COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires)
Trigésimo durante el año, Ciclo C
Evangelio según San Lucas 18,9-14
Refiriéndose a algunos que se tenían
por justos y despreciaban a los demás, Jesús
dijo también esta parábola: "Dos hombres subieron al Templo para
orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así:
'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni
tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte
de todas mis entradas'. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no
se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el
pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'. Les
aseguro que este último volvió a su casa, justificado, pero no el primero.
Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será
ensalzado".
ACTITUDES DE
FARISEOS Y PUBLICANOS
Esta oración
-del publicano y el fariseo- es tan representativa de nosotros que podríamos
decir que la actitud del fariseo --de estar lleno de sí, de aquel que nunca
reconoce un error, de aquel que es negador de todo, de aquel que juzga a los
demás en todas las cosas, del Catón que va señalando con el dedo a los otros
pero no es capaz de reconocer su propios errores, del espíritu de negación y
negarse a sí mismo o creerse que de alguna forma está lleno y que no tiene
problemas, o también la otra forma: nunca va a ser perdonado porque tiene
tantos pecados-- esta “actitud farisaica” a veces está presente en muchos de
nosotros.
Luego tenemos
al publicano, un pobre hombre, que es pobre pero es humilde; es pobre, es
humilde y reconoce; ¿qué reconoce? Reconoce más la grandeza de Dios y también
reconoce sus propias miserias, pero ofrece -a este Dios de misericordia- sus
propias miserias pero sabe que es más importante su Misericordia que sus
miserias y él reconoce sus pecados.
¿Y nosotros?
Lo mismo. Tenemos que tener la misma actitud. Cuando uno está más cerca de Dios
tiene más luz y cuando uno tiene más luz, ve más. Ver más significa ver más sus
pecados, sus límites, sus egoísmos, sus cosas negativas.
Por eso,
pidamos a Dios tener conciencia de nuestros límites, de nuestros pecados, pero
saber que Dios es rico en misericordia; pidamos tener la actitud del publicano
y no la actitud llena del fariseo, del orgullo, de la vanidad. Cuando
reconozcamos que tenemos pecados debemos seguir confiando en Dios, porque Dios
vino para nuestros pecados.
Les dejo mi
bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén