COMPARTIENDO EL EVANGELIO

Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia

(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires)

 

Domingo primero de Cuaresma, Ciclo C

 

Evangelio según San Lucas 4,1-13

 

Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan". Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan". Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá". Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto". Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra". Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios". Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.

 

CUARESMA: CONVERSION, ORACION, CARIDAD

 

Estas son las famosas tentaciones que el Señor permitió padecer en el desierto. El desierto es un lugar de silencio, de grandes y también de hostilidad; allí se vive a la intemperie donde las cosas se sienten y se perciben con mayor intensidad: el calor, el sol, el viento, el frio, el hambre, la sed, la soledad. El Señor permite ser tentado porque es un misterio; el verdadero Dios y verdadero hombre asumió nuestra naturaleza en todo, hasta la tentación pero menos en el pecado.

 

El Señor es Señor pero ¿qué intenta el maligno, el demonio, el malo? Intenta abatirlo, intenta destruirlo, intenta sacarlo del camino, que no llegue a destino, que no cumpla con la voluntad del Padre.

 

Lo quiere sacar, lo quiere desproyectar, lo quiere desbarrancar y por eso le propone las tres cosas: la carne, la riqueza y el poder, pero el Señor dice “sólo al Señor adorarás”; el Señor no tranza, no negocia, no acepta, no permite.

 

Esto es muy importante porque todos nosotros pasamos por momentos de mucha dificultad. Y ciertamente en la vida, en un momento, uno es tentado. Hay una lectura bíblica que dice “si quieres servir al Señor, prepárate para la prueba”; es decir que si quieres seguir al Señor vas a ser probado como el oro que se prueba en el crisol para que siga siendo más oro, para que tenga mayor pureza.

 

No hay que asustarse de las tentaciones; cuando eso sucede lo que hay que pedir, escuchando con atención la Palabra de Dios -y esto es lo más importante-, es que uno se pueda convertir, que uno pueda vivir en oración y la oración es reconocer que Dios está, es pedir fuerza para poder seguir dando y permaneciendo en el Señor. Esa atenta escucha de la Palabra de Dios, esa conversión, esa oración, también nos permite vivir la caridad fraterna para que seamos íntegros en todo nuestro desarrollo.

 

Queridos hermanos, tomemos decisiones, no nos asustemos de la tentación porque, si estamos leyendo y escuchando la Palabra de Dios, si estamos atentos a la oración y tenemos caridad en serio, nuestra vida será auténticamente humana y auténticamente plena como cristianos.

 

Que en esta Cuaresma estemos atentos no a la tentación sino atentos al Señor que es Dios y que Dios siga siendo Dios en nuestra vida.

 

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén