TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XXVIII C
(13-octubre-2019)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Naamán
y el samaritano, dos inspiradoras historias de vida
ü Lecturas:
o II
Libro de los Reyes 5, 14-17
o II
Carta de san Pablo a Timoteo 2, 8-13
o Lucas
17, 11-19
ü Las
lecturas de este domingo son unos relatos sobre las experiencias de vida de dos
personajes, Naamán jefe del ejército del rey de Siria, y un samaritano. Aunque
sus perfiles y trayectorias son muy diferentes, coinciden en aspectos que
tienen gran significación:
o Naamán
estaba en lo más alto de la pirámide del poder, pues pertenecía al círculo íntimo
de los colaboradores del rey de Siria, quien le había confiado sus ejércitos.
En pocas palabras, tenía poder político y, en consecuencia, poder económico.
Pero ese poder era inútil frente a la enfermedad que lo aquejaba, pues en esa época
se desconocían su origen y su tratamiento. Hoy en día ese problema está superado.
o El
samaritano del relato evangélico era un ciudadano de segunda categoría, a quien
los israelitas miraban con displicencia. El pueblo samaritano era una disidencia
religiosa que se había apartado de la ortodoxia de la Alianza. A pesar de estar
en lo más bajo de la pirámide social, tenía la misma enfermedad que el poderoso
general sirio. Eso nos hace comprender lo artificiales que son las barreras
socio-económicas; ante la enfermedad, el dolor y la muerte, todos somos igualmente
vulnerables. Son dos historias de vida. Dos posiciones extremas en la pirámide
social. Dos creencias religiosas diferentes. Pero tenían en común la misma
enfermedad que desbordaba los conocimientos científicos de la época.
ü A
pesar de las profundas diferencias entre los dos personajes, Dios se hace
presente en sus vidas devolviéndoles la salud.
ü ¿Cómo
es el camino de la fe que recorre Naamán? Leemos en el relato del II Libro de
los Reyes: “Fue al río Jordán y se bañó siete veces en él, como se lo había
indicado del profeta Eliseo; y quedó limpio de la lepra, con la piel como la de
un niño”.
ü ¿Cómo
es el camino de la fe que recorre el samaritano? Según nos relata el
evangelista Lucas, “al entrar en una población, le salieron al encuentro diez
leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritar: ¡Jesús, maestro,
ten compasión de nosotros!”. Cuando Jesús los vio, les dijo: “Vayan a
presentarse a los sacerdotes. Y al ir a presentarse, quedaron libres de la
lepra”.
ü Estas
historias de vida nos invitan a reflexionar sobre tres puntos: 1° cada persona tiene un modo diferente de encontrarse
con Dios; 2° la gracia de Dios no tiene fronteras y se manifiesta donde Él
quiere; 3° el agradecimiento.
ü Naamán
y el samaritano se encuentran con la
gracia de Dios de manera diferente. Como Naamán era un hombre poderoso,
pensó que podía comprar el don de la salud regalando al rey de Israel treinta
mil monedas de plata, seis mil monedas de oro y diez vestidos. A pesar de este
mal comienzo, el profeta Eliseo se encargó de redireccionar este proceso espiritual
que tendría como punto final la proclamación de Yahvé como único Dios.
ü El
camino de la fe que recorre el samaritano es muy diferente. Conoce su enorme fragilidad
y ha sufrido una cruel exclusión social. Por eso no tiene el orgullo de Naamán
y hace una petición que le sale del corazón: “¡Señor, maestro, ten compasión de
nosotros!”
ü La
historia espiritual de cada ser humano es diferente. Y la gracia de Dios se nos
ofrece de muchas maneras. Como Padre amoroso, conoce nuestras complejidades e
irrumpe en nuestras vidas de manera insospechada. En este camino de búsqueda espiritual
es de mucha utilidad contar con una persona experimentada que nos ayude a leer
los acontecimientos y así poder reconocer el camino que el Señor nos muestra.
ü La
segunda reflexión que nos suscitan las historias de vida de estos dos personajes
es tomar conciencia de que la gracia de
Dios no tiene fronteras. El Espíritu Santo se manifiesta donde quiere. En
el caso de Naamán, la gracia de Dios se hace presente en la vida de un pagano;
en el caso del samaritano, la gracia de Dios se manifiesta en la vida de un
sencillo hombre que no estaba en comunión con la ortodoxia de Israel.
ü Hay
que recordar que el pueblo de Israel era muy celoso a este respecto, y se consideraba
el propietario de la promesa de salvación entendida, no como un regalo que
debía ser compartido, sino como un derecho inaccesible para los demás pueblos.
La universalidad de la salvación obrada por Jesucristo debe recordarnos que ningún
poder humano puede pretender apropiarse de la verdad; carece de sentido dividir
a la humanidad entre buenos y malos, honestos y deshonestos, salvados y
condenados.
ü En
consecuencia, la xenofobia, comprendida como rechazo al extranjero y al que es
diferente, constituye un comportamiento inaceptable. En nuestros tiempos,
escandaliza el contraste ente la intensa conectividad que nos permite la
tecnología y las barreras de prejuicios y discriminación que se están levantando
entre los pueblos con el apoyo de los líderes políticos. Parece que la humanidad
ya olvidó los millones de muertos de las dos Guerras Mundiales y el desastre de
las guerras civiles y vuelve a atizar el fuego de las rivalidades e
incomprensiones.
ü La
tercera reflexión que suscitan en nosotros estas dos historias de vida es la importancia del agradecimiento. Los dos
personajes quieren manifestar su agradecimiento a Dios. Cada uno lo hace a su
manera. En el evangelio de Lucas se insiste en este punto, contrastando la
actitud del samaritano y la de los otros nueve que fueron igualmente curados de
su enfermedad. Dice Jesús: “¿Dónde están los otros nueve? ¿No hubo sino este extranjero
que volviera a dar gloria a Dios?”
ü El
agradecimiento es uno de los sentimientos que mejor expresa la calidad de un
ser humano. Es reconocer que todo lo que tenemos es un regalo al que no tenemos
derecho ni podemos exigir. Pero esta mentalidad es bastante escasa, pues
estamos acostumbrados a exigir: al Estado, a los papás, a los amigos, a las
instituciones. No tenemos conciencia de la reciprocidad en las relaciones. No
se nos ocurre decir por favor y gracias.
El tono de exigencia hace muy compleja la convivencia, pues refleja un egoísmo
profundo, ya que pretende situarnos en el centro de la atención de los demás. A
la luz del comportamiento de estos dos personajes, revisemos nuestro modo de
orar: ¿prevalece en nosotros la oración de petición?, ¿de vez en cuando nos
acordamos de agradecer?
ü Concluyamos
nuestra meditación dominical que ha profundizado en la historia de vida de
estos dos personajes, muy diferentes en cuanto a sus perfiles, pero abiertos a
la acción de Dios. Su proceso de fe nos ha permitido comprender que cada
persona, según el llamado de Dios, recorre un camino diferente; que el Espíritu
Santo actúa donde quiere, sin tener en cuenta las barreras que los seres
humanos nos inventamos; y que debemos agradecer a Dios porque cada día es un
regalo que nos hace.