FIESTA
DE LA ASCENSION DEL SEÑOR
PARROQUIA
NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
ASUME
PADRE OMAR REY
Transmitida
por Facebook
Diócesis
Avellaneda Lanús sitio oficial
Queridos sacerdotes que
han venido a concelebrar, agradezco la presencia de ustedes.
Querido padre Fernando
Abraham, que fue párroco de esta comunidad de tantos años, agradezco tu
presencia. A los demás sacerdotes, diácono y a cada uno de ustedes, que están
en esa celebración virtualmente, agradezco su oración y su presencia.
En esta Fiesta que estamos
celebrando, la Ascensión del Señor, se entiende este misterio en todo el camino
pascual de Jesucristo. Este misterio se expresa en la encarnación del verbo en
el seno virginal de María, donde el Verdadero Dios y Verdadero Hombre, esta
única realidad, siendo Dios y siendo Hombre, es enviado por el Padre, para
cumplir su voluntad. Vino a salvarnos, vino a cargar sobre sí el pecado del
mundo sobre sus espaldas; Él dijo “nadie me quita la vida, sino que libremente
la doy”, y acepta el sacrificio. Este sacrificio divino, redentor, muriendo
resucita y resucitando asciende al Padre. Definió la historia, la definió
porque es Dios pero también porque se hizo Hombre y dió
un mensaje único, inédito, original a la humanidad para que lo entendamos. Pero
no nos quitó la libertad.
Hay gente que se da
cuenta y acepta, hay gente que no lo acepta y que vive distinto, vive en la
mentira, vive en la injusticia y vive burlándose de los demás, allá ellos, se
lo pierden. Dios respeta la libertad personal de cada uno de nosotros. Y la
libertad tiene un límite: la verdad. Es
así que nosotros cristianos, nosotros católicos, hijos de Dios e hijos de la
Iglesia, tenemos que darnos cuenta que el Señor ya definió todo, que se va al
Padre, con el Padre nos va a enviar al Espíritu Santo que nos volverá a
enseñar, a recordar, a confirmar, a estar con nosotros “hasta el final de los
tiempos”, no nos deja huérfanos. Por eso, no hay que estar mirando para arriba,
distraídamente, pisoteando a los que están al lado o a los que están abajo.
Siempre la fe creó
responsabilidad, creó cultura, respetó lo que tiene que respetar: la justicia;
la fe no hace desentendernos de las cosas humanas, la fe no hace desentendernos
del destino de los pueblos, la fe no hace desentendernos de la suerte de cada
uno y de todos nuestros hermanos.
Esta Fiesta de la
Ascensión, más que partida de Cristo resucitado y glorificado, es el inicio y
el volver a darnos cuenta que hemos recibido un mensaje y que tenemos una
misión que desarrollar. Esa misión se llama hacer presente a Cristo en el
corazón de los hombres. De allí que no tengamos derecho a perder el tiempo, a
dividirnos, a lamentarnos ni mirar para
otro lado.
La Iglesia está habitada
por el Espíritu Santo y los hombres somos su representante, pero ninguno de
nosotros agota la especie de esa realidad y todos tratamos de ser testigos del
Dios vivo en medio de la Iglesia.
Agradezco públicamente
al padre Fernando en todos estos años, algo más de treinta, que ha estado en
esta comunidad de Nuestra Señora del Rosario, pero los hombres pasamos y es
importante que pasemos ¿saben para qué?, para que se reconozca la presencia del
Señor. Nunca “en contra de” sino siempre a favor de las realidades que el Señor
nos permite vivir. El padre Fernando tiene otra misión, en otra comunidad y
también tiene que escuchar a Dios, responderle con fidelidad y generosidad.
En la Iglesia -como los
hijos con una madre- cada hijo es importante, si bien son distintos pero cada
uno vale, cada uno sirve, cada uno está presente. Como obispo de esta diócesis
Avellaneda Lanús, hoy pongo en posesión al padre Omar Rey que, curiosamente,
salió de esta comunidad -cuando era joven, no es que sea viejo pero hace tiempo
y allá a lo lejos él salió de esta comunidad- y vuelve hoy como párroco; por lo
tanto recíbanlo bien, las familias de este barrio, los peregrinos que venían
aquí, a Nuestra Señora del Rosario, ¡por favor no comparen! Cada uno es único y
distinto; una madre sabe perfectamente ese tema ¡cada hijo vale!
Una madre no compara,
ustedes no comparen. Vean la posibilidad de descubrir las bondades en cada uno
de ellos; déjense sorprender; caminen juntos; en la Iglesia hay que descubrir,
sorprenderse y de un modo creativo, no hay que copiar, no hay que comparar, no
hay que mensurar pues cada uno vale.
Queridos hermanos,
tenemos que tener encendido en nuestro corazón la fuerza del Espíritu. Es el
Señor que nos ha definido, que nos dice “¡no tengan miedo, yo estoy con ustedes
hasta el final de los tiempos, no los dejo huérfanos!”, pero por favor mejoremos
nuestra calidad humana.
Pasamos un tsunami con
este coronavirus; fuimos, somos y estaremos devastados por mucho tiempo; pero
sí debe haber una reacción de nuestra parte, no lugar al abatimiento, un lugar
a la depresión, no lugar al egoísmo, no lugar a la tristeza ni al miedo, pero
sí dar lugar a una vida más humana, más fraterna, más servicial, ¡más en
serio!, ¡más sincera!, ¡más justa y más verdadera! No tenemos derecho a perder
el tiempo porque el tiempo tiene valía. Cada uno será responsable ante Dios y
ante su conciencia de su respuesta, de su responsabilidad y de su actitud.
Que el Señor nos
confirme en esta seguridad, en esta certeza: que nos tenemos que tener miedo,
que Él venció al pecado y a la muerte.
¡Feliz Fiesta de la
Ascensión!
Gracias a cada uno de
ustedes queridos sacerdotes. Gracias a cada uno de ustedes queridos fieles.
Sigan trabajando y construyendo la Civilización del Amor. Que Dios siga
bendiciendo y que la Virgen los siga cuidando.
Que así sea.-