DÉCIMO QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

                                  (Año Impar. Ciclo C)

 

Lecturas bíblicas:

Abrimos nuestra Biblia y buscamos:

a.-  Dt. 30, 10-14: El mandamiento está muy cerca de ti; cúmplelo.

b.- Col. 1, 15-20: Todo fue creado por ÉL y para Él.

c.- Lc. 10, 25-37: ¿Quién es mi prójimo?

Esquema

1.- Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore en nosotros: Ven Espíritu Santo…

2.- Acto Penitencial: Pedimos perdón al Señor, antes de escuchar su Palabra, de todo lo que nos ha impedido orar durante esta semana. Perdón Señor….

3.- Oración colecta: Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al buen camino, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro Señor Jesucristo.

4.- Lectio divina:

a.- ¿Qué dice el texto? Leemos el Evangelio del próximo domingo.

- “¿Y quién es mi prójimo?” (Lc.10, 29).

El evangelio, nos presenta la pregunta de un doctor de la ley, o sea, un entendido  en la Ley de Moisés, es lógica después de haber hablado Jesús  a los discípulos que  sus nombres están inscritos en el cielo. Era  obvio preguntar por la vida eterna, y  cómo llegar a ella (cfr. Mc. 10,17),  interrogante que la gente dirigía a los maestros  de la Ley. La pregunta era por las obras que debían realizar, para heredar la vida   eterna. ¿Qué era la vida eterna? Siglos atrás los judíos, habían comenzado a creer   en la vida eterna, lo que diferenciaba a justos y pecadores. El texto más concreto   de esta esperanza es: “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se   despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno.”   (Dn. 12, 2). La inquietud del legista, se asemeja a la del joven rico, por ello quiere   estar seguro. Jesús, como buen Maestro, reconoce que el hombre es un entendido   en la ley, y le exhorta a escudriñar las Escrituras: ¿qué hay escrito en la Ley? (v.   27). El jurista responde con el mandato de amar a Dios y al prójimo, nada original,  todo basado en la palabra de Dios (cfr. Dt. 6,5; Lv. 19,18). Sin embargo, en la   respuesta hay toda una novedad, porque el jurista une los dos mandamientos, los   pone en paralelo; Jesús le da la razón al doctor de la ley. Lo que más se le parece,   es la denuncia que el Señor hace del culto falto de justicia y misericordia (cfr. Am.  5, 21-24; Os. 2,  21; Miq. 6, 6-8; Is. 9, 1-6; Jer. 7, 1-11). Pero el jurista pregunta  hasta dónde, llega  el mandato en la vida práctica: ¿quién es mi prójimo? (v. 29). 

- “¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? El practicó la misericordia” (Lc.10, 36s).

Jesús responde con  una parábola, donde queda claro el obrar divino y el humano.  A partir del obrar del  hombre, se hace comprensible el obrar de Dios. El hombre  que bajaba a Jericó, fue  asaltado y quedó medio muerto por los ataques sufridos.  Pasan de largo, el  sacerdote como el levita, al verlo tirado, pensaron que estaba  muerto, no quisieron  tocarlo, pues el contacto con cadáveres, causaba impureza  legal (cfr. Lev. 21,1). En  este caso, los movió el propio interés, y no el amor  compasivo. Como hombres  religiosos conocían el precepto, pero establecían una  separación entre el culto y la  misericordia. El samaritano, en cambio, se  compadeció supera la animadversión  que existía entre judíos y samaritanos. Su  compasión es fecunda, porque realiza  sus acciones a favor del necesitado desde  montarlo en cabalgadura, hasta curarlo en  la posada. La pregunta de Jesús:  “¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo  del que cayó en manos de los  salteadores? ÉL dijo: El que practicó la misericordia  con él. Díjole Jesús: Vete y haz  tú lo mismo.” (vv. 36-37). En la pregunta del  fariseo, el centro, es el mismo; en la  de Jesús, el centro es el prójimo, el  necesitado. Desde ahora, todo necesitado será  prójimo para el discípulo de Jesús;  donde la necesidad llame a la misericordia, llama a la acción, al precepto del amor.  La respuesta del fariseo satisfizo a Jesús  nuevamente, y le manda: “Haz tú lo  mismo” (v. 37). El amor al prójimo es obrar a favor del otro ser humano necesitado (cfr.1Jn.3,18; Sant.2,15ss). Los ministros del  templo, servían a Dios, pero no al  prójimo; el samaritano los superó a todos,  cumplió con todo, por eso Jesús  recuerda las palabras del profeta: “Misericordia  quiero y no sacrificio” (Os. 6,6). La  mejor disposición interior para cumplir este  único precepto, es sentir misericordia,  conmoverse las entrañas ante la miseria  humana (cfr. Mt. 5,7). Lo que nos  presenta la realidad exige una respuesta, eso ha  de hacerse; es la entrega a la  voluntad de Dios. El que ama a Dios, obra frente a la  miseria humana.     

