Lo específicamente humano

 

La tecnología avanza a pasos agigantados. Va remplazando la mano de obra en casi todas las dimensiones del ser humano. La inteligencia artificial desafía nuestra terquedad. Lentamente vamos siendo superados y desplazados. Si los robots  pudiesen burlarse de nuestra lentitud, se reirían a carcajada suelta. Pero hay algo en lo que no podrán superarnos jamás: “Lo específicamente humano”.

¿Y qué es esto específicamente humano? Para responder me quedaría con la frase estupenda del Papa Francisco: “La revolución de la ternura”. Todo aquello que es afecto, bondad, cariño, sentimientos, calidez humana. ¡Cómo nos hace de falta esta ‘revolución de la ternura’! Jesús va a casa de sus amigos, aquel oasis de intimidad, acogida, espiritualidad, espacio del corazón.

Dos hermanas, Marta y María, atienden desde espacios significativos y diferentes al huésped. Marta es activismo, servicio, ayuda, preocupación. María es silencio, escucha, contemplación, acogida. Las dos se complementan, diríamos que se apoyan mutuamente y cada una a su modo, se realiza en búsqueda de su plenitud. Para Jesús, María ha escogido la “mejor parte”.

¿Y por qué la “mejor parte”? Es aquello, hoy, tan urgente y necesario, lo que de verdad nos hace ‘específicamente humanos’, la escucha. Es el grito de los adolescentes, el dolor de las familias, la ruina de las relaciones humanas en general: ¡No nos escuchan! No nos escuchamos. Creemos que tenemos la razón. O, peor, denegamos el valor de las personas y nos negamos a escuchar, o no nos queda tiempo para hacerlo. María, desde el silencio, escucha la Palabra. Y esa Palabra es sanadora, santificadora.

Cochabamba 21.07.19

jesús e. osorno g. mxy

jesus.osornog@gmail.com