COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones
de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas
por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Decimo
noveno Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Evangelio
según San Lucas 12,32-48.
Jesús
dijo a sus discípulos: “no temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha
querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse
bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde
no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su
tesoro, tendrán también su corazón. Estén preparados, ceñidos y con las lámparas
encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a
una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los
servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que
él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra
así! Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el
ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén
preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada".
Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o
para todos?". El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y
previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la
ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al
llegar, encuentre ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará
administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: 'Mi señor
tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas,
y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora
menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas
preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo
severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado
menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le
confió mucho, se le reclamará mucho más."
¡DONDE
ESTA TU TESORO ESTARA TU CORAZON!
Como siempre, la Palabra
de Dios nos deja asombrados porque tiene una sabiduría extraordinaria.
Ciertamente uno tiene que saber que donde está el tesoro estará el corazón y
preguntarse en la vida ¿cuál es mi tesoro?, ¿es Dios?, ¿es mi familia?, ¿son
los bienes?, ¿es la fama?, ¿es el poder?, ¿es la riqueza?, ¿es el dominio sobre
los demás? ¡Hay que preguntarse, porque a veces no nos preguntamos!
No nos preguntamos
porque no queremos modificarnos, o no nos preguntamos porque tenemos miedo a la
transformación y tenemos que hacer ese esfuerzo, tenemos que ver cuáles son las
reales necesidades y las verdaderas y profundas motivaciones que tenemos, para
darnos cuenta dónde está nuestro tesoro y dónde está nuestro corazón.
Para el casado: la
esposa, los hijos, los abuelos; para el sacerdote: Dios, la Iglesia, los
fieles, los pobres, las personas, los niños, los ancianos, los marginados,
¡dónde está el tesoro allí estará el corazón! Creo que es un camino largo que
TODOS tenemos que recorrer, tenemos que cultivarlo, desarrollarlo, purificarlo
y estar preparados.
Recuerdo cuando estaba
en una parroquia en el Santuario de San Cayetano, en Liniers, había una
mujer que trabajaba en el laboratorio de un hospital público, se llamaba María
Elda Bechiarelli. En ese laboratorio había personas
-que estaban en fábricas, en Barracas y en tantos lugares- que no tenían los
resultados y tenían que venir a buscarlos. Ella, por su cuenta, se tomaba el
trabajo de llamarlos -podría ser a la casa o la fábrica y recordemos que en
aquella época no era común ver celulares- y les decía “no venga mañana porque
su resultado no está, se rompió la máquina y será la semana que viene”. A esa
persona nadie le pagaba por hacer ese llamado pero administraba bien y tenía en
cuenta a las personas. ¡Esto es administrar bien: tener en cuenta a las
personas y sus reales necesidades!
Si uno atiende mal, es
descortés, no le interesa, es indiferente y dice “total, que esperen”, eso es
de un mal administrador. Y esto es en un solo campo, pero también hay otros
campos públicos o privados; a veces en los privados hay menos paciencia y a
veces en los públicos uno abusa de ese “poder”
Tenemos que administrar
bien; tenemos que saber ser pobres y ponernos delante del otro para respetarlo
en sus reales necesidades. Porque donde está tu tesoro estará tu corazón.
Esperemos que esté bien su corazón donde está su verdadero tesoro.
Les dejo mi bendición:
en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén