Responsabilidad universal
Somos como piezas de un reloj. O como le gusta a Pablo decir: Somos
miembros de un cuerpo. Somos un mundo de relaciones, intercomunicados,
interdependientes, en un juego de roles y funciones en cadena, en armonía. Es
la gran sinfonía de la creación. Y ahí, cada uno, instrumento y nota definida
en pentagramas de escalas y ritmos acelerados, vamos aportando, recibiendo y
compartiendo nuestro destino común.
Sufrimiento, dolor, gratuidad, muerte y vida, celebración y fiesta, forman
un todo, indivisible, compacto, de realización y cumplimiento, visión y sueño,
cruces y utopías, crecimiento y madurez en humanidad. Jesús vino a darle
plenitud a este proceso, inyectándole una novedad: la comensalidad universal. O
la fraternidad universal.
El dolor del pueblo Hebreo es escuchado por el Dios nuestro y se han
conmovido sus entrañas ante su grito lastimero. Moisés asumirá la gran
responsabilidad de liberarlos de tal esclavitud. No será tarea fácil. Convencer
a los tiranos ha sido siempre un imposible del tamaño de la pequeñez de su
corazón obstruido y carcomido de soberbia. Todo camino de liberación es largo,
penoso, inédito.
El evangelio nos llama a sentir y compartir el dolor de los demás. Somos
responsables en toda esta andadura. Ni los que caen, ni los que culminan son
mejores. Todos estamos llamados a vivir en intensidad la conversión, conversión
al hermano y hermana, conversión a la solidaridad universal. Construir un mundo
humano y fraterno es responsabilidad universal. Sólo así, este mundo cambiará.
El futuro será un derecho de todos, todas.
Cochabamba 24.03.19
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com