VIGESIMA SEGUNDA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

                                           (Año Impar. Ciclo C)

Domingo 

Lecturas bíblicas   

a.- Eclo. 3, 17-18. 20.28-29: Hazte pequeño, y alcanzarás el favor de Dios.   

Este pasaje del Eclesiástico, nos habla de los deberes de los hijos para con los padres, y  de la humildad, virtud  a practicar en nuestra relación con el prójimo. El hombre humilde obra con llaneza y mansedumbre se atrae el afecto de todos. La actitud a  cultivar, es aquella  de no considerarse por encima de los demás, sino saber cuál es  el lugar que le corresponde a cada uno, lo que es más importante que la  generosidad. Un hombre, que conoce su realidad, sus límites, piensa, habla y obra  según su condición, esto atrae el aprecio de su prójimo. Ser grande o pequeño,  depende de la imagen que cada hombre posea en el interior de sí mismo, valores  personales, situación económica y rol que ocupe en la sociedad. Los ricos están más expuestos a los ataques de la soberbia, por lo tanto, cuanto más elevado, más el hombre debe humillarse.  El hombre sólo atraerá la bendición  divina, cuando se abaje y se humille delante de Dios y con ello glorifica a Dios (cfr. Ez. 21, 31, Sal. 85, 10; 95, 4). El corazón del soberbio vive herido de muerte, porque se repliega en sí mismo; el corazón humilde y sabio vive abierto para Dios y atento a escuchar su voluntad.

b.- Hb. 12, 18-19. 22-24: Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios  vivo.  

El apóstol clarifica la situación del cristiano, respecto a la antigua alianza que tuvo  lugar en el Sinaí,  y la nueva, la revelación definitiva, que nos viene por Jesucristo. La perseverancia en la fe produce la justicia apacible a los ejercitados en ella (Hb.12, 11). La vida del cristiano es el cielo, que opuestamente a las realidades caducas y sensibles de la antigua alianza, la epifanía del Sinaí, causó un espíritu de temor (cfr. Ex.19, 18; Dt. 4,11).  En cambio, la Nueva Alianza acerca al cristiano al cielo,  al monte  Sión, la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios vivo, conciudadanos     con miles de ángeles, la  asamblea de los justos, en definitiva, los que han concluido la carrera, consumados por la fe en Jesús (cfr. Hb.12,2). El cristiano ha entrado, en forma permanente, por la fe, está con Cristo en el santuario celestial (cfr. Hb.11,1; 4,26; 7,24; 10,22). La Alianza sellada en el Sinaí ha sido superada;  Jesús murió y resucitó, su sangre es más valiosa que la de Abel, porque no pide  venganza, sino misericordia y perdón. La aspersión de la sangre purificaba a los  hombres para entrar en la presencia de Yahvé; la sangre de Cristo, lava la  conciencia de los pecados, por eso, habla mejor que la de Abel.

c.- Lc.14, 1. 7-14: Elección de los asientos y de los invitados. 

