Sagrada
Familia de Jesús, María y José, Ciclo A
Sagrada
Familia de Jesús, María y José
¿Quién es este Jesús que ha
nacido pobre en Belén?
Los relatos narrados en los dos
primeros capítulos de los evangelios de Mateo y Lucas tienen un interés más
teológico que histórico y no tratan de mostrar tanto lo que a Jesús le pasó
desde el principio cuanto de revelar quién es Él desde el principio.
Jesús, el Hijo de Dios, en la
perspectiva de la Pasión
En el Evangelio de Mateo se
cuenta el origen de Jesús desde una perspectiva de Pasión (Mt 2,13-23). Jesús
es el Hijo de Dios, pero la manifestación plena de este misterio pasa por la
muerte en la cruz y la resurrección. Eso ya está preconizado en el relato de su
origen, que desvela su identidad y su misión. Por ello Mateo nos cuenta cómo
Jesús no ha hecho más que nacer y su presencia desagrada ya al poder
establecido. La hostilidad de Herodes y de los fariseos buscando la muerte del
niño prefigura el destino de Jesús en la cruz y las persecuciones de los
discípulos en la iglesia naciente. Todo se narra en forma de relato midrásico, es decir, iluminando los acontecimientos
vinculados al origen y a la familia de Jesús desde textos del Antiguo
Testamento.
Jesús redime a la humanidad a
través de un nuevo éxodo
Así Mateo muestra que se cumple
el llanto de Raquel por sus hijos (cf. Jr 31,15) y
que el plan de Dios se llevará a cabo, como en el libro del Éxodo, llamando a
todos los pueblos oprimidos y conduciéndolos a la liberación. Jesús es como un
nuevo Moisés, pero mucho más que él, pues se trata del Hijo de Dios, que
liberará a esta humanidad a través de un nuevo éxodo. De este modo se cumplen
las profecías (Os 11,1; cf. Nm 23,22; 28,4) y
muestran que Jesús es el Hijo de Dios y que con él se abre paso en la historia
el plan salvífico de Dios, aunque éste encuentre la hostilidad en el mundo
desde el principio.
José y María, la sagrada
familia con Jesús
José, el hombre justo y bueno,
esposo de María, verdadero protagonista en el Evangelio de Mateo, el que cumple
la justicia divina mucho más trascendente que la justicia legal y está
dispuesto a realizar la voluntad de Dios, orienta su vida, su camino y su
destino, según el plan de Dios, forma realmente junto a María la familia de
Jesús, siendo fieles en todo momento a Dios. No olvidemos que también hoy se
sigue persiguiendo a cristianos en el mundo y que se sigue matando o dejando
que malvivan o mueran muchos inocentes, sobre todo, niños.
Jesús se hace presente en todos
los inocentes del mundo
Los inocentes y las víctimas de
tanto Herodes que anda suelto se cuentan por miles también en el mundo actual.
Nuestra conciencia responsable, y mucho más si es cristiana, no puede olvidarse
nunca de los inocentes, de los niños abandonados, maltratados, explotados y
vejados, ni de aquellos a los que se les ha impedido nacer. ¡Qué pena que a las
legislaciones proabortistas las autodenominen “progresistas” los mismos que las
elaboran y apoyan! En todos ellos se hace presente Jesús inocente, hermanado
con ellos por la sangre de su cruz. De igual modo Jesús inocente está presente
en los millones de personas que mueren de hambre en el mundo así como en el
número ingente de los empobrecidos en esta última fase de la gran injusticia
cometida por el capitalismo salvaje que ha incrementado sobremanera el
colectivo de los que sufren sus consecuencias, especialmente los niños y las
personas más vulnerables.
Proteger y cuidar la vida de
los más débiles es misión de la Iglesia
En estos días de Navidad,
concentrados en Jesús, junto a María y José, nace la fraternidad mesiánica
universal, la nueva familia que encabezada por Jesús abre un tiempo
irreversible de luz en esta tierra de sombras. La misión de José y María fue
proteger y cuidar al niño para saliera adelante su vida. Esta es también la
gran misión de la familia cristiana y de las conciencias responsables en la
vida de la Iglesia. Proteger y defender a los más débiles y a los inocentes,
particularmente a los niños y a los jóvenes, a las mujeres maltratadas y a los
ancianos abandonados, y a todo tipo de pobres es la gran tarea de la Iglesia.
San José, el hombre justo,
según la justicia divina, saca adelante al niño
Y si esto conlleva como
resultado la confrontación con poderes públicos, con instituciones, con estados
o con ideologías que persiguen, descuidan o abandonan a los inocentes, hemos de
tener como referente a San José, el hombre justo que, más allá de lo legal, se
sitúa en el orden de la justicia divina y concentra su misión en sacar adelante
la vida del niño Jesús, confiando siempre en que el plan de Dios se cumplirá. A
San José y a María se parecen los educadores y cuidadores de la casa de acogida
a niños de la calle que tenemos en Santa Cruz de la Sierra. Por eso se llama Oikía, es
decir, casa, familia, hogar. Un hogar de acogida para niños marginados que
viven en la calle. Felicidades a todos ellos por la gran tarea que realizan en
la caridad de la Iglesia.
Los grandes valores de las
relaciones familiares según la carta a los Colosenses
La Carta a los Colosenses, por
su parte, despliega todo un elenco de actitudes y de conductas centradas
también en Dios para exhortar a los creyentes a vivir y enseñar la auténtica
sabiduría (Col 3,12-21). Por eso, especialmente en las relaciones familiares,
se requiere misericordia, bondad, humildad, dulzura, comprensión y, sobre todo,
una vida en la que fluya el perdón recíproco. No nos cansemos nunca de pedir
perdón ni de perdonar, en todos los ámbitos de la vida, pero particularmente en
la familia. Podríamos preguntarnos cuándo ha sido la última vez que yo he
pedido perdón a alguien o he perdonado a alguien, sobre todo en el ámbito
familiar.
Las virtudes familiares en el
libro del Eclesiástico
El libro del Eclesiástico
proyectaba (Eclo 3,3-7.14-17) estas actitudes
particularmente en las relaciones de los hijos hacia los padres, y concedía al
respeto y a la honra hacia el padre y la madre, así como la atención y el
cuidado hacia ambos, el altísimo valor de perdonar pecados. Todas estas
virtudes tienen su culmen en el amor y han de ser las señas de identidad de
quienes viven en continua acción de gracias al Padre, dejando que la Palabra
habite en todos nosotros y enriquezca nuestras vidas.
Una vida siempre agradecida
La carta a los Colosenses
repite hasta tres veces la necesidad de dar gracias a Dios. "De bien
nacidos es ser agradecidos" dice nuestro refrán popular. Esa orientación
de la vida en una gratitud constantemente celebrada ante Dios es la clave de la
verdadera fuente de la alegría humana, que encuentra su culmen en toda
Eucaristía.
José Cervantes Gabarrón, sacerdote
misionero y profesor de Sagrada Escritura