PASCUA
– DOMINGO II A
(19-abril-2020)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Busquemos
los tesoros de la vida en comunidad
ü Lecturas:
o Hechos
de los Apóstoles 2, 42-47
o I
Carta de san Pedro 1, 3-9
o Juan
20, 19-31
ü El
tema central de las lecturas de este domingo es la comunidad. En el relato evangélico, el Señor resucitado se
aparece a los discípulos que están reunidos. En el texto de los Hechos de los
Apóstoles, la comunidad expresa, en hechos concretos de solidaridad, los
valores nuevos que inspiran a la comunidad de creyentes a partir de la Resurrección
del Señor. La comunidad apostólica comparte los bienes, está atenta a las
necesidades de los miembros más débiles; el NOSOTROS comunitario está por
encima de los intereses particulares.
ü El
protagonismo de la comunidad en los textos de este II domingo de Pascua enriquece
y refuerza las vivencias de la cuarentena por causa del Covid19. Estas semanas
de encierro, que tanto nos cuestan pero que son absolutamente necesarias para
protegernos, nos ayudan a redescubrir los valores simples y esenciales de la
vida, que habíamos olvidado en medio del trajín de los negocios. Uno de estos
valores esenciales es la importancia de la familia y de los amigos. En estos
días de cuarentena, sentimos la necesidad de hablar con ellos, de verlos en las
pantallas de nuestros teléfonos celulares y compartir las sencillas rutinas que
cada uno de nosotros está llevando a cabo.
ü Hasta
hace poco, estas llamadas no eran importantes. Más aún, las hacíamos de prisa,
para cumplir nuestras obligaciones. Hoy en día, son importantísimas. Hemos
descubierto que nos necesitamos. La incomunicación es insoportable. Hemos
vuelto a comunicarnos con familiares y amigos a quienes les habíamos perdido el
rastro. La cuarentena que nos ha impuesto el coronavirus nos ha recordado que
carece de sentido una vida centrada en el YO. Somos seres sociales. Necesitamos
los unos de los otros.
ü Pues
bien, este redescubrimiento de la comunidad, se enriquece con los textos que
presenta a nuestra consideración la liturgia de este II domingo de Pascua:
o El
evangelista Juan nos narra dos apariciones del Señor resucitado a sus discípulos.
En estos encuentros, el apóstol Tomás tiene un protagonismo especial. Es
tristemente famoso por su escepticismo frente al testimonio de sus compañeros.
Dio mayor peso a sus prejuicios personales que al testimonio de los amigos.
o Los
Hechos de los Apóstoles nos describen la vida diaria de la primera comunidad cristiana,
profundamente solidaria. El interés superior era el bien común y todos estaban
dispuestos a colaborar, dejando a un lado ambiciones y egoísmos.
ü Los
invito a meditar en estas experiencias comunitarias de los primeros cristianos
de tal manera que avancemos en este redescubrimiento de los valores comunitarios
y de la importancia que tienen la familia y los amigos. La comunidad es el
espacio natural para crecer como personas, para realizar nuestros proyectos y
vivir nuestra relación con Dios. Los invito a explorar juntos las lecturas de
este domingo.
ü Empecemos
por el evangelista Juan, quien nos narra dos encuentros del Resucitado con el
grupo de sus inmediatos seguidores. La diferencia de estos dos encuentros la
marca el apóstol Tomás, quien está ausente en el primero de ellos con Jesús resucitado:
o Jesús
se hace presente en el recinto en el que se encontraban sus discípulos. El
texto declara explícitamente que las puertas estaban trancadas por miedo a los judíos.
No debe sorprendernos esta medida de seguridad. Los acontecimientos de los días
anteriores habían mostrado la agresividad de los enemigos de Jesús, quienes se
sentían vencedores por haber logrado silenciar a este incómodo profeta y querían
borrar cualquier rastro de su presencia y de sus enseñanzas.
o En
medio de ese ambiente de crispación, se hace presente el Señor con un saludo de
paz: “Les traigo la paz”. Inmediatamente, les mostró las manos y el costado.
¿Qué significa este gesto del Señor? Quería probarles que no era un fantasma ni
una ilusión, que era Él mismo, su amado Maestro. Conviene hacer la precisión
teológica de que era Él mismo, pero en un estado diferente, pues su Resurrección
no significaba que había regresado a nuestro mundo, que es espacio-temporal.
o La
Resurrección de Jesús es diferente de la resurrección de Lázaro, pues el amigo
de Jesús salió de la tumba y regresó al mundo de los vivos para continuar viviendo
en Betania, junto a sus hermanas. Cristo resucitado está vivo y glorioso junto
al Padre celestial, donde no existen el espacio y el tiempo. Nuestro lenguaje
es torpe e insuficiente para describir este nuevo modo de presencia del Señor en
medio de la comunidad apostólica. Es el mismo Jesús, pero en un estado
diferente. A continuación, sopla sobre ellos, les comunica el Espíritu Santo y
les confía una misión.
ü El
apóstol Tomás estaba ausente y cuando se reintegra al grupo, sus compañeros le cuentan
la maravillosa visita que han recibido. Tomás rechaza su testimonio: “Mientras
no vea en las manos la marca de los clavos, mientras no meta el dedo en el lugar
de los clavos y la mano en su costado, no creeré”. Esta auto-suficiencia del apóstol
Tomás no es un comportamiento exótico sino un rasgo de personalidad bastante
común; es la afirmación del YO como criterio de verdad. No se acepta otra
fuente de validación del conocimiento.
ü Los
seres humanos debemos evitar los dos extremos: El extremo del escepticismo radical,
representado por Tomás; y el extremo de la credulidad ingenua que acepta todas
las opiniones sin verificar cuáles son las fuentes de información. Necesitamos
mentes críticas capaces de escuchar, preguntar, cruzar información, verificar y
que al fin del proceso sean capaces de llegar a conclusiones objetivas.
ü En
este mismo pasaje evangélico, el apóstol Juan nos describe una segunda aparición
de Jesús, en la que sí estaba presente Tomás. En ella, Jesús le increpa su incredulidad:
“Crees porque pudiste ver. ¡Dichosos los que creen sin haber visto!”
ü Este
relato de las dos apariciones de Jesús es una invitación a reconocer a la
comunidad de fe como el lugar teológico en el que se nos manifiesta el Señor.
En comunidad escuchamos cada domingo la proclamación de su Palabra, somos confirmados
en la fe, recibimos la misión, oramos juntos y nos alimentamos con el Pan de
Vida. En la cultura contemporánea, profundamente individualista, no se entiende
la dimensión eclesial o comunitaria de la fe. Más aún, se piensa que la
comunidad eclesial es un estorbo o apéndice burocrático que dificulta para este
encuentro íntimo con el Señor.
ü Ahora
los invito a revisar el contenido del texto de los Hechos de los Apóstoles.
Aquí vemos una comunidad solidaridad, sensible a las necesidades de los
hermanos, que pone en común sus bienes.
ü Al
principio de esta meditación dominical recordaba cómo la pandemia nos ha
ayudado a redescubrir el valor de la familia y de los amigos. Solos no podemos
sobrevivir. Por todas partes estamos viendo hermosos gestos de solidaridad y
filantropía. Ojalá estos aprendizajes queden grabados en nuestras mentes y corazones.
Las lecturas de este domingo, que recapitulan experiencias muy hondas de la
Iglesia de los orígenes, son una inspiración para interiorizar el reconocimiento
de la comunidad como elemento central de la vida social y como el lugar por
excelencia para vivir nuestra fe en el Señor resucitado.