TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XXIV C
(15-septiembre-2019)
Jorge
Humberto Peláez S.J.
El amor misericordioso de
Dios no tiene límites
ü Lecturas:
o Éxodo
32, 7-11. 13-14
o I
Carta de san Pablo a Timoteo 1, 12-17
o Lucas
15, 1-32
ü Los
textos bíblicos de este domingo transmiten un conmovedor mensaje sobre el amor
misericordioso de Dios, quien comprende la miseria humana, nos invita a cambiar
el rumbo equivocado de nuestras decisiones y desea que todos nosotros alcancemos
la plenitud para la cual hemos sido creados.
ü Este
mensaje sobre el amor misericordioso de Dios contrasta cruelmente con las
condiciones de vida que padecen millones de seres humanos por el egoísmo de sus
líderes políticos y por la ambición de muchos que no dudan en explotar a los
más débiles.
ü En
medio de un mundo terriblemente rudo y amargo para muchos, la Palabra de Dios
proclama el mensaje del Creador del universo que muestra un rostro diferente,
el de la misericordia. Ese Dios trascendente, único y personal, plenitud de la
verdad y del amor, con infinita paciencia, conociendo nuestras debilidades, nos
invita a participar de su vida divina.
ü ¿Cómo
desarrollan las lecturas bíblicas este mensaje sobre el amor misericordioso de Dios?
o El
libro del Éxodo pone de manifiesto la total incoherencia del pueblo de Israel,
que acababa de vivir la formidable teofanía del Monte Sinaí y la promulgación
de los Diez Mandamientos. La comunidad había estado inmersa en una experiencia
única del poder y de la gloria de Dios. Sin embargo, construye la imagen de un
toro para rendirle culto. ¡Qué locura! ¡Qué insensatez!
o San
Pablo habla del amor misericordioso del Señor que lo invita a seguirlo, a pesar
de haber sido un fanático perseguidor de los primeros cristianos.
o El
evangelista Lucas reproduce tres hermosas parábolas donde se manifiesta el amor
misericordioso del Señor. Estas parábolas son: La oveja perdida; la moneda de
plata que se había perdido y es recuperada; y la parábola del hijo pródigo que
es un canto sublime a la misericordia.
ü Después
de esta visión de conjunto, vayamos al libro del Éxodo. Sorprende la superficialidad
del pueblo de Israel que, habiendo experimentado la inmensidad del poder de
Dios en la cima del monte Sinaí, a los pocos días – por no decir que horas -,
desconoce estos acontecimientos y regresa a las prácticas idolátricas de sus antepasados.
Por eso el autor sagrado expresa, con palabras muy humanas, el juicio de Dios:
“Veo que este pueblo es un pueblo testarudo. Quítate (le dice a Moisés) que voy a descargar mi furor contra
ellos y a exterminarlos”.
ü A
continuación, Moisés hace una oración de súplica para implorar la misericordia
de Dios para con su pueblo. Es una oración que se desarrolla como un diálogo en
el que Moisés recuerda todas las acciones de Dios en favor de su pueblo.
Finalmente, triunfa el amor misericordioso: “Entonces el Señor se conmovió y no
le aplicó a su pueblo el castigo anunciado”.
ü Esta
historia de las infidelidades e incoherencias de Israel nos trae a la memoria
la trayectoria de nuestras debilidades y traiciones. Aunque nosotros nos
hayamos apartado muchas veces de Él, Jesucristo siempre está junto a nosotros.
No nos abandona.
ü En
su I Carta a Timoteo, san Pablo rinde público testimonio de la misericordia de Jesucristo
que se hizo presente en su vida; de perseguidor pasó a ser el gran anunciador
de la Buena Noticia del resucitado en medio de los pueblos gentiles: “Nuestro Señor
tuvo compasión de mí, que no tenía fe y no sabía bien lo que hacía. Y en un
derroche de generosidad me dio la fe y el amor que me hicieron cristiano. Es
muy cierto y del todo indiscutible, que Cristo Jesús vino al mundo para salvar
a los pecadores, empezando por mí, que soy el primero”.
ü La
lógica de la misericordia de Dios es diferente de la lógica humana. Aquí Jesucristo
vence, a través del amor, al que fuera su gran enemigo y lo invita a unirse al
proyecto de la construcción del Reino. En el mundo de la política y de los
negocios las cosas son a otro precio. Aquel que sea percibido como una amenaza
potencial o real, debe ser neutralizado; y para ello se utilizan todos los
medios conducentes a este fin.
ü El
evangelista Lucas sintetiza unas hermosas parábolas de Jesús donde el rasgo
dominante es el amor misericordioso del Señor. Muestra cómo es el Señor quien
toma la iniciativa para buscar al pecador, el cual es simbolizado en estas tres
imágenes: la oveja perdida, la moneda de plata que fue recuperada y el hijo que
había abandonado la casa paterna.
ü Un
elemento importantísimo de estos tres relatos sobre el amor misericordioso de Dios
es la alegría:
o En
la parábola de la oveja perdida: “Al llegar a la casa llama a los amigos y
vecinos y les participa su felicidad diciéndoles: ¡Qué alegría! ¡Encontré la
oveja que se me había perdido!”
o En
la parábola de la moneda de plata: “Cuando la encuentra, llama a sus amigos y
vecinos y les participa su felicidad diciéndoles: ¡Qué alegría! ¡Encontré la moneda
que se me había perdido!”
o Y
el anciano padre del hijo pródigo organiza una fiesta para celebrar el regreso:
“Hagamos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y resucitó, estaba
perdido y lo encontramos”.
ü El
mensaje es clarísimo: El reencuentro del pecador con el amor misericordioso de
Dios es motivo de fiesta y alegría. Por eso es muy importante formar la
conciencia moral de los fieles para que aprendan a reconocer sus debilidades,
expresar su deseo de cambio y emprender un nuevo camino con alegría y paz. No
hay lugar para los pensamientos sombríos y la angustia. El Señor nos perdona de
verdad, sin que gravite sobre nosotros ninguna amenaza. No estamos en libertad
condicional…También hay que formar a los ministros de la reconciliación para
que sepan actuar como ministros de la misericordia y no como inquisidores que
humillan a los feligreses. El sacramento de la reconciliación debe ser motivo
de fiesta y culminar con el banquete por excelencia, la eucaristía.