PASCUA
– FIESTA DE LA ASCENSIÓN A
(24-mayo-2020)
Jorge Humberto Peláez S.J.
¡Alegrémonos
con el triunfo del Señor glorificado!
ü Lecturas:
o Hechos
de los Apóstoles 1, 1-11
o Carta
de san Pablo 1, 17-23
o Mateo
28, 16-20
ü La
fiesta de la Ascensión es la culminación gloriosa de la misión del Señor. El clímax
de la auto-manifestación de Dios a la humanidad es la Encarnación; en ella, el
Hijo Eterno del Padre se despojó de los atributos de la divinidad para asumir nuestra
condición humana, darnos a conocer el
plan de Dios y liberarnos del pecado y de la muerte a través del camino de la Pascua.
Con la fiesta de la Ascensión, la Iglesia celebra el triunfo definitivo del
Señor, quien es glorificado como Señor del universo.
ü Las
palabras humanas con las que expresamos este misterio son torpes e imprecisas, pues
están condicionadas por nuestra condición espacio – temporal. Por eso nos
referimos a este triunfo del Señor resucitado como si tratara de un viaje con
un punto de partida – la tierra, y un punto de llegado – el cielo, como si éste
fuera un lugar geográfico ubicado en algún punto lejano del universo en
expansión. Y nos referimos a la intimidad entre el Padre y el Hijo como si se
tratara de una proximidad física; por eso decimos que “está sentado a la
derecha del Padre”, imaginándonos un bellísimo salón del trono con experiencias
sonoras y visuales nunca imaginadas… ¡Esa es la manera como los seres humanos
tratamos de imaginar y expresar lo inexpresable!
ü En
esta meditación sobre la Ascensión, podemos considerar tres aspectos del
triunfo del Señor: 1) el significado para Jesucristo resucitado; 2) el significado
para sus discípulos; 3) el significado para la comunidad eclesial de la cual
hacemos parte.
ü ¿Qué
significa la Ascensión para el Señor resucitado? El Hijo Eterno encarnado
cumplió la misión que le confió el Padre. Misión que, para la lógica humana, es
un absurdo y una locura. Para la lógica humana, que analiza costos y
beneficios, ventajas e inconvenientes, es imposible comprender que el Hijo Eterno
de Dios se haya despojado de los atributos de su divinidad para asumir nuestra
condición humana, anunciarnos el Reino de Dios y morir en una cruz. Esto desborda
totalmente nuestra capacidad de comprensión. Sólo nos queda adorar en silencio este
gesto infinito de amor, gracias al cual nos ha sido dado la dignidad de hijos
de Dios y partícipes de su vida divina.
ü La
Ascensión celebra el triunfo de la vida sobre la muerte, de la gracia sobre el
pecado, del bien sobre el mal. Esto lo expresa elocuentemente san Pablo en la
Carta a los Efesios que acabamos de escuchar: “Todo lo puso bajo los pies de
Cristo, y a Él le dio la primacía absoluta haciéndolo cabeza de la Iglesia.
Porque la Iglesia es el cuerpo de Cristo como también su plenitud, y Cristo es
la plenitud de todas las cosas”.
ü En
segundo lugar, preguntémonos ¿qué significa la Ascensión para sus discípulos?
o Durante
varios años estuvieron en una relación muy cercana con su Maestro quien, con
paciencia y el lenguaje pedagógico de las parábolas, les fue explicando cuál
era el plan de Dios y en qué consistía el Reino que Él había venido a instaurar.
o Después
de la Resurrección, el Señor los siguió acompañando para confirmarlos en la fe
y hacerles las últimas recomendaciones. En los Hechos de los Apóstoles leemos
que “después de su pasión se les manifestó en persona dándoles numerosas
pruebas de que estaba vivo, y durante cuarenta días se dejó ver de ellos y les
habló del Reino de Dios”.
o No
interpretemos esta cifra de cuarenta días como si se tratara de cuarenta días-calendario;
es una manera simbólica de expresar que vivieron una experiencia espiritual
única y transformadora con el Señor resucitado.
o Por
eso nos desconcierta que, después de haber vivido experiencias tan hondas,
sigan haciendo la pregunta: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino
de Israel?” A pesar de todo lo que han visto y oído a lo largo de varios años,
sigan atados a la vieja esperanza judía de una restauración que esté acompañada
de poder y gloria.
o Con
la Ascensión y Pentecostés concluye el periodo de formación de los discípulos.
A partir de ahora tendrán que asumir nuevas responsabilidades de acuerdo con el
mandato que les da el Señor: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis
discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado”.
ü Finalmente,
¿qué significa para nosotros, los bautizados, la Ascensión del Señor?
o Comienza
una nueva etapa en la historia de la salvación. La Iglesia es el Sacramento de Cristo,
su presencia visible en medio de la comunidad. Hasta el fin de los tiempos anunciará
la Persona y el mensaje del Señor resucitado, y comunicará la vida divina a
través de los siete sacramentos.
o La
tarea que el Señor confió a ese puñado de seguidores desbordaba todas las posibilidades
humanas. ¿Cómo llegar hasta los confines de la tierra, como efectivamente lo ha
hecho la Iglesia en estos dos mil años de actividad misionera? La respuesta la encontramos
en el texto del Evangelio de Mateo que hemos escuchado: “Yo estaré siempre con
ustedes hasta el fin del mundo”. Jesucristo está vivo y presente en medio de nosotros.
Y el gran regalo que ha dejado a la Iglesia es el Espíritu Santo, que la acompañará
y será el garante de la fidelidad a su misión, a pesar de los pecados y
escándalos de los pastores y de los demás miembros de la comunidad eclesial.
ü En
esta fiesta de la Ascensión, alegrémonos con el triunfo del Señor después de haber
cumplido su misión. Y apropiémonos del mandato evangelizador que el Señor dio a
sus discípulos. Seamos anunciadores de la Buena Nueva y sembradores de
esperanza.