COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires)
III Domingo
de Pascua, Ciclo C
Evangelio según San Juan 21,1-19
Jesús resucitado se apareció otra vez
a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades.
Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y
otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le
respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la
barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla,
aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: "Muchachos,
¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No". El les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y
encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían
arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el
Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que
era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron
en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien
metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un
pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo:
"Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar". Simón Pedro
subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento
cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
"Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle:
"¿Quién eres?", porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó
el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que
Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.
CREER EN LA VICTORIA DEL RESUCITADO
Es una de las
experiencias más lindas donde está el esfuerzo humano; estos pescadores
avezados, conocedores, fueron a pescar y esa noche no consiguieron nada; está
también la fuerza de Dios, Jesús está allí, y sabiendo la dificultad de los
pescadores sin embargo les dice que tiren la red, en este caso, a la derecha.
Ellos obedecieron y la pesca fue abundante.
Esto nos
afirma dos cosas: la primera, que el Señor Jesús ya ha definido la historia, Él
es el resucitado y como está resucitado también nosotros vamos a resucitar.
Pero, en segundo lugar, contando con su fuerza tenemos que saber que -en este
tiempo- tenemos que seguir luchando pero creyendo en la Victoria del
Resucitado. Aparece sobre el muelle de nuestra existencia y cada día
reemprendemos la lucha contra el mal en sus variadas formas, pero llegando a
ser anunciadores-testigos de su resurrección.
Muchas veces
nos encontramos con obstáculos -internos, externos, adversidades,
persecuciones, incomprensiones, mentiras, corrupciones- y muchas veces “se
embarra la cancha” para que no se llegue a destino, pero sin embargo está la
luz y la fuerza de Jesucristo; en Él tenemos que confiar, apoyarnos y con Él
seguir tenemos que seguir luchando.
Pero esta
iluminación no es meramente individual; somos iluminados por la fe, estamos
encendidos del deseo del bien, pero también es necesario insertarse en las
instituciones, en los ámbitos, en los lugares de influencia, para que de alguna
manera los criterios sean firmes, para hacer una sociedad más justa, más fraterna
y, por cada hombre, que no se excluya a nadie.
Queridos
hermanos, que la fuerza de Jesús, el Resucitado, nos de fuerza para estar
presentes, para ver las adversidades, pero no hundirnos por ellas.
Les dejo mi
bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén