DECIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
(Año
Par. Ciclo A)
Lecturas bíblicas:
Abrimos nuestra Biblia y buscamos:
a.- Jr. 20,10-13: Libró la vida del pobre de manos de los
impíos.
b.- Rm.5,12-15: El don no se puede comparar con la caída.
c.- Mt. 10,26-33: No tengáis miedo a los que matan el
cuerpo.
Esquema
1.-
Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore en nosotros: Ven
Espíritu Santo…
2.-
Acto Penitencial: Pedimos perdón al Señor, antes de escuchar su Palabra, de
todo lo que nos ha impedido orar durante esta semana. Perdón Señor….
3.- Oración
colecta: Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo
nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido
fundamento de tu amor.
4.-
Lectio divina:
a.- ¿Qué dice el texto?
Leemos el Evangelio del próximo domingo.
- No les tengáis miedo” (v.26). El
evangelio nos presenta los motivos que los apóstoles deben tener en cuenta para
no temer a los hombres en el ejercicio de su ministerio apostólico de cara al
Padre. El testimonio que puedan dar los discípulos es querido por el Padre. Los
principios del Reino, predicado por Jesús, son humildes, lo dicho en las casas
y plazas, por ahora oculto, al mundo, se revelará gloriosamente (cfr.
Mt.12,17-21). En este momento, Jesús habla a un pueblo humilde, los apóstoles
en el futuro hablarán a plena luz a todas las naciones (vv. 26-27; cfr.Lc.12,
2-3; Mc.1,34). El evangelio nos enseña a no temer a los hombres, sólo a Dios
podemos temer entendiendo por ello respeto, reverencia. Se nos exhorta a la
prudencia de valorar el conocimiento del adversario, el juicio que podamos
hacer de él y por otro, la resistencia en la tribulación. La fe expulsa al
temor, saber que sufrimos el mismo
destino de Jesús, es fuerza y valor con el que debemos contar. Lo oculto
se revelará gloriosamente; Jesús es el humilde Siervo de Yahvé, el Hijo del
hombre, la esperanza de las naciones (cfr. Mt. 12, 17-21). La Buena Nueva es
anunciada por el testimonio de los apóstoles, e incluso, si los rechazan a
ellos igual brillará en el futuro. El
poder humano sólo puede afectar esta vida, no hay poder terreno que pueda destruir el valor que encierra la
esperanza de alcanzar la vida eterna.
- “No temáis a los que matan el cuerpo” (v.28).
Un segundo motivo, es que hay que temer más a Dios que a los hombres, porque
puede mandar cuerpo y alma a la gehena. Acabar con la vida del ser humano no
significa destruir su vida eterna. Sólo Dios, tiene poder para decidir sobre la
vida y la muerte, la gloria o la perdición eterna. Sólo desde su omnipotencia,
se advierte su paternidad. Temer a Dios es entregarle todos nuestros temores a
Él, lo que fecunda es libertad en quien se descubre criatura e hijo de Dios. Si
ese temor queda en el hombre se cubre de miedo, que puede terminar por expulsar
el don de la fe y la confianza. Sólo ésta no corroe el alma, al contrario, la
sana y hace del amor una realidad fuerte e invencible.
- “No se venden dos pajarillos…” (v.29).
Un tercer motivo es la Providencia del Padre que, si se preocupa de cuidar las
aves del cielo, cuánto más cuidará de los enviados de su Hijo (v. 29). Si Dios,
en su Providencia admirable, se
preocupa de todas sus criaturas, como las aves del cielo, cuánto más se
preocupará de sus hijos los hombres.
- “Por todo aquel que se declare por mi ante los hombres…”
(v. 32). Finalmente, el último motivo para no temer a
los hombres es: si reconocemos al Hijo
en esta vida, también ÉL nos reconocerá el día del Juicio (v.33; cfr.