b.-  Meditación. ¿Qué me dice?  ¿Qué palabra o hecho de este evangelio me habla al corazón? Escoge tu texto o versículo y da razón de tu elección.

- “¿Qué he de hacer para heredar la vida eterna?” (v. 25).Si el cumplimiento no nace de corresponder al  amor de Dios difícilmente podré cumplir con este primer mandamiento.

- “Haz eso y vivirás” (v. 28). Hay una promesa con lo que se afirma que sólo si entro en la lógica del amor de Jesús, sólo así encontraré la salvación.

- Otros testimonios…

c.- Oración. ¿Qué le digo al Señor Jesús a propósito de este texto? Escoge una palabra con la que inicias tu oración personal.

- “¿Y quién es mi prójimo?” (v.29). Señor Jesús enséñame a servir al prójimo con humildad y sencillez. Te lo pido Señor.

- “Acercándose, vendó sus heridas…” (v.34). Señor Jesús que con el olio de la misericordia pueda sanar las heridas del prójimo. Te lo pido Señor.

- “El que practicó misericordia con él” (v.37). Señor ayúdame a ser misericordioso como tú lo has sido conmigo. Te lo pido Señor.

- Otras oraciones…

d.- Contemplación y acción. ¿A qué me compromete este evangelio?

Compromiso. Practicar la misericordia.

5.- Relectura bíblica que hace S. Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús, pone el amor y la verdad como exigencias a la hora de   amar al prójimo. “Si queréis ser buen deudo, ésta es la verdadera amistad; si   buena amiga, entended que no lo podéis ser sino por este camino. Ande la verdad   en vuestros corazones como ha de andar por la meditación, y veréis claro el amor que somos obligadas a tener a los prójimos.” (CV 20,4).

6.- Alabanza y Adoración. Te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre, por mostrarnos tu rostro misericordioso en la Faz de Cristo, te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre por ser misericordioso con tu Iglesia, te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre por hacer de la misericordia en el Sacramento de la Reconciliación, bálsamo que sana y perdona. Te alabamos Señor.

- Otras alabanzas…

7.- Preces: Oramos Padre… Te rogamos óyenos.

- Te presentamos Padre, a nuestro prójimo para que el  bálsamo de tu misericordia sane sus heridas y las nuestras. Te rogamos óyenos.

- Te presentamos Padre, a toda la Iglesia, que sirve al prójimo más desposeído para que la asistas siempre. Te rogamos óyenos.

- Te presentamos Padre, a todos los enfermos, los matrimonios en dificultades, los sin trabajo. Te rogamos óyenos.

- Te presentamos Padre, las súplicas de la Madre de Jesús por nuestra Orden y por Chile. Te rogamos óyenos.

- Otras preces…

8.- Padre Nuestro

9.- Abrazo de la paz

10.- Bendición final.

“Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y abriros contemplando” (S. Juan de la Cruz).

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P. Julio González C.

Pastoral de Espiritualidad Carmelitana.