No lo conocen
En el mundo de hoy reina el anonimato, nos desconocemos, no sabemos de los
demás, nos descalificamos, caminamos por senderos inéditos. En los edificios
viven gentes que se ignoran. La muchachada se queja de incomprensión. La base
ha perdido su confianza en sus dirigentes: Éstos desconocen sus problemas. La
realidad se nos volvió un misterio, mejor, no nos interesa la problemática
porque no nos interesan las soluciones.
El Evangelio habla de un ‘desconocido’. “Alguien que está en medio” y no lo
sabíamos o nos interesa desconocerlo. El mismo Juan, el Bautista, confiesa no
conocerlo. Sus dudas sobre el mismo Jesús, son desconcertantes. “Pregúntenle
quién es”, manda a sus discípulos para informarse bien. Su desconcierto lo
lleva hasta la tumba. Y el Jesús “desconocido” continúa en medio de su pueblo y
de nuestras conciencias.
En el contexto bíblico, ‘conocer’ es amar. Es que hemos perdido el sentido
del amor y por esto no nos interesa conocer y, menos a fondo. “Hermano
Almendro, ¡Háblame de Dios! Y el almendro se cubrió de flores” (N. Kazantzakis). Vivimos en el desierto de nuestras relaciones
humanas. Ni flores, ni calorcito sensible de la vida, con ausencia del sentido
profundo, en aislamiento y soledades acumuladas de tedio y ausencia de futuro.
Pienso que en cristiano, hemos jugado al Cristo ‘conocido’ y al Cristo
‘desconocido’. El error es creer que conocemos de verdad a Jesucristo y lo
hemos reducido a nuestra imaginación en devociones, estructuras, tradiciones.
El desafío es pasar al Cristo “desconocido”: Aquel que se nos revela más allá
de nuestra conformidad o mediocridad y nos plantea una radicalidad evangélica
que contagia, transforma nuestras vidas.
Cochabamba 19.01.20
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com