El evangelio, nos presenta a Jesús en un banquete, donde implícitamente hace alusión al Reino de  Dios. Encontramos dos momentos: la parábola de los puestos en la mesa (vv.7-11),  y la elección de los convidados  (vv.12-14). La primera parte de este evangelio se dirige a todos los invitados: hay  que escoger los últimos puestos, y no  buscar los primeros, como hacían los  fariseos.  Porque se deja la oportunidad al anfitrión de ponerte en un lugar más  adelante; esta propuesta de Jesús, además de ser una norma de educación, es una  actitud humilde y religiosa en vista al banquete del Reino de Dios. La humildad es una virtud esencial para entrar en el Reino de los Cielos, actitud por la que se es ensalzado por Dios (cfr. Mt.18, 1-5; 20, 20-23; Mc.9, 33-37; 10, 35-40; Lc.18, 14; 22,24-27; 1Pe. 5,6). Los invitados al banquete serían todos fariseos, a los que Jesús ya señaló como aquellos que buscaban los primeros puestos. Esta es la actitud equivocada, según Jesús (cfr. Mt. 11,43). En la parábola los invitados escogían los puestos de honor, pero si se equivoca el anfitrión lo puede desplazar más abajo para poner a otro más importante en ese lugar En ese momento sólo el último lugar estará libre, lo que le restaba honor delante de los demás. Lo que aconseja Jesús es, sentarse en el último lugar, para que el anfitrión al verlo le diga: “Amigo, sube más arriba” (v.10). Ese trato honorable, lo honra ante los otros invitados, Jesús habla de crecer en la estima de los demás. Esta advertencia escatológica, es para que practicada la humildad en esta vida, sea exaltado en el último día: “Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille será ensalzado” (v.11, Lc.1, 51-53; Ez. 21,31). En un segundo momento, Jesús señala a quienes no hay que invitar a un banquete: familiares, amigos o vecinos ricos, no porque Jesús tenga contra ellos, sino porque ellos nos devolverán la invitación (v.12). Hay que invitar a pobres, lisiados, cojos, ciegos, etc., porque no pueden corresponder, lo que rompe la reciprocidad y los pobres tienen nuevas oportunidades (v.13; cfr. Lc.14, 21; Lv. 21,18-20, Tb.2, 2). Quien lo practica será dichoso (cfr. Lc. 6, 20-23), porque serán pagados por Dios, en la resurrección de los justos, es decir, en el Juicio final.         

S. Teresa de Jesús, da una definición de humildad que hay que considerar siempre a  la hora de querer trabajar esta virtud en la vida cristiana: “Una vez estaba yo  considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la  humildad, y me puso delante, a mi parecer, sin considerarlo sino de presto, esto:  que es porque Dios es suma Verdad y la humildad es andar en verdad; que lo es  muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien  esto no entienda, anda en mentira. A quien más lo entienda agrada más a la suma  Verdad, porque, anda en ella. ¡Plega a Dios, hermanas, nos haga merced de no  salir jamás de este propio conocimiento, amén!” (6 Moradas 10,7).

 

Lunes

Lecturas bíblicas

a.- 1Tes. 4,13-17: A los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él.

b.- Lc. 4, 16-30: Jesús en Nazaret.

El evangelista nos presenta la visita de Jesús a la sinagoga de Nazaret, su pueblo. En este evangelio encontramos: Jesús y lee y comenta la lectura (vv.16-21) y la admiración y rechazo del pueblo (vv.22-30). Guiado por el Espíritu, Jesús vuelve a su pueblo, pasa del desierto a estar en medio de la gente enseñando en sus sinagogas, alabado por sus auditores. En Nazaret, el joven Jesús acude en sábado a la sinagoga: se levantó e hizo la lectura del profeta Isaías 61,1-2 (vv.17-19). “El Espíritu está sobre mí” (v.18), en tiempos de Jesús se consideraba, todo un anuncio de la llegada del profeta escatológico, y que ÉL se lo aplica a sí mismo, inaugurando ese momento. Esta misión de Jesús se concretiza en: predicar la buena nueva a los pobres, y la que más refleja su necesidad de Dios y a todos aquellos que se abren a la acción de la salvación.  Anunciar la libertad a los cautivos, alusión profética a los exiliados. Esta libertad encierra lo físico, lo moral y lo espiritual; sanar la ceguera, significa, también ver el camino de Dios, tener acceso a la salvación; el profeta escatológico es la luz del mundo (cfr. Is. 42, 6-7). Proclamar la libertad a los oprimidos. Todo lo que no hicieron los antepasados, en particular los reyes de Israel, lo hará el Profeta con una justicia para con los más pobres. Proclama un año de gracia del Señor o jubilar, es un tiempo especial de salvación que inaugura en ese momento. El portador de la salvación actúa de palabra y de obra, es Salvador y portador de victoria (cfr. Lev. 25,10). Terminada la lectura, todos en la asamblea lo miran dirigiendo a ÉL sus interrogantes (v.20). “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura escuchado por vosotros” (v.21). Sigue la instrucción: Lo que tanto habían anunciado y esperado los profetas está ahora presente por medio de la persona y palabra de Jesús: se ha iniciado el año de gracia tan deseado por el pueblo (cfr. Lev. 19, 5. 9; 23, 43; 2Cor. 3, 14; Heb. 4,7). La palabra y autoridad de Jesús provocó la admiración de sus paisanos, reconocen que Dios estaba detrás de sus palabras (cfr. Dt. 8,3). En un segundo momento, encontramos el rechazo: “¿Acaso, no es este el hijo de José?” (v.22). No era posible que un hijo del pueblo, de una familia pobre, diera un año jubilar, trajera la liberación a Israel. La primera obligación de un hijo era para con su familia, los suyos, pero Jesús no seguía ese modelo. Jesús, adivina su incredulidad e indignación, y se aplica dos proverbios: “Médico cúrate a ti mismo…”, no aceptan que haya hechos milagros en Cafarnaún y no en Nazaret, “ningún profeta es bien recibido en su tierra” (vv. 23-24). Evoca los tiempos de Elías y Eliseo, que fueron a sanar a paganos, como la viuda de Sarepta y el leproso Naamán, el sirio (cfr.1Re.17-18; 2Re. 5, 1-14). Con estas palabras, la ira llegó a su punto máximo contra Jesús, ya que comparó a los nazarenos con paganos; lo sacaron de la sinagoga para lanzarlo desde un precipicio, pero El pasando en medio de ellos se alejó. El cristianismo es fe en el hoy de Dios, no es mirar el pasado, sino fe en la palabra de Dios. El creyente ha de vivir con alegría el hoy eterno de Dios que desde su palabra nos hace nacer cada día en el Espíritu de Cristo resucitado.

S. Teresa de Jesús, mujer de la Iglesia del Concilio de Trento, sufrió la ruptura protestante y por eso uno de los fines de la Reforma de la Orden Carmelitana, fue orar por la Iglesia y los sacerdotes que defendían con la santidad de vida, la predicación y sus escritos la verdad de la fe católica. “Todas ocupadas en oración por los…predicadores y letrados que defienden la Iglesia” (Camino de perfección 1,2).

 

Martes   

Lecturas bíblicas    

a.- 1Tes. 5,1-6.9-11: Murió por nosotros para que vivamos con él. 

b.- Lc. 4, 31-37: Jesús enseña y sana a un endemoniado.   

Este evangelio nos presenta a Jesús, enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm: un demonio lo reconoce como exorcista, Jesús lo manda callar (vv. 33-35), reacción de la gente (vv. 36-37). Lo primero, Jesús enseña e  interpreta la Escritura, con libertad, su palabra  tiene autoridad, poder, puesto que Jesús habla en virtud del Espíritu Santo (v.31). En la sinagoga hay un hombre poseído por un demonio que reconoce a Jesús, no soporta su  presencia, adivina que ha venido para destruirlos. Sabe quién es: “El Santo de Dios” (v. 34; cfr. 2Re.4, 9; Sal. 106,16; Jc.13, 7). Jesús le manda callar, demostrando quien manda en esta situación, expulsa al  demonio, como signo de la expulsión, el hombre cae al suelo, pero  sin daño físico (v.35). El demonio acepta la derrota, queda de manifiesto el poder de Dios mediado por Jesús de Nazaret. En un segundo momento encontramos la reacción de la gente: “Quedaron todos pasmados, y se decían  unos a otros: “¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus  inmundos y salen.” Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.” (vv.  36-37). La asamblea se pregunta por el poder de las palabras de Jesús y la autoridad de su persona. Jesús es aquel que anunciaba Juan el Bautista, cuando enseñaba que era más fuerte que él, una fuerza que hasta los poderes del mal le obedezcan (cfr. Lc.3,16). Su fama crecía y todos quieren conocerle, aunque las curaciones en sábado cuestionarán toda su doctrina y forma de hacer el bien. También hoy, hay muchos que se acercan a Jesús, puesto que la comunidad  eclesial celebra su fe en Cristo resucitado. 

Santa Teresa recomienda mucha oración para no ser tentados: “Este modo de traer a Cristo con nosotros aprovecha… para… andar seguros de los peligros que el demonio puede poner en la oración” (Libro de la Vida 12,3).

 

MIERCOLES

Lecturas bíblicas      

a.- Col.1,1-8: El mensaje de la verdad ha llegado a vosotros y al mundo entero. 

b.- Lc. 4, 38-44: He venido a  anunciarles el Reino de Dios.   

En este pasaje encontramos tres momentos diversos: la curación de la suegra de Pedro, primer milagro de Jesús (vv. 38-39); numerosas curaciones (vv. 40-41), y va fuera de Cafarnaúm a predicar (vv. 42-44). La suegra de Pedro,  está enferma, alguien le pide la sane: Jesús  se inclinó sobre ella, conminó la fiebre para que saliera del cuerpo, y la sanó (v.39).  Sólo ahora la mujer adquiere protagonismo, puesto que se levantó y se puso a servirles (cfr. Lc. 8,1-3). En un segundo momento tenemos numerosas curaciones. Jesús cura por la imposición de las manos y clarifica la situación de los demonios. A la caída del sol, viene a significar, pasado el  sábado, la gente traía sus enfermos para ser sanados por Jesús. Les impone las manos, hay cercanía, los bendice; los demonios gritan, reconocen su presencia de Hijo de Dios, por ello les manda callar, saben que es el Cristo, el Mesías (v.41). Finalmente, al hacerse de día, busca la soledad para estar con el Padre, es decir, para orar (v. 42). La gente  quiere retenerle, pretenden que se quede con ellos para siempre, con lo que se produce un contraste con Nazaret, donde lo expulsan. Jesús sabe que debe llevar la palabra a otras ciudades de Judea es decir, de todo Israel  (v. 44). Su servicio es para todos,  itinerante, por lo tanto, no puede permanecer en un lugar exclusivo, si quiere  predicar el reino de Dios, realidad sobre la cual gira la vida de Jesús. Se marcha de  ese lugar, y sigue su camino. 

S. Teresa de Jesús experimentó muchas veces, la fuerza de la palabra de Dios, comunicaciones directas del Señor Jesús a su alma: “Quedé… con grandísima fortaleza…para cumplir con todas mis fuerzas la más pequeña parte de la Escritura divina. Paréceme que ninguna cosa se me pondría delante que no pasase por esto”  (Libro de la Vida 40,2).

 

JUEVES   

Lecturas bíblicas    

a.- Col.1,9-14: Nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.  

b.- Lc. 5,1-11: Vocación de los cuatro primeros discípulos.   

En este texto, tenemos la pesca milagrosa (vv.4-9), y la vocación de los cuatro primeros discípulos (vv.10-11). Luego de presentarnos la identidad de Jesús (cc.3-4), entramos ahora en el tema eclesiológico (cc.5-6). Jesús comprende que otros hombres le deben ayudar en su misión (cfr. Mc.1, 16-20; Jn. 21,1-14). La gente se acercaba a Jesús para oír la palabra de Dios (v.1). La autoridad de la palabra del Nazareno viene de Dios, convierte su pensamiento, con el que se identifica,  en buena nueva. Jesús y Pedro, ya  se conocen, por lo mismo, escoge su barca, se sienta, y ÉL  enseñaba, a orillas del lago de Genezaret. Acabada la predica manda a Pedro, que bogue mar adentro, y ante la insistencia del Maestro, lo hace, pero Pedro le advierte, que han pasado la noche sin coger nada, habla como profesional, pero porque Jesús lo dice: echará las redes (n.5). Pedro se fía de las palabras del Maestro (cfr. Gn.15, 5; Rom. 4,18-21). Recogieron una gran redada de peces, tanto, que las redes amenazaban romperse, pidieron ayuda, y llenaron dos barcas, que casi se hunden (v.7). Si ellos necesitaron brazos para sacer la pesca, cuanto más, Jesús para su obra salvadora (cfr. Lc.7, 18-23;  8,2). Ante este segundo prodigio de Jesús, relacionado con Pedro reacciona:   se echa a sus pies y le pide: “Aléjate de mí,  Señor, que soy un hombre pecador.” (v.8). Se siente indigno, de estar en compañía de Jesús, en un gesto de humildad reconoce su supremacía (cfr. Is. 6, 5). Lo mismo sus compañeros de labores: Andrés, hermano de Simón,  Santiago y Juan, hijos del Zebedeo (vv. 5.6.7; cfr. Mc.15, 40; 1,20; Mt. 20, 20). En un segundo momento, se dirige a Simón, le dice, que no tema y le presenta su vocación para el futuro: será pescador de hombres vivos (v.10), es decir, agregará hombres al Reino de Dios. Jesús en la persona de Pedro habló también a sus compañeros, así se entiende que lo dejaron todo, barca, redes, trabajo, casa, por seguir a Jesús. Lo que ahora da sentido a su vida es Jesús y el Reino de Dios.

S. Teresa de Jesús, comprendió eso de ser discípula de tan gran Maestro, puesto que  se puso a su escucha y servicio, por esto les propone a sus hijos e hijas este  pensamiento: “No es pequeño bien y regalo del discípulo ver que su maestro le  ama” (Camino de perfección 26,10).

 

VIERNES   

Lecturas bíblicas    

a.- Col.1,15-20: Todo fue creado por él y para él. 

b.- Lc. 5, 33-39: Discusión sobre el ayuno.   

Este pasaje nos presenta una pregunta de los fariseos a Jesús acerca del ayuno de los discípulos (v.33), y tres comparaciones: en una boda no se ayuna (vv.34-35); no se hacen remiendos con tela nueva (v. 36); no se pone vino nuevo en odres viejos (vv.37-38). Proverbio final (v.39).  Los fariseos presentan a Juan y sus discípulos, como los que lo practicaban el ayuno y oran, mientras sus discípulos no se privan de comer y beber (v.33; cfr. Lc. 5, 30; 7, 34). Si bien los fariseos eran más cercanos a Juan, aquí vemos dos estilos de vida religiosa y sus motivaciones que hace a unos tristes y otros alegres; mientras los primeros están sólo preocupados de cumplir, los otros tienen a una persona que es causa de alegría: Jesús de Nazaret. ÉL responde con una contra pregunta. ¿Se puede ayunar en una fiesta de bodas en la que el esposo es un íntimo amigo? (v.34). La relación que se habla aquí es de amistad, libertad, personas que conservan su identidad entre Maestro y discípulos (cfr. Jn.1, 29; Lc.12, 35-36). Si no se opone a la práctica del ayuno, Jesús les anuncia que el novio les será arrebatado, velado panorama de su propia pasión. En un segundo momento, les habla con dos parábolas que, si bien es judío y conserva las tradiciones, su palabra y estilo de vida es nuevo y no se puede mezclar, ya que arruina ambas partes, como los remiendos en tela nueva o poner vino nuevo en odres nuevos. No se remienda un vestido viejo, con tela nueva, ni tampoco vino nuevo que fermenta, en odres viejos porque se revientan y se pierde ambas cosas.  En definitiva, el Evangelio no entra en los moldes del viejo judaísmo. Jesús termina con un proverbio (cfr. Eclo. 9,10), con tintes irónicos: los fariseos prefieren el vino añejo, no se abren a la novedad del evangelio, vino nuevo (v.39), no aceptan los cambios. Muchos creyentes no han descubierto la novedad del  evangelio y llevan en sus vidas remiendos de cristianismo; toda vía son fariseos; los cristianos se han revestido de  Jesucristo, son los amigos del Esposo, que en el  banquete de la Eucaristía participan de las bodas del Cordero.         

S. Teresa de Jesús en este pasaje del Cantar de los cantares, expresa la experiencia  de Teresa de Jesús de saber que la caridad, su amor eterno, ordena toda su  voluntad, todo su querer, la hace criatura nueva. “La metió Dios en la bodega del vino, y ordenó en ella la caridad” (5 Moradas 2,12; cfr. Ct. 2, 4).

 

SABADO

Lecturas bíblicas    

a.- Col. 1, 21-23: Habéis sido reconciliados, y Dios puede admitiros a su presencia como a un pueblo santo, sin mancha. 

b.- Lc. 6, 1-5: Las espigas arrancadas en sábado.   

Este pasaje del evangelio, se refiere al hecho de comer los granos de espigas por parte de los discípulos (vv.1-2), y la respuesta de Jesús (vv.3-5). El texto se refiere a las tradiciones judías sobre la correcta interpretación de la Ley. El texto compara a Jesús con David, y sus discípulos  con  militares, demostrando así que si el rey obró legalmente, también lo hizo Jesús con  sus seguidores. En los dos casos, la Ley aparece como una servidora de los  hombres, y no al revés. Jesús camina con sus discípulos, atraviesan unos trigales y al tener hambre, cogieron espigas, las frotaron con las manos y comieron los granos. Los fariseos reprochan al Maestro que esas acciones están prohibidas en sábado. Se permitía coger espigas de un campo ajeno, siempre que no se  metiera la hoz (cfr. Dt. 23,  26; Ex. 34,21). La crítica no estaba en haber cogido las espigas, sino en haberlas  frotado, considerado como un trabajo en sábado; era día de descanso. Jesús para defender su causa, trae a la memoria pasajes del AT.,  concretamente el episodio de David y sus compañeros que tomó los panes  consagrados para alimentar a sus soldados, pan que le concedió el sacerdote  Ajimélek y que se acababa de retirar del altar, alimento que sólo comían los  sacerdotes del templo. El sacerdote sólo les exigió, que estuvieran limpios de mujer, antes de  comer el pan (cfr. 1Sam 21,1-7). Jesús sabe que lo que hizo David no era legal,  nadie le reprochó su actitud, ni el sacerdote Abimelec, ni los escribas y fariseos, por  lo tanto, la necesidad excusa la trasgresión de la Ley. Si bien Jesús interpreta  correctamente este episodio, espera que los fariseos cambien de actitud, pero  éstos no consideran a Jesús uno de los suyos. Sus discípulos no violan el sábado, la  Ley, al frotar y desgranar espigas porque tenían hambre. La compasión con los  hombres necesitados es más importante, que la observancia de la Ley. El sábado no  puede impedir que se haga el bien al necesitado (cfr. Mt. 12, 5-7). La frase última  del texto sobre el Hijo del Hombre, se refiere a que ÉL es Señor del sábado, tiene el poder dado por Dios para disponer del reposo sabático, imagen del descanso de  Dios luego de la creación (cfr. Gen. 2,3), había que darle su sentido original al sábado  como tiempo sagrado, para hacer el bien, sanar a los enfermos, escuchar su  palabra (cfr. Lc. 6,9; 4,3; 13,16). Jesús hace uso de su autoridad divina,  para librar a los hombres de su aflicción y necesidad. Dios permite, que en el  ámbito más sagrado, como es el culto, Jesús intervenga, porque ha comenzado el  tiempo del Mesías, tiempo de salvación, es decir, tiempo de misericordia para con  los hombres. Pronto la comunidad cristiana, dejó el sábado  por el domingo, día de  la Resurrección del Señor Jesús, para celebrar la palabra de Dios, alimentarse de la  Eucaristía y hacer obras de misericordia con el prójimo, precisamente en el día del  culto al Dios de la Vida.  

S. Teresa de Jesús, descubre en el misterio de la Eucaristía, una de las  manifestaciones de la kénosis de Cristo Jesús, es decir, ese abajamiento suyo para  estar cerca del hombre pecador, del redimido hasta hacerse alimento sustancioso  para su vida. “Cuando yo veo una Majestad tan grande disimulada en cosa tan poca  como es la Hostia…me admira sabiduría tan grande” (Libro de la Vida 38, 21).

P. Julio González C.

Pastoral de Espiritualidad Carmelitana.