Hch.7,56). Lo que nos encomienda el Señor Jesús a cada uno es
responsabilizarnos de la comunión que tengamos con ÉL, y el testimonio que demos
en esta vida porque repercute en nuestro destino eterno. En todo momento el
cristiano debe confesar su fe en Cristo
Jesús, en tiempos de paz, pero también, ante el tribunal, cuando acecha la persecución, con lo que se asegura un juicio
benigno al final de sus días, porque el
mismo Jesús estará presente, intercediendo por él ante el Padre como
abogado y defensor. Distinta suerte tendrá el hombre que niega a Cristo en la
tierra, porque no será defendido por
este Abogado y podrá escuchar las palabras terribles de rechazo como agente de
iniquidad (Mt. 7, 23; 25,41). Lo más
importante, es la tarea que nos
encomienda el Señor Jesús a cada uno es responsabilizarnos de la actitud que tengamos con ÉL, y sólo con Él,
en esta vida porque nuestro destino eterno, es la visión beatífica.
b.- Meditación. ¿Qué me dice? - ¿Qué palabra o hecho de este
evangelio me habla al corazón? Escoge tu texto o versículo y da razón de tu
elección.
- “No
tengáis miedo” (vv.26.28.31). La gran invitación es a confiar en el Señor y su
palabra; en su poder salvador.
- “No
pueden matar el alma.” (v.28). La muerte no toca la vida del Dios Padre Eterno,
que hay en el alma del cristiano.
-
Otros testimonios…
c.- Oración. ¿Qué le digo al Señor
a propósito de este texto? Escoge una palabra con la que inicias tu oración
personal.
- “Decidlo
vosotros a la luz” (v.27). Señor Jesús, enséñame a comunicar tu evangelio en
todo momento, sobre todo en los momentos de confusión. Te lo pido Señor.
-
“Valéis mucho más que muchos pajarillos” (v.31). Señor Jesús, que aprecie mi
vida como la de los demás, como participación en tu propia vida divina. Te lo
pido Señor.
5.- Relectura bíblica que hace S. Juan de la Cruz de este
pasaje evangélico. S. Juan de la Cruz nos enseña
que sin el amor divino no podemos evangelizar a nadie: “Porque siente el alma allí como un grano de mostaza muy mínimo,
vivísimo y encendidísimo, el cual de sí envía en la circunferencia vivo y
encendido fuego de amor. Y lo que aquí goza el alma no hay más decir, sino que
allí siente cuán bien comparado está en el Evangelio (Mt 13, 31-32) el reino de
los cielos al grano de mostaza, que, por su gran calor, aunque tan pequeño,
crece en árbol grande; pues que el alma se ve hecha como un inmenso fuego de
amor que nace de aquel punto encendido del corazón del espíritu.” (Llama de
amor viva B 2,10-11).
6.- Adoración y Alabanza. Te
alabamos Señor.
- Te
alabamos Padre, por tu Hijo que nos da valor para anunciar el Evangelio. Te
alabamos Señor.
- Te
alabamos Padre, por hacernos hijos tuyos en tu único Hijo, te alabamos Señor.
- Te
alabamos Padre desde todos los agentes pastorales, desde ellos y con ellos te
alabamos Señor.
- Te
alabamos Padre desde todo el personal de especial consagración, religiosos y
religiosas, desde ellos y con ellos, te alabamos Señor.
-
Otras alabanzas…
7.- Preces: Te lo pedimos Señor.
- Te
pedimos Padre, por las intenciones del Papa, nuestro Obispo y agentes
pastorales que anuncian tu evangelio. Te lo pedio Señor.
- Te
pedimos Padre, por la Iglesia universal y diocesana para su evangelización
alcance a todos los hombres. Te lo pido Señor.
- Te
pedimos Padre, tener valor y fortaleza para anunciar el Evangelio frete a las
dificultades que se presentan. Te lo pido Señor.
- Te
pedimos Padre, por todos los enfermos para que unidos a Cristo paciente,
contribuyan con su oración a la evangelización de otros que sufren como ellos
sin esperanza. Te lo pido Señor.
-
Otras preces…
8.- Padre Nuestro.
9.- Abrazo de la paz.
10.- Bendición final.
En el
rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no
ordenado, se dice:
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R.
Amén.
S.
Juan de la Cruz nos exhorta: “Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad
orando y abriros contemplando” (D 162).
P.
Julio González C.
Pastoral
de Espiritualidad Carmelitana.