Los amigos inoportunos

 

Asistimos a una quiebra de valores, de principios, de fundamentos que tiende a desestabilizar la sociedad entera. Incluso, ya se habla de la “postverdad”. Como si todo estuviese permitido, como si nada fuera valedero, estable, perdurable. Las bases más profundas de la cultura se sienten tambalear. La inestabilidad, la incertidumbre nos sobrecogen, nos torturan. Otra escala de valores pareciera tomar la delantera.

Entonces, irrumpe en nuestras vidas como una coraza, una fuerza energetizante, algo como principio de sobrevivencia y es la amistad. Necesitamos que un Alguien nos escuche, nos atienda, nos dé cobijo. Y con ese amigo o amiga la vida tiende manteles, se nos abren los ojos, la mirada comienza a ser salvadora, purificadora y, más adentro, al corazón le nacen palabras, gestos que animan, fortalecen, un no sé qué de vitalidad ensoñadora, esperanzada.

Abrahán es llamado en la Biblia, “el amigo de Dios”. Y como amigo se las estrena a diario a favor de su pueblo como intercesor, como mediador. Sabe las distancias entre Dios y Él, pero sabe así mismo, la grandeza del corazón hecho ternura y misericordia de su interlocutor. No le tiene miedo a ser inoportuno, ‘amigo inoportuno’, que si los hay es porque la amistad no conoce fronteras, ni límites, ni protocolos.

El evangelio nos habla del “amigo inoportuno”, el que llega a cualquier hora de la noche, el que pide prestado, que prestar aquí es dar y dar es darse. Y esa ‘inoportunidad’ se llama oración. Es un “trato entre amigos”, no importa la hora, o el lugar, o las circunstancias, o el tamaño de la necesidad. Basta encontrarse o saberse encontrados, aun sin palabras, que mientras menos haya, más honda es la comunicación.

Cochabamba 28.07.19

jesús e. sorno g. mxy

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