DOMINGO III TIEMPO PASCUAL CICLO A

P. Emilio Betancur

SOMOS LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS.

No es menor la incertidumbre y el desasosiego que tenemos hoy en el país y el mundo por el coronavirus: al desconcierto de los discípulos de Emaús pasada la muerte de Jesús;. su angustia fue más larga que los doce kilómetros que distaban de Jerusalén, o como nuestra pandemia y cuarentena que se nos está volviendo una eternidad. En Emaús aunque el dato arqueológico no es de fácil verificación las enseñanzas son verídicas por lo necesarias.

Si quisiéramos ponerle un sello histórico a lo que nos está ocurriendo el nombre de “Emaús” es perfecto por significar la huída, las preguntas, los prejuicios, la ceguera, la sordera y las incertidumbres por no saber qué viene encima. Alguien decía: ¿por qué Dios no nos advirtió? Con tantos desesperos no vamos a saber que quiere Dios de nosotros. Un mundo o un país decepcionado no se percata de nada. En el camino de Emaús todos somos los discípulos para dejarnos alcanzar por Jesús y no distinguirlo porque estamos muertos del miedo acerca de lo que nos puede pasar en el futuro inmediato. “Entonces Jesús les dijo: ¡Qué insensatos son ustedes y que duros de corazón para creer todo lo anunciado por los poetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a su resurrección.” (evangelio). Antes de la resurrección los discípulos veían a Jesús pero no lo reconocían; ahora en la resurrección lo reconocemos pero no lo vemos porque no tenemos fe. A Dios lo tenemos en nuestro interior para decirnos: ¿Qué duros de corazón son ustedes? Está porque nos creó, está porque somos sus hijos, está por la Palabra y los sacramentos; todas cosas buenas que hacemos y bonitas que digamos, es Él hablando desde nuestro interior. Esas son las razones para decirle en este tiempo de pandemia: “¡Quédate con nosotros porque ya es tarde y va a anochecer!” No es cierto que desde cuando estábamos caminando afligidos llegó Él y sentimos como un fuego en nuestro corazón con sus palabras, a medida que nos mostraba lo que había ocurrido días antes. “Compartiendo el pan en la cena se les abrieron los ojos lo reconocieron”, después de haber sido solidarios con ellos.

El salmo 15 nos adelanta qué nos va a pasar en la pos pandemia dejamos hablar a Dios, haciendo primero un barrido en nuestro interior para darle la oportunidad que Dios hable; cuánto tiempo llevamos diciendo a Dios que nos escuche sin dejarlo hablar a Él. “Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor con Él a mi derecha no vacilaré. Me alegra el corazón porque no me entregarás a la muerte. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha”