Domingo 6º. Ordinario Ciclo A

CUANDO TE DIEREN LA VAQUILLA, ACUDE CON LA SOGUILLA

 

El texto de San Mateo que nos ocupa hoy, era algo importante en la relación con el  pueblo de Israel, del cual provenía Jesús y el mensaje nuevo que él quería entregar a la humanidad.  Los escribas y los fariseos eran enemigos acérrimos de Cristo y conocían perfectamente todos los recovecos de la antigua Ley de Moisés y en el fondo lo que trata de mostrar es que no hay ninguna oposición entre los dichos del Antiguo estamento  y el mensaje de Cristo, segundo, que entre los dos, Moisés y Cristo definitivamente es más importante es el segundo, y tercero, el avance del mensaje es que debemos pasar de la Ley y del cumplimiento de normas y normas y preceptos, a una confianza total en la voluntad de Dios y con  la presencia del Espíritu Santo que nos invita a confiarnos plenamente  en la gracia transformadora de Dios.

Bien entendido lo anterior, Cristo se detendrá en tres momentos importantísimos en la vida del cristiano la importancia de la vida, la actualidad de la vida matrimonial, destacando la importancia de la fidelidad y la pena del divorcio, agregando la necesidad  de no jurar absolutamente en nuestra relación con los demás, si en verdad somos seguidores del Dios que es verdad y vida.

PRIMERO, sobre, la vida, tenemos que considerar la gratuidad con que se nos entrega, tanto la nuestra personal como la de los demás. Nunca podremos agradecer a Dios suficientemente este don encantador de la vida humana. No habrá momento comparable al poder contemplar a una criatura recién nacida, donde los padres ven reflejada su propia imagen; o contemplar con los medios modernos de comunicación el desarrollo de la vida humana en el seno de la mujer. Qué perfección ver como van apareciendo en un orden rigurosamente establecido todos los datos de lo que será el hombre o la mujer en la vida adulta, desde los pelos de la cabeza hasta el tamaño de las uñas. Visto así, nadie duda hoy de que la vida humana comienza desde el momento de la fecundación, por lo que desde ese mismo momento la vida es sagrada porque proviene de la mano de Dios.  Y de ahí el mandamiento supremo: NO MATARÁS.  Es bueno volver a recordarlo porque como están las cosas en el mundo, sobre todo en nuestro querido México, parece que la vida humana es algo deleznable, algo sin sentido, algo de poca monta y así se habla de miles de desaparecidos de los que no se vuelve a saber nada, de cuerpos que aparecen descabezados o tirados en cualquier basurero de la ciudad, confundidos entre las toneladas de basura de los habitantes,  y no se diga de los crímenes en aumento a mujeres inocentes y ahora también a niños indefensos sin mencionar los millones de abortos en el mundo de los que deberíamos vivir profundamente avergonzados.

SEGUNDO, la pareja humana, y sobre todo la pareja bien constituida con la bendición de Dios, es un reflejo muy preciso del amor de Dios a la humanidad, que no se reserva nada, que todo lo entrega sin esperar recompensa y que tiene recompensas tan grandes que tenemos que sopesar adecuadamente.  Esa unión ha sido dotada de características muy precisas, en primer lugar, la fidelidad, en seguida la continuidad en el tiempo y algo muy importante, la apertura de la pareja a la vida humana. Esas tres características dan estabilidad, solidaridad y una gran paz a la pareja humana. Da tanto gusto ver a las parejas de jóvenes que, tomados de la mano, cantan su amor y su cariño, como esa misma pareja después de muchos años, caminan juntitos, encontrando sostén el uno en el otro.  De ahí la palabra de Cristo hoy: NO COMETERAS ADULTERIO. Qué importante es que hoy Cristo venga a recordárnoslo pues parece que las condiciones de la sociedad, donde hombre y mujer trabajan, se prestarían para que uno y otro pudieran gozar del mismo privilegio, de gozar de placeres que antes se consideraban casi exclusivo de los caballeros.  Y por eso Cristo en este mismo apartado vuelve a insistir en la necesidad de considerar el divorcio como algo plenamente dañino para la pareja humana.  Es verdad que en todas las épocas la pareja descubre en un momento de su vida, que la convivencia se volvió impracticable, o que otras circunstancias piden la separación. Pero hoy parece que lo que era excepción, ahora se convierte en algo tan natural y los papás hablan  mis tres hijas divorcias y de dos de los hijos separados. Tendríamos que reforzar la preparación de los novios hacia el matrimonio, pero más que nada, educar para que los jóvenes no tengan miedo a un compromiso que lo único que garantizaría sería una existencia feliz y pacífica.

TERCERO, la última recomendación de Cristo es sobre la necesidad de no jurar ni por el cielo ni por la tierra, si en verdad procedemos como Cristo nos ha enseñado, un cristiano no tendría ni que mentir ni tendría que jurar, porque eso sería desconfiar de su veracidad. Pero también Cristo insiste en la necesidad de que en caso de prometer algo al Señor, habrá que cumplirle, pues nos encontramos que casos que dan risa pero que causan una profunda pena como la de aquella madre que prometió llevar a su niño vestido de San Martín de Porres. y quería llevar a su “niño” cuando  este ya tenía 34 añitos bien vividos.

Como conclusión a nuestra reflexión pueden valer las palabras que San Pablo cita de la Sagrada escritura:

“Lo que Dios ha preparado para los que le aman, ni el ojo ha visto ni el oído ha escuchado, ni la mente del hombre pudo siguiera haber imaginado”. Nos esperan grandes cosas en la casa del Señor. Seamos, pues fieles a su amor.

Tu amigo el P. Alberto Ramírez Mozqueda que te invita a difundir este mensaje.

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