COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones
de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas
por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
trigésimo tercero durante el año,
Ciclo C
Evangelio
según San Lucas 21,5-19.
Como
algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y
ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día
no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le
preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de
que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen
engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y
también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y
revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará
tan pronto el fin". Después les dijo: "Se levantará nación contra
nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas
partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el
cielo." Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los
entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y
gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar
testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán
preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría
que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados
hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos
de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni
siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán
sus vidas.»
VIVIR
DE ACUERDO A LAS CONVICCIONES
Ciertamente, se nos está hablando de
los últimos tiempos; podríamos decir la escatología, o sea los últimos tiempos,
pero esa escatología -es decir la etapa final- ya se está viviendo de un modo
anticipado, aquí y ahora, en este tiempo.
Estamos entre lo que ya es y lo que va
a venir, lo que va a ser; esa es nuestra vida como peregrinos, como ciudadanos,
ciudadanos de esta tierra pero también ciudadanos del cielo, de aquello que es
eterno, absoluto, total. Todos los que pasamos por este mundo vamos a tener que
peregrinar sabiendo que las cosas pasan: los sufrimientos, los sufrimientos
personales, los sufrimientos familiares, los sufrimientos sociales, los
sufrimientos eclesiales; después viene el tema de la naturaleza, que a veces no
se la respeta; vemos al Santo Padre Francisco hablando tantas veces de la
ecología -en Laudato Si, Alabado sea el Señor- porque
evidentemente hay que respetar a la naturaleza. El ser humano, los sistemas,
muchas veces la depredan y a la vez no la respetan. Y la naturaleza se cobra.
Hay que respetar a la naturaleza. Hay que respetarse uno mismo. Hay que
respetar a los demás. Hay que respetar a Dios. Por eso, siempre el ser humano
tiene una mirada contemplativa; cuando uno sabe contemplar, sabe respetar a los
demás.
Después vendrá lo relacionado a las
relaciones humanas. La tensión, la cultura hedonista, fragmentada, rota,
quebrada, diluida, sin sentido; ante una cultura de la vida -por ejemplo el
conflicto entre vida y aborto, el tema de la ideología de género, donde todo es
lo mismo (dos hombres, dos mujeres, como si fueran matrimonio). Uno no hace un
juicio personal objetivo-subjetivo de las personas pero ¿qué sean igual, a la
par?, es difícil ¿no?, es complicado. Pero bueno, la sociedad -como esto lo
niega- quiere que sea todo lo mismo, todo igual. ¡Y no es “todo lo mismo”!
Somos todos iguales como personas, pero cada uno tiene una identidad propia,
cada uno tiene raíces propias. Es importante que, respetando las diferencias,
se respete la unidad de los seres humanos.
Creo que hay que discernir, hay que
pensar y hay que vivir amasando acá lo que vamos a vivir allá; pero para vivir
allá, en el cielo, hay que amasarlo acá. Tener confianza, perseverar, pensar y
vivir de acuerdo a las convicciones.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén