DOMINGO VI DEL TIEMPO PASCUAL, Ciclo C

LA ACCION DEL ESPÍRITU INCITA AL DIALOGO

El libro de los Hechos, primera lectura, nos expone hoy la primera y más grave situación de la comunidad cristiana; un conflicto interno de mentalidades excluyentes. La comunidad de Antioquia siempre tuvo cristianos de origen judío, con normas para todo, desde la purificaciones hasta las comidas; y los paganos eran indiferentes ante tanta normatividad. Entre unos y otros se trataban en términos de “pésimos cristianos”. Menos mal que el Espiritadle resucitado  intervino para que dialogaran y pusieran en común sus diferencias; teniendo en cuenta el criterio de la iglesia madre de Jerusalén. “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido, en efecto, no imponerles ninguna otra obligación fuera de lo indispensable: no comer carnes con huellas de sangre, ofrecidas a los falsos dioses. A lo anterior se suma toda unión carnal prohibida por la ley. “Si se apartan de estas cosas harán bien, les deseamos completo bienestar (primera lectura).

LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU CREA INCLUSIÓN

El mismo Cristo, el Espíritu que actuó en el problema más serio de la iglesia, división de la comunidad de Antioquia, ha iniciado una nueva creación, incluyente porque es para los judíos y los gentiles y los extranjeros. La comunidad es el espacio y el signo de la acción del Espíritu: “Ya no ha distinción entre judío y no judío, entre esclavo o libre, entre varón y mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo; son también descendientes de Abrahán, herederos según la promesa (Gal 3,28-29).

La partida o la muerte de un ser querido siempre ha constituido un momento de nostalgia o alegría, recuerdos de últimas voluntades, deseos y promesas. En este contexto entendemos mejor el evangelio  de San Juan, acerca de la ciudad de Dios de la cual los creyentes son testigos. “En la última Cena dijo Jesús a sus discípulos: El que me ama guardará mis  palabras, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y habitaremos en él”. Una comunidad es constructora de la sociedad en la medida que tenga la conciencia de ser cuerpo del Resucitado y permita al Espíritu obrar en y por ella.

LA PAZ SIGNO DE LA ACTUACIÓN DE DIOS

La paz como don del Espíritu es el discernimiento para saber que El Espíritu está actuando: “La paz les dejo, mi paz les doy. Pero yo no doy la paz como la del mundo. No se inquiete su corazón ni se acobarde” (evangelio).

Cuando el Espíritu se apoderó de Juan, como lo puede hacer con nosotros si le abrimos espacio en nuestro interior, tuvo la visión que puede ser la nuestra: “En la ciudad no vi santuario, porque su santuario es Dios, la comunidad; desde donde es Dueño y Señor del universo junto con el Cordero. La ciudad tampoco necesita sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios le dio su propia luz, y su lámpara es el Cordero” (segunda lectura)