DOMINGO DE RAMOS 

LA SANTA CENA EN EL CENÁCULO

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

El encuentro dominical de hoy es desconcertante y es importante tener en cuenta este desconcierto. La Eucaristía siempre será la celebración actualizándola de la Santa Cena en el Cenáculo, nunca puede faltar, ahora bien, desde tiempos apostólicos precedía a la Fracción del Pan un rato largo de convivencia, de enseñanza, de expresiones de caridad.

El encuentro de hoy Domingo de Ramos tiene dos primeras partes, celebradas, generalmente, en dos lugares próximos, pero diferentes.

1.-ÁMBITO.

La comunidad se encontrará al aire libre, si es posible.

Recordaréis, mis queridos jóvenes lectores, que al iniciar la misa, siguiendo las directrices del misal, uno de los saludos que se ofrecen y que es el que a mí más me gusta, dice así: “el Señor Jesús que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora a la conversión…” se trata, pues, de dos mesas.

Quien proclama la Palabra en el Ambón, un espacio un poco elevado con una mesa un poco alta, semejante a un pupitre de discursos, está por este gesto haciendo presente a Jesús Palabra. Quien escucha, comulga con Él. Este encuentro y esta comunión están abiertos a todos, si se acepta con respeto. El Dios-Verdad alimentará nuestro espíritu y tal vez lo estimule también para que, debidamente preparado, aspire a la Comunión Eucarística.

Pues bien, me imagino ahora que estáis alrededor, alguien os ha advertido que vengáis con algún ramo de árbol selecto, tal vez no sea necesario, os pueden haber dicho, se os obsequiará con uno escogido, sin despreciar el que podáis traer. Lo más común entre nosotros suele ser laurel, símbolo de triunfo, o el olivo, señal de dignidad y vida. A los niños se les regala hermosas palmas.

Todos, como siempre debiera ser, estaréis intrigados. ¿qué noticia se nos va hoy a anunciar?

El que preside anuncia que el mensaje nos llega de Lucas. Jesús ilusionado se va a dirigir a Jerusalén acompañado de los suyos y de los que con ellos se quieran reunir. Pedirá prestado un borrico, algo así como si ahora pidiera que le dejaran un utilitario. Le acomodan bien sobre el jumento. Los que lo conocen se alegran de su presencia y extienden por el camino sus mantos. Ya veis que lo de la alfombre roja no lo inventaron los de Hollywood, las gentes entusiasmadas tapizaron el camino con sus taliths y le aclamaron.

Si queréis ser sinceros y actuales, deberíais ahora gritar ¡Viva! ¡Bravo! Coger el ramo y empuñarlo con entusiasmo, alabando a Dios de tal manera, que la gente que pase, curiosos hijos de vecino y gente ilustre, se detenga a preguntaros qué estáis celebrando. Si se lo explicáis tal vez os digan que no alborotéis tanto…podríais contestarles que si callan, pudiera ser que algún ángel gritaría mediante celestial megafonía…

El sacerdote mientras tanto bendice, creeréis que lo que os cae es agua del Cielo y no iréis demasiado equivocados. Sonreíd, que vuestros gestos contagien a los que están serios. Una de las misiones propias de vosotros, mis queridos jóvenes lectores, es lograr que los viejos, yo entre ellos, si estuviera, riamos como chiquillos.

La formalidad del acto se ha acabado, merecería el Señor que se ha hecho presente entre nosotros, aunque no lo hayamos descubierto, nuestro aplauso. Ahora bien, como no es posible conseguirlo, cantad alguna melodía alegre… (hay diversos himnos que dicen y repiten Christus, vincit, Christus regnat… Cristo vence, Cristo reina…)

Ha llegado el momento de trasladarse al interior de la iglesia. Sin que parezca un desfile militar, pero sí con paso firme, sin displicencia, entrar y cada uno se coloque en el sitio que apetezca.

No ha sido una representación escénica de la entrada en Jerusalén, ha sido una celebración mistérica. De mayor valor que la más espectacular creación cinematográfica que se pudiera ofrecer.

2.- ÁMBITO

En este espacio también destaca un lugar elevado con su pupitre. Para entonar el ambiente, se proclama una profecía que nos introduce en la intriga del Personaje que nos ha convocado.

A continuación una breve introducción que especifica cualidades y momentos históricos de la vida del Señor.

La lectura de la historia de la Pasión, según san Lucas, es la lección inaugural de la Semana Santa, que con este acto se inicia. Es diferente del relato de los otros evangelistas, debéis escucharla atentamente, mejor de pie, pero nadie os condenará si escogéis otra postura que os facilite asimilar el mensaje. Que Dios aprecia la actitud espiritual, más que la corporal. Cada evangelista da a la narración alguna pincelada propia, no os la perdáis.

Los coloquios y conferencias largas acostumbran a ser aburridas para los niños, no os enojéis si observáis que se duermen.

Como corto adelanto del contenido del próximo viernes, al recordar el último suspiro del Señor, arrodillaos y meditad con reverencia. No os perdáis este gesto de adoración.

Tal vez no os atreváis a aplaudir, que sería lo correcto, pero, impresionados como estaréis si habéis escuchado con atención, no ocultéis vuestra emoción.

La Palabra que nos ha acompañado, alimenta nuestra mente.

La atención se centra ahora en la mesa eucarística. Se deposita pan y vino. Alguien los elaboró. Alguien los compro y los ha traído, se los presenta a Dios como un obsequio, se le pide que los acepte y bendiga. Esperamos dice, que se conviertan en el Cuerpo y Sangre de su Hijo predilecto al que no queremos abandonar nunca.

Las palabras históricas centran nuestra reunión y nuestro interés. Hechas las ofrendas que ya son su mismo Hijo, se las mostramos al Padre. Nos ha vivificado todo el tiempo, el Espíritu que ha empapado a la asamblea.

La comunión es la incorporación total a la Santísima Trinidad. No pretendáis entenderlo. Es suficiente que aceptéis con confianza los dones que se han ofrecido. La Eucaristía, como cualquier alimento, se reconoce al experimentar que nos da fortaleza, que nos otorga vigor, que nos posibilita ser santos.

(si la celebración en el primer ámbito tiene y recuerda a la comunidad jerosolimitana, la de este segundo tiene sus orígenes en el bien hacer de la comunidad romana. La que preside en la Caridad a todas las Iglesias.

 

Tal vez hayáis asistido pocos a vuestra reunión, eso será lo que os parece. La totalidad de la Iglesia, esposa amada del Señor, os ha acompañado.

 

Salid satisfechos. Era costumbre antigua depositar el ramo en un lugar visible, en el marco exterior de una ventana, en nuestro caso, que recordara la suerte que hemos tenido,