el ejemplo que Cristo emplea, el de los
árboles: “No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que
produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos, no se recogen
higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice
cosas buenas, porque el bien está en su corazón, el hombre malo dice cosas
malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está
lleno el corazón”.
Qué
bueno que estas enseñanzas nos
lleguen precisamente en vísperas de comenzar el tiempo de Cuaresma, con un
gesto que o bien es un símbolo de conversión, de penitencia y de cambio de
vida, o se convierte en una señal de hipocresía y de mentira: la toma de la
ceniza.
Y vienen
señales también que tenemos que examinar, porque los famosos viernes de
cuaresma, que debían ser días de verdadera penitencia y de abstinencia, se
convierten en verdaderos banquetes, pues circulan por la mesa de todos los
mexicanos, todas esas linduras con lo
que nos hacemos la ilusión de que ayunamos
cuando se oye hablar muy cierto de “las siete cazuelas de los viernes de
cuaresma”, mientras que otros cristianos a lo mejor no tiene pan para llevar a
sus bocas.
Y no digamos
de aquél día en que los cristianos, lejos de detenerse para tener un verdadero
encuentro con el Señor, en el silencio, en el recogimiento y en la oración, nos
empeñamos en correr de un templo a otro, causando atropellos, empujones y
muchas sobadas a las damas, aprovechando los tumultos que se forman en las puertas
de las iglesias por pretender entrar todos al mismo tiempo al interior del
templo, a la visita a las 7 casas.
Que esta
cuaresma que comenzamos esta semana, sea un verdadero tiempo de búsqueda, de
acogida y de un verdadero encuentro con Cristo que nos invita a avanzar en el
camino tomados de su cruz, para que también por él seamos levantados hasta
gozar de su propia resurrección.
Si mi mensaje
te ha sido de utilidad, invita a tus hermanos a que conozcan su contenido, a lo
que te invita el P. Alberto Ramírez Mozqueda, que
está en alberami@prodigy.net.mx