COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires)
Fiesta de Pentecostés
Evangelio según San Juan
14,15-16.23b-26.
Durante la última semana, Jesús dijo a
sus discípulos: "Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo
rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con
ustedes: Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi
Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a
mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me
envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el
Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará
todo y les recordará lo que les he dicho.»
PARA SIEMPRE
Lo temporal,
el tiempo, las circunstancias, son traspasadas profundamente por la presencia
de Dios, por lo eterno, lo absoluto, lo divino, por el “para siempre”. Sus
palabras no son un mero pasado, un mero ayer, es un siempre: AYER, HOY Y
SIEMPRE.
Las palabras
de Cristo son confirmadas y ratificadas por el Espíritu Santo que nos han de
enseñar letra viva y no letra muerta, acción viva y no caricatura de vida,
sentido solidario, fraterno, de servicio, de respeto, de profundidad; el gusto
de aquello que, de alguna manera, tiene valía, es por siempre y para siempre.
La presencia
del Espíritu del Señor en cada uno de nosotros, en la Palabra de Dios, en el
Bautismo, en la Confirmación, en la Unción del enfermo, en el Perdón de Dios,
en la Eucaristía, en la bendición del sacramento Matrimonial, en el Orden
Sagrado, el “para siempre”. El mundo quiere imponer otra categoría, otro
criterio, “solo por hoy”, donde sólo se responde lo puntual, lo fáctico, lo del
momento.
Fijémonos en
el tema de la vida, el atentado que se hace con el tema del aborto, la
supresión de vida, con un derecho que se separa de otro derecho, que nos
supera, que es anterior y que debería ser inviolable.
En este
Pentecostés pidamos que el Espíritu Santo esté muy presente; que sople en
nuestras familias, en nuestras personas, en la Iglesia, en nuestro país; que
nos de fuerza para vivir una verdadera Nación, una verdadera sociedad, una
verdadera amistad social, una verdadera fraternidad. Hay mucho sufrimiento, hay
muchos pobres, hay muchas enfermedades, pero también hay otros delitos que se
van tapando y que evidentemente deberán ser resueltos.
Que Dios nos
bendiga y que el Espíritu Santo nos dé el gusto por la vida, el gusto por la
permanencia, por la fidelidad, por la convicción y por el servicio.
Les dejo mi
bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén