DOMINGO XXIX TIEMPO ORDINARIO CICLO C

UNA VIUDA MEMORIAL DE LAS VÍCTIMAS

En la segunda lectura Pablo continúa entregando su testamento a Timoteo. En la parte de su testamento leído pasados domingos, Pablo no habla de nada material; no le deja casas, ganados ni dinero, nisiquiera su fama; sino el depósito de la fe adquirida con el bautismo y sostenida por el Espiritu que ya está en él. Le pide no olvidar la Escritura que recibió desde niño porque ahí está la sabiduría para ser justos; y termina diciendo: “Solo me espera la corona de la justicia que el Señor como justo juez me entregará en aquel día y no solo a mi sino a todos los que hayan luchado por la justicia” (2 Tim 3,14-4.2). Lucas pudo haber conocido este testamento para recordarlo “en el testimonio de una viuda que iba a donde el juez para pedirle que la defendiera de un enemigo que tenía” (evangelio) La defensa no era por un litigio entre vecinos o una desavenencia casera sino por un enemigo victimario al que el juez no se le podía dar mucho tiempo. Después de darle largas al asunto, primera derrota de las victimas, “el juez que no tenía temor a Dios ni respeto por la gente se dijo voy a atenderla, hacerle justicia, para que no me moleste”. (evangelio).

Todo esto constituyó a la mujer viuda en memorial hacia el futuro de miles de víctimas utilizadas pero no reconocidas, elogiadas pero sin reparación; cuyo problema humano quedó como expediente irremovible; dejando la impresión que es más rentable, bajo todo punto de vista ser victimario, sin tener en cuenta que toda causa justa es la causa de Dios y el derecho de las víctimas. “Añadió el Señor: Esto es lo que dice un juez sin conciencia pero “creen que Dios no saldrá en defensa de sus escogidos, cuando clamen a él día y noche? ¿Creen que los dejará esperando? -Sin demora saldrá en defensa de ellos” (evangelio) .

NO PODEMOS BAJAR LOS BRAZOS

En medio de la injusticia en que vivimos y la deuda que todos tenemos con las víctimas y los victimarios, no podemos bajar los brazos. Moisés Aarón y Jer subieron a la cumbre del monte, y sucedió que, cuando Moisés tenía las manos en alto, dominaba Israel, pero cuando las bajaba, Amalec dominaba. Cuando Moisés se cansó sus compañeros lo hicieron sentar sobre una piedra colocándose a su lado le sostenían los brazos. Así Moisés pudo mantener en alto las manos hasta la puesta del sol signo de victoria de Yahvé contra el mal de la injusticia para Israel. Pero, cuando venga el Hijo del Hombre ¿encontrará en la tierra esa confianza? (evangelio)