DOMINGO SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO

DE LA CARENCIA A LA ABUNDANCIA

Leyendo la carta a los corintios se nota que la eucaristía tuvo un largo camino partiendo de la pascua celebrada por Jesús con sus discípulos, pasando a través de la memoria de la primitiva comunidad cristiana, hasta llegar al relato de Pablo quien les recuerda a los Corintios la tradición recibida por él, como solución al conflicto de inequidad que existe precisamente por problemas del “pan” (segunda lectura).

El relato de Lucas comienza con una carencia; al atardecer en un desierto donde no había pan; lo mismo que le ocurrió a Abraham que careció de vida por estar ya viejo y su esposa estéril. La privación es la condición para que Dios actúe proveyendo. Hoy también los pobres tienen la carencia de todo cuanto significa “el pan” en sus múltiples dimensiones.

Dios hecho hombre en Jesucristo es llamado “hijo del hombre” precisamente por ser humano: la compasión lo lleva a indicarnos lo que requiere “La multiplicación de los panes”.

SIN CONTAR Y CONTANDO CON JESUS

La primera propuesta de los discípulos para solucionar la falta de pan es “despídelos”; sabiendo que no iban a tener con qué y dónde pasar la noche, sin algo de comida. “Despídelos” es una frase muy usual para no encarar nuestras responsabilidades humana y sociales.

La segunda propuesta fue: “no tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar comida para este gentío” Su problema era la precariedad en lo que tenían y la escasez de dinero para comprar; nunca cayeron en cuenta en lo que podía hacer Jesús; multiplicar el pan y los peces y ponerlos en manos de los discípulos, recurso humano, llamado iglesia, para el servicio de la multitud encerrada en todo tipo de carencias llamadas “pan”.

 La multiplicación fue el recurso propio repensado desde la compasión, un amor entrañable por la gente, compartidos con criterios de solidaridad; única salida al egoísmo con el pan. La propuesta del Jesús humano, “Hijo del hombre” no es comprar sino compartir hasta que sobre.

El compartir no está sometido a leyes de la economía que han producido el hambre de todo tipo; la propuesta de Jesús requiere algunos momentos: tomar el pan y los peces, bendecirlos que equivale a dar gracias a Dios y entregarlos a los discípulos para que prolonguen en la repartición la generosidad de Dios. Lo que les pide a los responsables es que sean fieles al Jesús humano, compartiendo. Para Jesús la solidaridad requiere de una organización mínima que después puede convertirse en comunidad: “Hagan que se sienten en grupos de cincuenta personas, así lo hicieron y se sentaron todos”

ES EL MISMO HUMANO DE LA FIESTA DEL CORPUS

Saulo había puesto en manos de Jesús todo cuanto tenía y como era él mismo; para luego parecer un segundo Pablo menos egoísta pero más creyente por la compasión y la solidaridad.

Más tarde “El hijo del hombre” de Juan y los sinópticos, es el Jesús humano de la multiplicación de los panes; el mismo de la fiesta del cuerpo de Cristo compartiendo se concreta el sentimiento compasivo de Jesús, “dadles vosotros de comer lo que yo he hecho por ustedes háganlo también entre ustedes, el lavatorio de los pies; y su último querer; “Haced esto en memoria mía”. Existe entonces una íntima relación entre la multiplicación de los panes, la eucaristía y la fiesta del Corpus. Mantener viva esta relación es conservar el espíritu de la fiesta del “Corpus Christi”.

Nuestra eucaristía perpetúa sacramentalmente el gesto en su totalidad de la multiplicación de los panes; para hacer que en los desiertos internos por la falta de pan nazca la abundancia por la compasión y la solidaridad