COMPARTIENDO EL
EVANGELIO
Reflexiones de
Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios
de Capital y Gran Buenos Aires)
Domingo tercero de
Adviento, Ciclo A
Evangelio según San
Mateo 11,2-11
Juan el Bautista oyó
hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos
para preguntarle: "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a
otro?". Jesús les respondió: "Vayan a contar a Juan lo que ustedes
oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son
purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es
anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de
tropiezo!". Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a
hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una
caña agitada por el viento? ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con
refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los
reyes. ¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que
un profeta. El es aquel de quien está escrito: Yo
envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino. Les aseguro que
no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más
pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.
ADVIENTO 3: FIELES A
LA MISION
¿Qué
querrá decir esto? Vemos a Juan y Jesús.
Juan el Bautista es el Precursor, el que se adelanta, el que prepara el
camino; un hombre grande como persona, humilde, veraz y verdadero, obediente a
Dios; él da la vida por la Verdad -tal es así que fue decapitado-, y cuando
estaba preso Juan quería saber, porque se estaba esperando en Israel al Mesías.
Él
quería saber no por curiosidad sino por interés de fe y manda a dos de sus
discípulos a preguntar a Jesús y Jesús relata todas las cosas que hizo: curar
enfermos, hacer andar paralíticos, resucitar muertos, sanar. La presencia de
Cristo sana, cura, transforma, alimenta, fortalece. Por eso es importante el Evangelio,
la oración y la Eucaristía. Él está en la Eucaristía.
Para
que uno cumpla una misión tiene que tener experiencia de encuentro con Él. Y
cuando uno se encuentra con Él, cuando es encontrado por Él, uno es capaz de
dar testimonio y ser un buen discípulo. ¡No seamos cobardes! ¡No estemos
dormidos! ¡No miremos para otro lado! Cada uno tiene una existencia, una
vocación y una misión. ¡Es muy triste vivir sin misión! ¡Es muy triste no es
cuchar la vocación! ¡Es muy triste no valorar la vida!
Que
se vaya esa tristeza. Que reconozcamos nuestra vida. Que sepamos que tenemos
una vocación y que somos llamados, pero que también sepamos que tenemos una
misión. ¡Hay que descubrirla y ponerla por obra!
Que
Juan el Bautista nos de fuerzas para poder cumplir con la misión.
Les
dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén