DOMINGO VIII TIEMPO ORDINARIO CICLO C  

 

DISCERNIMIENTO

 

Se nos está acabando el discernimiento; al punto que ya son pocas las personas que conocen el sentido literal de la palabra y menos su contenido para el buen sentido de la vida. La identidad o autenticidad de alguien se valora por los criterios en el comportamiento de la vida diaria; las acciones son el fruto que dejan percibir si hubo o no discernimiento; es decir la calidad o deficiencia del árbol. Esta es una de las bases de la literatura sapiencial en la biblia. En la primera lectura del libro de Sirácida (El abuelo había escrito en lengua hebrea; el nieto de Ben Sira escribió en griego 132 a.C.), tuvieron la originalidad desde la revelación de poner la Palabra como criterio de discernimiento y revelación de todo cuanto Dios quería para la felicidad del hombre. La palabra no es solo una voz que se la lleva el viento; sino que la palabra se hace carne para que el hombre se reconozca a sí mismo en los sentimientos, el amor, la esperanza, sus proyectos, su familia y en la relación con los demás. “La palabra es un cedazo que puede mostrar el lado flaco del hombre. Las vasijas se prueban en horno; y el horno que prueba al hombre es su lenguaje, la palabra refleja la cultura como signo del cultivo del árbol. Antes de escuchar no se debe elogiar a nadie porque solo después de hablar se sabe lo que vale” (primera lectura).

 

NUESTRO DISCERNIMIENTO ES JESÚS

 

El evangelio continúa con el discernimiento mostrando a Jesús como maestro; es su persona, es su vida, su palabra; el texto es Él mismo; por lo tanto, propuesta de imitación y estilo de vida. Si es maestro se puede vivir como Él y con Él lo cual no es obligatorio para un profesor; basta que de bien las lecciones y tenga una vida ejemplar; sin necesidad de vivir en medio de sus alumnos. “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo? El discípulo no está sobre el maestro. Lo que podrá hacer al terminar su formación, será igualarme” (evangelio).

 

LOS PREJUICIOS PARA EL DISCERNIMIENTO

 

“¿Cómo es que ves la basura en el ojo de tu hermano; y no adviertes la viga que hay en el tuyo?” Hay que quitar primero la viga para luego sacar la basura ajena. Las trabas de la percepción de la otra persona, es decir, nuestros prejuicios de toda índole, nos impiden verlo como hermano, porque en su interior esta Dios; y a Dios hay que buscarlo donde vive. A este encuentro es al que se puede llamar con toda precisión: conversión; las obras de compasión y gratuidad con los demás, que nos identifica con la fe. Esta es la verdad en que hay que vivir como creyentes para no confundirla con la religión. “Y pare de contar… como dice la gente”.

 

El segundo criterio del discernimiento es la metáfora del árbol y sus frutos en relación al comportamiento humano; referidos en la primera lectura.

 

El CULMEN DEL DISCERNIMIENTO.

 

El discernimiento sobre la muerte mirada desde la resurrección de Jesús es el mayor don que nos ha hecho Dios. Pablo nos lo comparte diciendo: “La muerte ha sido vencida. Muerte ¿dónde está tu victoria? ¿Dónde está muerte tu veneno?”.

 

El problema de la muerte ya ha sido resuelto, solo falta que hagamos como nuestra la victoria de la resurrección sobre la muerte.” Demos gracias a Dios que nos concede la victoria por nuestro Señor Jesucristo”. Esto se dará cuando este cuerpo corruptible se revista de incorrupción, y este cuerpo inmortalidad se revista de inmortalidad” (Evangelio).