LA VISIÓN Y LA
MISIÓN
Ascensión del
Señor a los cielos.A
En
la primera lectura que hoy se proclama (Hech
1,1-11) se recuerda la Ascensión del
Señor y nuestra responsabilidad como continuadores de su misión. En el relato
hay algunos datos que resultan muy interesantes.
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En primer lugar, observamos que en apenas tres versículos se mencionan hasta
cinco veces las referencias a la vista. De alguna forma se trata de subrayar
tanto la realidad visible del Señor como el valor del testimonio de sus discípulos.
•
Sin embargo, aparecen dos hombres que nos recuerdan a los que el evangelio de Lucas
había situado al lado del sepulcro vacío de Jesús (Lc 24,4). En un caso y en
otro, se insinúa que la visión humana es insuficiente sin una explicación celestial.
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Finalmente, la nube que oculta a Jesús nos recuerda la que lo envolvía en el
momento de la transfiguración (Lc 9,34). En ambos casos, la nube representa el
poder del Altísimo, presente ya en el nacimiento de Jesús (Lc 1,35).
EL
TRIPLE ENCARGO
En
el final del evangelio de Mateo que se proclama en este día, se recoge el triple
encargo que Jesús deja a sus discípulos (Mt 28,16-20):
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Él los envía para que, apoyados en su poder, vayan por el mundo con una misión
universal: la de hacer discípulos a todos los pueblos.
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Junto al anuncio de la salvación han de recordar la misión de bautizar a las gentes en el nombre del Padre, y del
Hijo y del Espiritu Santo.
•
Y finalmente han de enseñar a todos los hombres a guardar los mandamientos que
Jesús les ha dejado.
La
Ascensión de Jesús a los cielos pone en marcha a la Iglesia para que anuncie el
evangelio a todas las gentes.
PRESENCIA
Y COMPAÑÍA
La
triple tarea que Jesús deja a sus discípulos no habría de ser fácil. Sin
embargo, el Señor promete a los suyos que él los acompañará a lo largo de los
tiempos. Esa certeza alentará a todos los evangelizadores:
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“Yo estoy con vosotros”. Ya antes de su nacimiento, Jesús había sido anunciado
por el ángel como el Emmanuel, es
decir, el “Dios con nosotros”. Al final de su camino terreno, él se ha atribuido finalmente ese nombre. Y
nosotros creemos en la sinceridad de su promesa.
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“Todos los días”. Nos alegra pensar que Dios está con nosotros en los momentos
de triunfo y así lo celebran los que creen en él. Pero él también nos acompaña
en los dias de tormenta y de hospital, en las noches de pandemia y de soledad.
•
“Hasta el fin del mundo”. No podemos creernos los primeros cristianos. Pero
tampoco seremos los últimos. Las dos tentaciones son igualmente peligrosas.
Somos un sencillo eslabón en la cadena de los que creen, esperan y aman.
Vivimos recordando el pasado y acordando la paz para el futuro, pero
siempre bien atentos al presente.
- Señor
Jesús, tú nos has confiado el alto honor y la gran responsabilidad de anunciar
el evangelio a todas las gentes. Te rogamos que nos concedas luz para conocerlo
y valentía para anunciarlo con alegría. Confiamos en tu presencia y compañía.
Amén.
José-Román
Flecha Andrés