DOMINGO III TIEMPO CUARESMA CICLO A

P. Emilio Betancur

LA SAMARITANA; DE LA HETERODOXIA A LA FE

La revelación a Pablo en la segunda lectura muestra “la acción del Espíritu en el bautismo, como nos ama el Resucitado desde cuando éramos todavía pecadores”. Desde este kerigma del Resucitado interpretamos la primera lectura como el amor de Dios esperó en Horeb que Moisés tocara la roca para proveer agua que sanara la murmuración y verificara al pueblo que el Dios Yahvé estaba presente. Es el mismo amor sediento que llevó a la samaritana a buscar agua en el pozo coincidiendo con Jesús sediento por el viaje de su misión, quien le pidió a ella “dame de beber” para cambiarle el pozo por el manantial que era su Espíritu.

EL KERIGMA EN PABLO

Pablo escribió la carta a los romanos desde Corinto, pero como si estuviera en Roma. Nosotros también la acogemos como si conociera nuestras comunidades, razón para llamarnos Hermanos. El relato nos explica que “gracias a la fe hemos obtenido el perdón y estamos en paz con Dios, con la esperanza de tener parte en su gloria” “Esa esperanza no ha defraudado nunca a nadie porque el amor de Dios inunda nuestro corazón gracias a la acción del Espíritu Santo que hemos recibido en el bautismo, cuando éramos pecadores, incapaces de valernos, Dios nos ha dado un prueba de que así nos ama al morir Cristo por nosotros cuando éramos todavía pecadores” (segunda lectura).

AGUA PARA LA MURMURACIÓN

Cuando el Señor le pide a Moisés que lleve, junto algunos ancianos, el bastón con el que golpeó las aguas del Nilo, para ahora golpear la roca y de ella brotara agua para que el pueblo bebiera”, le agregó; “Yo espero allá, sobre la roca, en Horeb”. Así lo hizo Moisés. Los lugares se llamaron “Tentación” y “Careo” (Masá y Meribá)”. “Todo se dio para saber Israel si el Señor estaba realmente o no en medio de ellos” (primera lectura).

EL DIÁLOGO ENTRE DOS CULTURAS.

El Evangelio nos relata que una mujer de Samaría llegó al pozo de Jacob en Sacar donde había llegado al mismo tiempo Jesús fatigado del viaje en misión. Samaría era una región considerada por los judíos como heterodoxa, raza de sangre mezclada y de religión sincretista con los judíos y sus creencias. Jesús se encontraba entonces en territorio extraño para hacerle una propuesta al enemigo “ ¿siendo judío me pides de beber a mí que soy samaritana?” En lo limitado del pozo Jesús le advierte que está, no solo el pozo y el agua sino también su tradición, su ley y su templo; proponiéndole que hay una fuente interna “El que viva del agua que yo le dé nunca más tendrá sed. El gua que yo daré se volverá en él manantial que salta hasta la vida eterna” (evangelio).

LOS BAALES SON INHUMANOS

La limitación que ella tiene para recibir esa agua que es Jesús, no es su falta de voluntad sino sus baales, señores de su vida que representan todas las seguridades afectivas distintas y apoyos ajenos al verdadero Dios. Ella no puede saber cuál era el sitio o la persona con quien podría sanar su reconocido adulterio.

Un aspecto para resaltar de este evangelio es el diálogo entre dos culturas con religiones distintas dispuestas a dialogar con respeto y sabiduría, sin imposiciones, pero un máximo respeto a la dignidad humana como único camino para ser creyentes. La samaritana comprendió lo que era creer y Jesús se hizo más humano.

“Ya no creemos porque tu nos cuentas sino, porque nosotros mismos lo hemos oido y sabemos que este es verdaderamente el Salvador del mundo.” Así termina todo evangelización” (evangelio).