«artesanos de una nueva argentina»

Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas,

para el 4° domingo de Cuaresma

[31 de marzo de 2019]

 

Continuando el camino cuaresmal que nos prepara a celebrar la Pascua, la liturgia de la Iglesia nos invita a contemplar una de las páginas más bellas del Evangelio que nos revela la intimidad del corazón misericordioso de Dios. Se trata de la parábola del «Hijo pródigo», o del «Padre Misericordioso». (Lc 15, 1-3. 11-32) En el hijo, que recibe del padre la parte de patrimonio que le corresponde y abandona la casa para malgastarla en un país lejano, podemos encontrar la imagen del hombre de todos los tiempos, podemos descubrirnos también nosotros, apartándonos de Dios.

El Evangelio nos anima a descubrir que en medio de las oscuridades y sufrimientos de una vida apartada de Dios se puede encender una luz llena de esperanza, la luz de la conversión: «Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti"». En lo siguiente, la parábola nos muestra una imagen cargada de misericordia, la del padre que «cuando todavía estaba lejos, lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó». También nosotros, estamos llamados a descubrir en Dios ese abrazo amoroso que nos perdona y nos devuelve la dignidad mancillada muchas veces por el pecado.

  Los que hacen experiencia del amor, la misericordia y el perdón de Dios reciben a su vez un impulso para compartir esa experiencia amorosa con los demás. El amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones nos estimula a amar más. El amor se hace también de gestos concretos, se manifiesta en acciones que brotan de un corazón convertido a Dios. La cuaresma es un tiempo especial de gracia que el Señor nos ofrece para revisar nuestro corazón, descubrir el amor de Dios y amar más a los hermanos, especialmente a los pobres, a los que sufren. Este fin de semana, como diócesis queremos hacer un gesto concreto de caridad a través de la colecta del 1% cuyo lema de este año es «No nos cansemos de hacer el bien» (Gál 6,9). Con esta colecta, mediante el aporte generoso que hagamos, que sólo tiene valor espiritual cuando es fruto de la búsqueda de Dios, podremos ayudar a muchos hermanos para mejorar sus viviendas y letrinas. También será posible instalar en algunos asentamientos un salón de usos múltiples, «casitas pastorales» desde donde irradiar la solidaridad, la catequesis y celebrar al Señor.

La conversión de la que nos habla el Señor, implica todas las dimensiones de nuestra vida. El tiempo de cuaresma debe servirnos a todos, para revisar nuestras acciones y comprometernos a mejorar nuestros ambientes, especialmente los de la vida social y política tantas veces manchada por mezquindades, egoísmo y corrupción. Los obispos argentinos, a propósito de este año de elecciones, compartimos un mensaje titulado «Con esperanza, educación y trabajo, artesanos de una nueva Argentina». Allí decimos que «la nobleza de la vocación política pide a los dirigentes la responsabilidad de colaborar para que el pueblo, que es soberano, sea artesano de su historia. Necesitamos políticos que nos ayuden a mirar más allá de la coyuntura, y que nos propongan caminos auténticos de amistad social.

En una realidad que nos golpea y nos duele por su pobreza creciente, no queremos perder la esperanza de salir adelante, asumiendo el desafío de pasar de la cultura de la voracidad y el descarte, a la cultura del cuidado de toda vida y de nuestra Casa común, de la fraternidad y de la hospitalidad.

Como obispos presentes a lo largo y ancho de nuestro país, escuchamos el dramático pedido de trabajo. Junto a la educación, constituyen los ejes más importantes de la cuestión social. Estamos convencidos de que debe superarse para siempre la lógica de la dádiva,  de la especulación financiera, y del enriquecimiento a costa de los otros.

Pedimos a los candidatos que presenten propuestas concretas a los ciudadanos en sus plataformas electorales; y a la vez, que las campañas sean austeras, con gastos transparentes.

En el camino cuaresmal hacia la Pascua, que Jesucristo, Señor de la historia, nos ayude a construir entre todos un país más justo y solidario, sin excluidos, donde nos descubramos verdaderamente hermanos, donde volvamos a creer que es posible una Argentina grande para todos.» (Mensaje final de la 117° Asamblea Plenaria de la CEA)

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas