DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO CICLO C

LA VIDA ES EL ÚNICO CAMINO

Escasamente falta un mes y medio parar terminar el año 2019 y quince días para iniciar el adviento como preparación de la venida del Señor, Navidad.

Todo final entraña al mismo tiempo sentimientos de temor y esperanzas de algo nuevo; los exámenes para seguir adelante; la inversión económica para lograr buenos resultados, sembrar con sacrificio para obtener una buena cosecha, el duro trabajo de la formación y el estudio para obtener el resultado de un profesional que le sirva la sociedad. Se sufre por el país, pero da ánimo cuando las cosas resultan; hay momentos de menor monta pero que también producen alegría como cuando gana el equipo del alma. El fin del mundo es fuente de no pocos sufrimientos razón para convertirse en tema privilegiado del cine moderno: La luz del sol que se apaga, la tierra que se conmueve en sus raíces, la luna que no volverá a brillar y las estrellas que caen del cielo. En el evangelio de hoy Jesús dice frente al templo: “llegará un día en que todo eso que ven será destruido, no quedará piedra sobre piedra. Entonces le preguntaron: Maestro ¿Cuándo será eso y cual la señal que irá a ocurrir? Y el dijo cuidado con dejarse engañar “cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se alarmen. Esto tiene que suceder primero, pero el final no llegará inmediatamente.” (evangelio)

Dejemos al cine con el lenguaje escatológico (de fin del mundo) vayamos al contenido que nos lo da los evangelios para interpretar y explicar la victoria del resucitado frente el mal; victoria que es nuestra por el Bautismo que trae el Espíritu a nuestro interior para vencer al mal, transformándonos interiormente, sacándonos del egoísmo. Algo que con el esfuerzo individual hubiera sido imposible.

¿QUÉ VAMOS A HACER?

Pero si el final no va a llegar inmediatamente como dijo Jesús, entonces ¿Ahora que vamos a hacer? Si lo único que tenemos es el presente, y en el estamos para distanciarnos de él huyendo con la memoria al pasado o al futuro incierto. La primera pregunta que Yahveh le hizo al hombre cuando intentó convertirse en Dios fue ¿Dónde estás? Y para concretarlo en el presente de la vida de su hermano Abel le preguntó a Caín ¿dónde está tu hermano?

EL HOY DE LA SALVACIÓN                                                                                   

Dios nos ha creado para ser felices pero a fuerza de esperar la felicidad para mañana, o no dejar que Dios sane el pasado nos privamos de ser felices. Hoy, si sólo deseamos lo que no se tiene nunca se tiene lo que se desea. La auténtica esperanza, sin embargo, no sólo no nos aleja del presente sino que nos ancla en él. Porque, realmente, sólo hay una esperanza: la que corresponde al anhelo por el “Hoy de la salvación”

Nuestra felicidad no está en ningún futuro; tampoco en nada que pueda “conseguirse” o “lograrse”. La felicidad vive únicamente en el Presente y sólo cuando dejamos que venga a nosotros (Adviento) nos muestra su rostro (La Encarnación). El Presente es el único lugar de la felicidad, porque es el único lugar de la Vida: vivimos sólo mientras estamos en el “Hoy”. “Hoy se ha cumplido ante ustedes esta profecía (Nazaret) “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Jericó) Y como me las arreglo yo para estar siempre por fuera: de mi familia, fuera de mis responsabilidades sociales, y los problemas del país y la ciudad. ¿Cómo me las arreglo yo para estar siempre en otro sitio? “Enséñanos señor hoy el camino de la vida” (Sal.15)