CUARESMA
– DOMINGO IV A
(22-marzo-2020)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Un
interesante debate teológico sobre la identidad de Jesús
ü Lecturas:
o I
Libro de Samuel 16, 1b. 6-7
o Carta
de san Pablo a los Efesios 5, 8-14
o Juan
9, 1-41
ü El
Evangelio de hoy narra la curación de un ciego de nacimiento. Se trata de una
pieza literaria muy bien elaborada pues logra comunicar este acontecimiento
como si fuera una obra de teatro en la que participan dos protagonistas (Jesús
y el ciego), sus antagonistas que son los fariseos y las autoridades civiles, y
unos actores secundarios (los padres del ciego y los vecinos). Alrededor del
hecho de la curación se desarrolla un debate teológico muy profundo sobre la
identidad de Jesús.
ü Antes
de entrar a analizar el desarrollo de este debate, que sigue un libreto muy
bien escrito, es conveniente hacer referencia a dos asuntos:
o En
primer lugar, Jesús aclara que las enfermedades que padecemos los seres humanos
no pueden ser interpretadas como un castigo de Dios. Su explicación es
fisiológica, no religiosa. Esta aclaración aparece al comienzo de este relato:
“Sus discípulos le preguntaron: Maestro, ¿quién pecó, él o sus padres para que
naciera ciego? Jesús respondió: No fue porque él o sus padres pecaran, sino que
nació así para que se manifestaran en él las obras de Dios”. Algunas personas
se equivocan al interpretar como castigo de Dios algunas desgracias personales.
o En
segundo lugar, conviene recordar el sentido de los milagros. Estas acciones
extraordinarias de Jesús no tenían un fin publicitario ni pretendían aumentar
el rating de aceptación del Señor. Con ellas, Jesús buscaba tocar las mentes y corazones
para que se abrieran al mensaje de salvación. Por eso es tan hermoso el diálogo
final entre Jesús y el ciego que había sido curado: “¿Crees en el Hijo del hombre?
Él respondió: ¿Y quién es, Señor, para que crea en Él? Jesús le dijo: Lo estás
viendo: es el que te habla. Entonces exclamó: Creo, Señor. Y se postró ante
Él”.
ü El
ciego de nacimiento, que había sido curado por Jesús, es un hombre del pueblo,
sin formación teológica y jurídica, pero con un sentido común que le permite
rebatir los argumentos de los letrados que querían descalificarlo. Es muy interesante
la narración que nos llega a través del evangelista Juan. El beneficiario del
milagro describe, de manera escueta, los hechos: “Ese hombre llamado Jesús hizo
barro, me lo puso en los ojos y me dijo que fuera a Siloé y me lavara. Yo fui,
me lavé y empecé a ver”. Es un testigo que narra lo vivido sin formular juicios
de valor.
ü Los
fariseos y las autoridades judías estaban muy molestos con este testimonio, y
contra-atacaron. Para ello, utilizaron tres argumentos: el primero de ellos,
contra el hombre que había sido curado; el segundo, contra la integridad religiosa
y ética de Jesús; el tercero era la amenaza: quien admitiera que Jesús era el Mesías
sería expulsado de la sinagoga:
o En
primer lugar, afirman que se trata de un fraude: “Las autoridades judías no creían
que él había sido ciego y que había empezado a ver”. Por eso, exigían la
presencia de los padres para que dieran testimonio; pero este recurso jurídico no
les resultó como esperaban.
o En
segundo lugar, quieren desacreditar la calidad religiosa y ética de Jesús pues
se trata de alguien que viola Ley judía: “Ese hombre no es enviado por Dios
porque no guarda el sábado”.
o En
tercer lugar, habían puesto a circular entre la comunidad esta amenaza: quien proclamara
que Jesús era el Mesías, sería expulsado de la sinagoga; esta era una gravísima
sanción religiosa y social.
ü El
hombre que había sido curado por Jesús se defiende hábilmente en el interrogatorio
que le hacen, y además contra-ataca. “¿Por qué quieren oírlo otra vez? ¿Es que
también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?”
ü Ahora
entran en escena los padres de este hombre. Ciertamente, se sienten intimidados
por la importancia y prepotencia de los jueces que los interrogan, pero
conservan la calma. Los fariseos les hicieron dos preguntas:
o La
primera pregunta era fácil de responder: “¿Este es su hijo? ¿Certifican que
nació ciego?”. La respuesta que dieron fue muy simple: “Estamos seguros de que
es hijo nuestro y de que nació ciego”
o La
segunda pregunta era mucho más complicada, pues ellos conocían la amenaza que
habían hecho circular los fariseos: “¿Cómo puede ver ahora?”. Con gran habilidad
sortearon el obstáculo: “No lo sabemos, ni sabemos quién le abrió los ojos.
Pregúntenselo a él; ya es mayor de edad y puede contar lo que le pasó”.
ü Los
vecinos, que son actores secundarios en este relato, sirven de caja de resonancia
a las dos posiciones que estaban en discusión a propósito del ser y naturaleza
de Jesús: “Los vecinos y los que antes estaban acostumbrados a verlo pedir
limosna, decían: ¿No es este el que se sentaba a pedir limosna? Y unos decían:
Sí, es el mismo. Pero otros replicaban: No, es que se parecen”.
ü Al
principio de esta meditación decíamos que Jesús, a través de sus milagros, esperaba
tocar las mentes y corazones para que se abrieran al mensaje de salvación.
¿Cuál es la experiencia espiritual de este hombre? De manera muy sintética, el evangelista Mateo
nos señala tres momentos:
o En
un primer momento, el hombre que ha sido curado de la ceguera, se refiere a
Jesús con admiración, pero sin destacar ningún atributo en particular: “Ese hombre, llamado Jesús…”
o En
un segundo momento, avanza en la comprensión de Jesús. A la pregunta que le
hacen los fariseos. “Tú, ¿qué dices de Él?”, responde: “Que es un profeta”. En el contexto de la historia
religiosa de Israel, se trata de una afirmación muy significativa.
o En
un tercer momento, al ser interpelado por Jesús, exclamó: “Creo, Señor. Y se postró ante Él”.
ü Este
es el clímax del relato evangélico. A partir de una experiencia que le cambió
la vida, este hombre empieza a reflexionar sobre lo que ha vivido, estimulado
por el interrogatorio que le hacen los fariseos, y así va avanzando en la comprensión
de Jesús hasta reconocerlo como Mesías.
ü La
fe es un camino que cada uno de nosotros va recorriendo. A través de la lectura
de nuestra historia personal, vamos descubriendo la acción de Dios. En esta
eucaristía dominical, pidamos la gracia de VER la presencia de Dios en nuestra
vida, que se manifiesta de muchas maneras.