Confrontación
El ser humano se ve hoy fuertemente amenazado: El ethos
cultural, el ‘bulling’, la tecnología, el hábitat social, el medio ambiente, la
indiferencia, la frustración a todo nivel; todo esto contribuye a un estado de
zozobra, de angustia existencial. Pero
la más dura confrontación la sufre el ser humano ante sí mismo: Su imagen, su
carácter, su temperamento, su presente y su futuro. Es el desafío de su propia
personalidad en construcción.
Jesús fue confrontado varias veces por su familia, sus paisanos, la
religiosidad de su pueblo, sus jerarcas religiosos y políticos, sus discípulos,
Juan el Bautista. Su mera presencia era ya un signo de contradicción. Los
adversarios le ponían trampas. El mensaje que difundía a voces y entre amigos,
iba en contravía de todo lo que a su alrededor fungía como ortodoxo, legalista,
veedor del orden.
El bautismo de Jesús es la gran confrontación de su vida, misión y destino.
Un hombre simple que hace fila para participar del rito joánico
en el Jordán. De pronto se oye una voz del cielo: “Este es mi Hijo muy amado,
escúchenlo”. Es su consagración, la unción del Espíritu que lo lanza a la
universalidad y lo transforma en el “Enviado” para todos los pueblos con un
mensaje inédito de humanización, confraternización y convivialidad.
Pero la gran confrontación se da entre el bautismo de Jesús y nuestro
propio bautismo. Para Jesús el bautismo
constituye el inicio de su Misión. Para nosotros debería ser lo mismo. Sin
embargo, se da un abismo entre vida y fe, entre misión e indiferencia, entre
persona y comunidad, entre el ser ‘para’ y el ser ‘en’… para los demás y en sí
mismo. De una misión a la universalidad hemos pasado al individualismo más
reconcentrado.
Cochabamba 12.01.20
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com