COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones
de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas
por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Domingo Segundo de Cuaresma, Ciclo C
Evangelio según San Lucas 9,28b-36.
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la
montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras
se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con él:
eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la
partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros
tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús
y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, Pedro dijo
a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para
ti, otra para Moisés y otra para Elías". El no
sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al
entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó
entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido,
escúchenlo". Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos
callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.
EL SACRIFICIO DE CRISTO ES EL UNICO SACRIFICIO
SANTO
Es el relato de la Transfiguración
del Señor. Ante la proximidad de la Pascua personal de Cristo, la visita de dos
personajes bíblicos muy importantes para Israel y toda la Iglesia, es la
confirmación, el consuelo: Moisés y Elías vienen a acompañarlo, como diciendo
“todo ya está preparado, todo te lleva a esto, al sacrificio”; a que Cristo dé
la vida al Padre por nosotros, a permitir que pongan la mano ignominiosamente
sobre Él, a permitir que lo insulten, que lo calumnien, que pretendan quitarle
dignidad, que lo ensucien; sin embargo Jesús acepta este sacrificio.
No sólo vienen la
confirmación de Moisés y Elías sino que viene la voz del Padre -desde la nube,
la gloria de Dios- “¡este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo!”; éste es el que
va a hacer el sacrificio. Las culturas reinantes podrán decir que el sacrificio
es algo negativo, pesimista, que está mal, que hay que desterrar, sin embargo
el sacrificio de Cristo es el único sacrificio santo que devuelve la salvación
a la humanidad.
Hoy pidamos poder
seguirlo más de cerca; lo seguiremos más de cerca en la medida que reconozcamos
este Hijo y este Sacrificio y al darnos cuenta del amor incondicional que Dios
nos tiene, emprenderemos el camino y así lo seguiremos.
Que nos dé comprensión
y decisión; fundamentalmente que nos dé la convicción de que fuimos rescatados
por la Sangre de Cristo, el Cordero de Dios. ¡Pero a qué precio Él nos compró
en la cruz! Que no seamos ingratos, que seamos agradecidos, que respondamos con
nuestra vida, con nuestras obras, con nuestros proyectos, con nuestros
sacrificios y con nuestros amores.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén