TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XXV C
(22-septiembre-2019)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Meditación
sobre nuestra actitud frente al dinero
ü Lecturas:
o Profeta
Amós 8, 4-7
o I
Carta de san Pablo a Timoteo 2, 1-18
o Lucas
16, 1-13
ü Las
lecturas de este domingo nos invitan a reflexionar sobre un tema que tiene la
máxima importancia y que interesa a todos los ciudadanos: ¿Cuál es nuestra
actitud ante el dinero? ¿Cómo lo conseguimos? ¿En qué lo gastamos? El dinero es
un protagonista esencial de la vida social. Nadie puede pretender ignorarlo.
Necesitamos el dinero para poder atender nuestras necesidades básicas y tener una
vida digna. Se necesita el dinero para desarrollar la infraestructura de hospitales,
escuelas, acueductos y vías. Se necesita el dinero para impulsar empresas que
generen puestos de trabajo. Gracias a la filantropía de individuos y empresas,
florecen Fundaciones que promueven causas nobles como la atención a las
personas más vulnerables, dar acceso a la educación a quienes no tienen
recursos, investigar para resolver importantes problemas de la humanidad. Todos
conocemos respetables instituciones con una larga trayectoria al servicio del
país.
ü Pero,
por otra parte, vemos cómo la ambición desmedida es causa de gravísimos males
sociales. Mencionemos algunas de estas fatídicas consecuencias:
o En
Colombia, el dinero del narcotráfico ha producido un verdadero cataclismo en
todas las instituciones. Es el tóxico más venenoso del cuerpo social.
o Según
las encuestas de opinión, los ciudadanos identifican a la corrupción como su
mayor preocupación, la cual ha contaminado, por igual, a los sectores público y
privado.
o La
ambición desenfrenada de dinero da aliento al aterrador comercio de seres
humanos como son la prostitución, particularmente de menores de edad, el tráfico
de migrantes y el trabajo en condiciones de esclavitud.
o También
la ambición significa negación de la justicia social. Hay muchas personas que
no dudan en gastar cuantiosas sumas de dinero en artículos de lujo, al mismo tiempo
que son repugnantemente avaras con sus empleados, negándoles lo que en derecho
les corresponde.
ü Por
eso son tan pertinentes las lecturas de este domingo, pues los hechos que
describen con crudeza nos llevan a examinar cuál es nuestra posición ante el
dinero:
o ¿Qué
reflexión introduce el profeta Amós? Su
gran preocupación es la justicia social. La ambición engendra prácticas
corruptas en el comercio y estimula comportamientos de explotación.
o ¿Qué
reflexiones introduce la parábola del administrador deshonesto? Allí aparecen
dos temas que se dan en la vida diaria: las nefastas prácticas de los que muestran
una astucia perversa en los negocios para ampliar el margen de sus ganancias; y
el tema de la confianza en el mundo de las relaciones sociales y los negocios.
ü Empecemos
leyendo al profeta Amós. Se siente profundamente indignado ante las malas prácticas
de los comerciantes de su época: “Disminuyen la cantidad y aumentan el precio,
usan balanzas falseadas”. Estos comportamientos señalados por el profeta
subsisten en nuestros días, y han aparecido nuevas conductas delictivas como son
el contrabando y el lavado de activos. Ante la fuerza que han tomado los deshonestos,
cada día es más difícil la sobrevivencia de las personas honestas que cumplen
con todas normas legales y compiten en situación de inferioridad con estas
poderosas mafias nacionales e internacionales que tienen dominados los
mercados.
ü La
segunda denuncia del profeta Amós se refiere a la desventaja crónica en que
están condenados a vivir los pobres: “¡Los necesitados tienen que venderse a
ustedes por dinero, ustedes compran al pobre por un par de sandalias!” La
capacidad de negociación que tienen los pobres es ínfima: deben aceptar las
condiciones injustas de trabajo que muchas veces les impone el empleador; y
como los pobres no tienen capacidad de financiación, todo les resulta más caro.
ü Teniendo
en cuenta esta desoladora realidad que describe Amós, vale la pena dar un
renovado impulso a la economía solidaria, que tanta fuerza ha tomado en muchos
países, que permite prescindir de los intermediarios, que son los que inflan
los precios y se quedan con las utilidades.
ü Vayamos
ahora al evangelista Lucas, que nos narra la parábola de administrador tramposo. Parece inspirado en la realidad
que viven muchas organizaciones. En todas ellas pueden infiltrarse empleados
que arman complejas redes de alianzas y procedimientos torcidos para quedarse
con un dinero que no les pertenece. Su imaginación para el delito no conoce
límites: Facturas falsas, reportan gastos inexistentes, pagan comisiones, etc.,
etc.
ü ¿Qué
hacer? La solución no es simple. Hay que trabajar simultáneamente en diversos
frentes: los valores éticos y los procesos. Lo más importante es la formación
en valores, que viene desde el hogar. Y diseñar unos rigurosos procesos de
gestión que reduzcan el margen de maniobra de los deshonestos. Es necesario introducir
una cultura de rendición de cuentas y la vigilancia continua de la Revisoría
Fiscal y la Auditoría. Es muy peligroso cuando se baja la guardia.
ü Las
obras apostólicas de la Iglesia deben dar ejemplo de transparencia y pulcritud.
El Papa Francisco ha querido introducir profundos cambios en cuanto a la
administración de los recursos de la Iglesia, pero ha encontrado una feroz
resistencia de poderosos feudos que no quieren rendir cuentas.
ü El
segundo tópico que aparece en esta parábola del administrador deshonesto es la confianza: “El que es digno de
confianza en lo más pequeño, lo es también en lo grande. Si no merecen
confianza en el manejo de la falsa riqueza, nadie les va a confiar la
verdadera”. Uno de los mayores tesoros de un individuo y de una organización es
la confianza que inspiran. Ganarse la confianza es un trabajo de años que es
posible destruir con una decisión equivocada. El administrador deshonesto de la
parábola genera una profunda desconfianza porque su modo de gestionar es a través
de mentiras y engaños.
ü Decíamos
al comienzo de esta meditación que los textos bíblicos propuestos por la liturgia
dominical nos llevan a reflexionar sobre nuestra actitud ante del dinero. Las denuncias
sociales del profeta Amós y las malas prácticas del administrador que son descritas
en el relato de la parábola nos sugieren inquietantes preguntas.