DOMINGO 2º. ORDINARIO, CICLO A
Ahora sí, Violin
de Rancho, ya llego tu profesor
Ya pasadas
las fiestas del nacimiento del Salvador, de su manifestación como salvación de
todos los hombres representados en los magos de oriente que pueden postarse ante él, y una vez que Cristo ha sido bautizado
por el Bautista como pretexto para que el Padre y el Espíritu Santo pudieran
manifestar a Jesús Señor como enviado
suyo para ser precisamente el Salvador
de todos los hombres, ahora comenzamos un tiempo de reflexión teniendo como
guía los Santos Evangelios de Dio s y la
ayuda de la Madre Iglesia, para llegar a ser verdaderos discípulos del Señor.
Y es
precisamente San Juan Bautista el que se declara testigo de la verdad para
anunciarnos a quien el profeta Isaías veía ya como la luz del mundo que ilumina
a todos los hombres de buena voluntad, que quieren dar un auténtico sentido a
su vida. Juan Bautista fue admirable,
porque en una época en que los profetas habían callado, él atrajo las miradas de todos y los convenció por la veracidad de sus acciones, de manera
que si lo hubiera querido, por lo menos por un tiempo había podido decir que él
era el enviado quien podría sacar a los hombres de su miseria, de su maldad y
de sus pecados, pero lejos de eso, fue
generosísimo al decir, no, no soy yo, solo soy un enviado para dar a
conocer al que trae la paz, la luz y la salvación. Es un testimonio muy valioso el suyo, porque
“quien lo envió” le había dado instrucciones precisas sobre su identidad, entre
otras cosas, tendría que señalas a aquel sobre quien viera que se posaba el
Espíritu Santo de Dios.
¿Cuál fue la
palabra clave de Juan, testimonial de Cristo como Hijo de Dios?: “ESTE ES EL
CORDERO DE DIOS, EL QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO”, y uno se pregunta, ¿un
cordero? ¿porqué no un lobo
o un tigre o un león? ¿Por qué un
cordero? La verdad es que el cordero tenía reminiscencias bíblicas muy
profundas, basta recordar el cordero pascual, con cuya sangre fueron librados
los hijos de los israelitas de una muerte segura el día de su salida de Egipto,
y también les recordarían a los corderos que ritualmente eran sacrificados en
el templo para quitar los pecados de los hombres. De manera que Juan el profeta no andaba tan
herrado y nos dio el mejor testimonio de la divinidad de Cristo el Hijo de
Dios.
¿qué sacamos en claro del testimonio del Bautista? Cristo es el que quita el pecado del
mundo. Por supuesto que para muchos
mortales eso es obsoleto, porque muchas gentes han suprimido el pecado de su
vocabulario, porque la propia voluntad y el propio deseo, será el impulso, y la
verdad total que te libra de cualquier culpa y de cualquier castigo. Quien así
piense, verdaderamente no necesita del Salvador. Pero de que se necesita, se
necesita, pues el hombre no puede manejar su vida a su antonio
y la verdad no la dictan los hombres, sino el Dios que nos ha llamado a la
vida. Hay que tener en claro que la frase del Bautista, la que nos refiere el
cuarto Evangelio de las escrituras no dice “limpiar los pecados de los
hombres”, sino “quitar el pecado del mundo” lo que es una cosa muy seria, pues
cuando decimos mundo no nos estamos refiriendo por ejemplo al mundo romano o
griego o al tercer mundo sino a los valores y contravalores que constituyen el
sentido de todas las gentes. Tratando a los pobres, a los menesterosos, a los
tullidos, a los leprosos, comiendo con
los publicanos que eran considerados como lo peor de la sociedad judía, el
Cordero de Dios dio sentido a los auténticos valores en contra de los que
quieren estrujar a los pobres, someter a condiciones infrahumanas a los que de
por sí ya son pobres.
El mundo de
hoy, en contra de los valores religiosos que regían al común de los mortales,
es un mundo regido por los valores bio-psíquicos, o
sea a todos les importa la salud, el placer de los sentidos, el placer sexual,
la limpieza los centros de físico culturismo y los centros de belleza
corporal. Y cuando se trata de valores
estéticos, morales religiosas, sociales, del conocimiento, se hace como si se
tratara de una “mercancía”, esto nos lleva a hablar de muertes masivas, debidas
a conflictos bélicos, ahí está ahora Estados Unidos vs. Irán e Irak, muertes
por la producción y comercialización de variados y terribles
armamentos bélicos a escala global,
millones de muertos de hambre, especialmente niños, víctimas de
injustísima destrucción de la riqueza,
lo mismo que la explotación producido por las drogas, los alcoholes y los
tabacos y no se diga la explotación sexual de mujeres e incluso de niños en
varios países. Muchas gentes son reducidas, pues a una simple mercancía, y no
hablemos de las parejas que aborrecen una unión perpetua, pues si las cosas no
salen bien, a la porra, y escoger otra pareja. Ya no hablamos de las caravanas
de migrantes de varios países que van desfilando mostrando su pobreza ante los
ricos y los poderosos que construyen muros para no ver el desfile de niños y
jóvenes, lo mismo que de ancianos, condenados a la pobreza más espantosa.
Asociados a
Cristo, el auténtico Cordero de Dios, hagamos que este mundo tenga las
características del Buen Pastor y lo que llegaremos a ser al final de nuestros
días: “tuve hambre, tuve sed, estuve desnudo… y me socorrieron”
Tu amigo el
P. Alberto Ramírez Mozqueda que espera tus
comentarios en alberami@prodigy.net.mx