COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires)
Domingo cuarto de Cuaresma. Ciclo C
Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32.
Todos los publicanos y pecadores se
acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban,
diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola: Jesús dijo también: "Un hombre
tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de
herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días
después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano,
donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando
sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces
se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su
campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar
su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en
abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de
mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser
llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y
volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se
conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le
dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo
tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y
vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el
ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto
y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música
y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le
preguntó que significaba eso. Él le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu
padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle
que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber
desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para
hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después
de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero
engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo
lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba
muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".
EL TODO Y LAS PARTES
Es la
Parábola del Hijo Pródigo, que también conocemos como la Parábola del Padre
Misericordioso. Hay tres personajes: el padre, el hijo mayor y el hijo menor,
pero lo más importante es la actitud del padre. Él es quien está presente en
ambos hijos, a ambos recibe, a ambos quiere.
El hijo
menor, que pidió su herencia, su parte, que gastó y malgastó sus bienes,
padeció hambre, vuelve -en parte- porque estaría arrepentido pero también -en
parte- porque estaría necesitado. Vuelve con la cabeza gacha, con “la cola
entre las patas”, y viene a refugiarse
en el padre. El hijo mayor no entiende la actitud del padre; compite porque él
era el fiel, el bueno, el que se quedó con el padre y que reclama sus derechos
pero no es capaz de ver la necesidad del otro hijo, su hermano. Es egoísta,
pero el padre le explica, para enternecerlo. La actitud paterna. El padre se
adelanta, lo abraza, no lo reta, no le reprocha; está todo claro en la actitud
del padre que se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo
besó. No vengo a negar que todos somos iguales. ¡Todos somos iguales, pero cada
uno ejerce distintas representaciones! El padre es el todo, los hijos son la
parte
¡Que siempre
tengamos en cuenta el todo! Que este padre misericordioso nos siga enseñando a
tener misericordia con los demás, en especial con el que se equivocó, se apartó
y se alejó.
Les dejo mi
bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén