DOMINGO XIII TIEMPO ORDINARIO CICLO C

 

SEGUIMIENTO CON DISCERNIMIENTO.

 

El camino hacia Jerusalén ilumina las exigencias de Jesús para quienes lo seguimos por el bautismo; la acción del Espiritu que nos saca de nuestros egoísmos para orientarnos hacia la misión. “Sígueme” indica compartir el mismo destino de Jesús, no hay seguimiento sin cruz, la cruz es sentirnos amados por Dios en lo mismo que nosotros no nos aceptamos o no aceptamos a los demás; toda cruz, por el amor que lleva consigo, indica el seguimiento que tambien incluye la misión de enseñar para entender lo que Jesús dijo e hizo.

 

NO SUPONGAMOS EL SEGUIMIENTO.

 

El hecho de ser un hombre religioso no significa ser mas apto para el reino; la sola moral nunca ha dejado a un creyente satisfecho. Los fariseos, muchos de nosotros, somos buenos y agradecemos la bondad de Dios, pero no podemos inventarla, manejarla, ni siquiera imaginarla desde nosotros mismos, por ser un don de Dios. Una idea sobre Jesucristo, un sistema doctrinal, una buena cultura religiosa, una excelente preparación teológica o bíblica, un cumplimiento estricto de la doctrina o de las leyes de la iglesia, de los ritos, las devociones o tener confianza en Dios; incluso una excelente organización pastoral, una administración al hilo no se pueden suponer como seguimiento. El problema de fondo es que sin el seguimiento no existe Jesucristo; asi abunde la religión.

EL BAUTISMO Y LA MISIÓN.

San Pablo en forma poética retoma el símbolo del manto para hablar del bautismo como participación en el seguimiento de Jesús “Vosotros que habeís sido bautizados en Cristo y os habéis revestido de El”. En el pensamiento de Pablo el bautismo es nuestra vocación a la libertad “para vivir en la libertad Cristo ( por el bautismo ) nos liberó”. “anden según el Espíritu y no realicen los deseos de la carne (el instinto). El bautismo es el curso de introducción al seguimiento porque mediante la acción del Epiritu logra hacernos libres para ser compasivos y misericordiosos con los demás. “Pues si ustedes se muerden devoran mutuamente, acabarán por destruirse” (segunda lectura).

 

SEGUIR AL PROFETA O A JESÚS.

 

Elías le había concedido a Eliseo ir a dar un beso de espedida a sus padres. Elías le contestó, vete, puedes devolverte; no seré yo quien te lo impida. Eliseo después de darle de comer a su gente, se fue con Elias y se puso a su servicio (primera lectura). Ese es el contraste que hay entre seguir un profeta o seguir a Jesús. Este es un punto pastoral muy importante; como discernir en comunidad el seguimiento al profeta o a Jesús.

 

LAS CONDICIONES DEL SEGUIMIENTO.

 

Al terminar la evangelización en Galilea Jesús comprende que se aproximan sus últimos días; razón para enviar por delante algunos mensajeros; pero al pasar por Samaría, enemiga de Jerusalén, les niegan hospedaje. Esta negativa no merece el fuego del cielo como lo piden Santiago y Juan porque podrían ir por otra parte, para no interrumpir la misión que era el anuncio de la nueva presencia de Jesús en la comunidad.

 

Las tres condiciones para seguir a Jesús no tienen interlocutores personales con el fin de referirse a nosotros. Al que le dijo te seguiré a donde vayas; le replicó Jesús que las zorras y los pajaros tenían cuevas, comodidad, pero el Hijo el Hombre no tenía donde reclinar la cabeza. Al que le dijo sígueme le pidió permiso para ir a enterrar al padre, una obediencia a la ética judía y al tercero le dijo que no podía como el arado volverse atrás como era, despedirse da la familia. Los deberes mas importantes y sagrados son relativos y secundarios en relación al seguimiento de Jesús; todo en la vida del creyente debe estar relacionado como discernimiento con la vida de Jesús. Asi el discernimiento da razón de los obstáculos ¿Cúales son nuestros obstáculos, hoy, para seguir a Jesús?

 

“El Señor es mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel, ver la corrupción. Me enseñarás el camino de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha” (Sal 15).