DOMINGO XVIII TIEMPO ORDINARIO CICLO C
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EL DINERO NO DA CRITERIO.
En Israel los
problemas testamentarios se solucionaban públicamente con los ancianos y jueces
por el riesgo de división que corrían las familias por la codicia o ambición
que daba el acumular cosas o dinero; así fuera con el fin de descansar, comer y
ser feliz.
“Dios le
dijo: Insensato: esta misma noche perderás la vida; y todo lo que habías
amontonado ¿para qué sirve? El dinero no tiene discernimiento, es decir, carece
de criterio para obrar”.
“Alguien de
entre la multitud dijo a Jesús: Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo
la herencia”. Quizás pensaba que con la mediación de Jesús le iría mejor en el
testamento: “Hombre ¿Quién me ha puesto a mí el encargo de ser juez entre
ustedes o de repartirles las cosas?”.
LA PALABRA DA DISCERNIMIEMTO
El
Eclesiastés, libro sabiduría, llama esta manera de pensar: “Vanidad de
Vanidades, todo esto es vanidad. Hay personas que trabajan con habilidad y
éxito, pero que después tienen que dejarlo a gente que no paso
ningún trabajo para conseguirlo. Esto es vanidad y una gran desgracia. ¿Qué
saca uno de tanto trabajar y afanarse en este mundo cuando ni siquiera de noche
la mente está tranquila? (primera lectura). El evangelio agrega a la primera
lectura una advertencia: “¡Cuidado con dejarse llevar de cualquier forma de la
codicia! Porque la vida no está asegurada con los bienes que uno tenga por
abundantes que sean”
EL
PROBLEMA DE LAS HERENCIAS.
Es
interesante que sea con una parábola y no con la ley o en un juzgado, como
Jesús nos quiere ayudar a discernir el grave problema de las herencias. Una de
las partes interesadas en que Jesús participe a su favor le suplica: “Maestro
dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. Jesús que casi siempre responde
las preguntas en este caso dice: “Amigo, ¿quién me ha nombrado juez en la
distribución de herencias? Dirigiéndose a la multitud Jesús afrta
este problema por sus causas: “Miren, eviten toda clase de avaricia, porque la
vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”
(Evangelio).
La ambición
hace sentir a la gente con un poder efímero, creando falsas ilusiones. Sin
tener en cuenta la muerte. Ambicionar más, no siempre da seguridad y menos
garantiza la supervivencia. La solidaridad con quienes han sido tratados de
manera inhumana y ninguna compasión, como Jesús.
¿CUÁL SERÁ NUESTRO FIN)?
“Ya que han
resucitado con Cristo busquen los bienes de allá, arriba; tengan su mente
puesta en los bienes del cielo, no en los de la tierra… den muerte a las
idolatrías; Se han revestido del hombre nuevo.” “En esta nueva vida ya no
cuenta ser pagano (rico, ignorante o esclavo.)” porque en Cristo todos los
tenemos todo” (Evangelio)
Mantengamos
en nuestros labios hasta que llegue al corazón, la plegaria del Salmo: “Señor
dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis años para adquirir un corazón
sensato” (Sal 38).-