CUARESMA – DOMINGO I C
(10-marzo-2019)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Cuaresma,
tiempo de encuentro con nosotros mismos
ü Lecturas:
o Deuteronomio
26, 4-10
o Carta
de san Pablo a los Romanos 10, 8-13
o Lucas
4, 1-13
ü El
Miércoles de Ceniza comenzó la Cuaresma, que es la preparación para las
celebraciones de la Pascua del Señor: pasión, muerte, resurrección y ascensión.
El nombre de este tiempo litúrgico – Cuaresma - tiene un profundo significado
simbólico pues recuerda los 40 años de peregrinación de Israel hacia su
liberación; hace alusión a los 40 días que Jesús pasó en el desierto como
preparación para su misión y donde fue tentado por el demonio.
ü Como
pueblo de Dios que peregrina, los bautizados dedicaremos las semanas siguientes
a reflexionar y a encontrarnos con nosotros mismos. Para expresar el alcance de
esta experiencia que nos espera, digamos que entramos en un periodo de revisión y mantenimiento,
como lo hacemos con los vehículos, con la maquinaria industrial y con los
equipos domésticos como son la nevera, el fogón y demás utensilios que nos
hacen más amable la vida. Si no hacemos la revisión y mantenimiento de los
equipos, el daño será muy grande y los gastos de reparación se multiplicarán.
ü La
Cuaresma es, pues, un tiempo de reflexión. Los invito a entrar en modo de revisión y mantenimiento. Esto, ¿qué significa?
o Durante
las próximas semanas, sacaremos tiempo para revisar nuestro proyecto de vida: ¿Cómo
estamos actuando como miembros de una familia, como ciudadanos, como bautizados?
¿Nos contentamos con cumplir las obligaciones básicas? Recordemos que si nos
quedamos con el cumplimiento de los mínimos, la rutina irá asfixiando al amor,
nos robará las energías y nos empujará a la mediocridad.
o Esta
atmósfera de reflexión se expresa, de alguna manera, en la celebración de la liturgia
dominical, pues no se entona el himno del Gloria, el cual volverá a resonar en
la vigilia pascual; tampoco recitamos el Aleluya; y los ornamentos son de un
adusto color morado.
o Los
textos litúrgicos de la Cuaresma son un llamado a la conversión y nos invitan a
acompañar al Señor en su camino hacia Jerusalén, donde dará su vida por nosotros.
ü Después
de estos comentarios que nos ayudan a ubicarnos en el tiempo litúrgico, los
invito a explorar la primera lectura, tomada del libro del Deuteronomio. Allí
vemos a Moisés que conversa con su comunidad y le da instrucciones muy precisas
sobre la celebración de un rito de acción de gracias y reconocimiento que, sencillo
en su estructura, tiene un profundo significado:
o Los
gestos prescritos por Moisés son muy simples: El sacerdote colocará ante el
altar una canasta con los primeros productos de la cosecha, como expresión de
agradecimiento y de reconocimiento como Señor del universo, pues todo lo creado
es suyo y los seres humanos somos simples administradores de la casa común.
o Luego
vienen unas palabras de hondo significado; se trata de una breve síntesis de la
historia de Israel; en primer lugar, se hace una referencia a sus raíces como
pueblo (“mi padre fue un arameo errante que bajó a Egipto”); luego, en pocas
palabras recapitula los momentos de luz y sombra vividos en Egipto; a continuación,
hace referencia a la peregrinación por el desierto donde el Dios de la alianza
fue su guía y protector; finalmente, el asentamiento en la tierra prometida.
o Es
muy interesante subrayar cómo el pueblo de Israel continuamente hace referencia
a los momentos decisivos de su historia. Así cada generación se sentía partícipe
de esta epopeya salvífica y la asumía como propia.
o En
la tradición bíblica y en la liturgia, la palabra memorial no significa una recordación simplemente anecdótica y
pintoresca de un pasado remoto, sino que el memorial significa apropiarnos hoy
de ese pasado que sigue estando presente y actuante en nuestras vidas.
ü ¿Qué
nos dice hoy este texto del viejo libro del Deuteronomio? Es una motivación a
releer, en este tiempo de Cuaresma, nuestra propia historia, a imitación de Moisés
que relee la historia vivida por su pueblo. De esta manera, podremos asumir responsablemente
lo positivo y lo negativo que hemos vivido como miembros de una familia, como
ciudadanos y como creyentes. Igualmente, esta relectura nos dará la oportunidad
de dar gracias por tantos momentos maravillosos que hemos experimentado, reconocer
los dones de Dios, y asumir con paz y espíritu de conversión aquellos capítulos
oscuros y dolorosos. Esta relectura no es para quedarnos atascados en el pasado
sino para avanzar hacia el futuro con optimismo.
ü Imitando
a este sacerdote del Deuteronomio, depositemos en una canasta lo bueno, lo malo
y lo feo de nuestras vidas, y acerquémonos al altar del Señor para pronunciar una
oración de acción de gracias y una petición confiada para superar nuestras negatividades.
ü Este
ejercicio que propone Moisés a su comunidad es un referente para este tiempo de
Cuaresma:
o Hagamos
un alto en el camino en medio de la agitación en que vivimos.
o Traigamos
al presente nuestra historia. Hagamos memoria de los actores principales que
han participado en ella; identifiquemos los momentos más intensos que nos han
marcado; tomemos conciencia de la forma como Dios se ha ido manifestando y nos
ha mostrado el camino; elaboremos los duelos que tengamos pendientes y miremos
hacia el futuro con paz, dejándonos llenar del gozo del Evangelio. Después de esta
reflexión, podemos volver a recitar algunos versículos del Salmo 90, popularmente
identificado como el salmo de la
protección, en el cual expresamos nuestra total confianza en el Señor:
“Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti. No se te acercará la
desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda”.