COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran
Buenos Aires)
Cuarto domingo de Cuaresma, Ciclo A
Evangelio según San Juan 9,1-41
(breve)
Jesús (…) vio
a un hombre ciego de nacimiento (…) escupió en la tierra, hizo barro con la
saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: "Ve a lavarte a la
piscina de Siloé", que significa
"Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos
y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el
que se sentaba a pedir limosna?". Unos opinaban: "Es el mismo".
"No, respondían otros, es uno que se le parece". El
decía: "Soy realmente yo" (…) El que había sido ciego fue llevado
ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los
fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me
lavé y veo". Algunos fariseos decían: "Ese hombre no viene de Dios,
porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un pecador
puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos.
Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió
los ojos?". El hombre respondió:
"Es un profeta" (…) Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de
pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron. Jesús se enteró de
que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo
del hombre?". El respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en
él?". Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está
hablando". Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró ante
él.
CUARESMA 4:
AUMENTA SEÑOR NUESTRA FE
¡Qué hermoso
encuentro entre Jesús y el ciego de nacimiento! Este encuentro que se provoca,
donde Jesús se aparece a él, lo interpela, le hace el milagro y luego lo
confirma cuando se le revela -“¿crees en el Hijo del Hombre, soy Yo?”, “creo”
dijo él- dándole allí el don de la fe.
Muchas veces,
en nuestra vida, vamos caminando a tientas, es decir entre luces y sombras, o
vamos caminando pensando que las cosas están más o menos; pero cuando uno se
topa con Él, cuando uno se encuentra con el Señor, su vida queda distinta, es
diferente. El encuentro produce el cambio, una transformación y a la vez una
definición: uno ya no es el mismo, físicamente sí pero interiormente,
personalmente, existencialmente, es distinto.
Vean, no
hagamos abuso de decir que creemos. Tenemos que seguir buscándolo. San Agustín
lo dice con mucha claridad “dices que encontraste a Dios y no lo buscas;
búscalo porque no lo encontraste; dices que no lo encuentras y lo sigues
buscando, sigue buscándolo porque ya lo encontraste”. Nosotros no podemos
agotar el misterio de Dios, pero siempre hay que estar en camino, en tensión,
para buscarlo, para escucharlo, para responderle, para seguirlo, para
obedecerle, para adorarlo. La fe siempre tiene que crecer en nosotros y con
nosotros.
Pidamos al
Señor poder ver, ver con los ojos de Dios, ver la realidad más profundamente no
quedarnos en la cáscara, en lo superficial. Que el Señor aumente nuestra fe, ya
que al aumentar nuestra fe, se produce un brinco, un salto, en la alegría, en
la esperanza y una fortaleza en la caridad
Les dejo mi
bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén