La sabiduría de lo pequeño

 

Hemos perdido la noción del detalle, aquello insignificante que lleva en sí el secreto de la sabiduría, del colorido, de la luz, del gusto. Se nos olvidó el ‘don’ de la mirada, aquello que nos lleva al éxtasis y nos hemos dejado embrujar de lo grandioso que nos sobrepasa y arranca de nosotros el sentido de la proporción. Aún el ruido se ha vuelto sustancia de la cultura y hemos perdido la agudeza del corazón.

Jesús es el Maestro de lo pequeño. Habla del lirio del campo y su abrumadora belleza. Habla del cabello de tu cabeza que permanece enumerado como los años de tu vida. Alcanza a ver el céntimo que da la viuda más que lo que pueden dar los ricos de su tiempo. Su ternura se explaya con los niños y su misericordia alcanza hasta el gemido contenido de la mujer  que toca en medio de la multitud, el ruedo de su manto.

Y cuando habla de la Ley pide la misma observancia para una simple tilde de alguna palabra dispersa en el maremágnum de la Torá que para el mandamiento del Amor. Y cuando quiere premiar a sus colaboradores más cercanos, lo hace exaltando la fidelidad en lo pequeño.  Da la misma importancia a un vaso de agua que se dé en su nombre que la repartición de los bienes en pro de los pobres.

Esta sabiduría de lo pequeño nos lleva a la perfección. “Hacerse como niños”, darle todo el peso de responsabilidad a las relaciones humanas, respetar las creencias de los demás. La bondad como norma. La coherencia como principio de acción. Superar la hipocresía siendo mejores que los ‘fariseos’. Y avanzar en la construcción de una Nueva Humanidad desde lo simple, humilde y pequeño.

Cochabamba 16.02.2020

jesús e.osorno g. mxy

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