HOMILÍA
DOMINGO XIII TIEMPO ORDINARIO CICLO A
SEGURIDADES
EXTERNAS Y ESTABILIDAD INTERNA
A medida no
que pasa sino que sigue la pandemia en que nos tiene el virus, van cayendo
todas las seguridades externas a las que habíamos confiado nuestra vida, la
economía, el empleo, el estudio, el tortuoso camino de salir de la pobreza, los
ahorros, y los pobres el miedo de caer en la miseria; y a otros, así sean
pocos, la codicia de conseguir más dinero para vivir de las ganancias, ojalá no
tuviéramos que mencionar a los que mata la avaricia del dinero a cualquier
precio. Lo poco que tengamos de estabilidad interna puede también entrar en
crisis, lo que sería lo peor que nos pudiera ocurrir. Apenas ahora estamos
cayendo en cuenta que el descuido de nuestra vida interior, es el descuido de
la vida de los demás, sobre todo de los pobres. Si la estabilidad externa va
desapareciendo porque nos la arrebató un virus y sepultó una pandemia; es para
que la gente razonable y creyente se oriente como camino de salida hacia la
estabilidad interna, la espiritualidad de los valores humanos, la sensatez del
dinero como medio y la solidaridad menos de familia o amistad, que se supone,
sino la solidaridad con los más vulnerables quienes no han tenido o han perdido
la posibilidad de un empleo para producir, o de estudiar que es la manera más
digna de salir de la pobreza. La Palabra de Dios, en la liturgia de hoy nos
acerca a varias formas de solidaridad, para abrir nuestro corazón y nuestra
razón a querer e imaginar muchas otras.
En una de las
tantas pasadas por Suman el profeta Eliseo fue invitado a cenar con una familia
quien le ofreció además una cuarto para hospedarse cuando estuviera de paso por
la ciudad. Eliseo le preguntó a su secretario Güeñas, ¿que pudiéramos hacer por
esta familia por su amable acogida y solidaridad? No sé, respondió el
acompañante porque la pareja ya es muy anciana y no necesita de muchas cosas.
“Al otro día para despedirse Eliseo le dijo a la señora: El año entrante por
esta época tendrás un hijo en tus brazos” (primera lectura). La solidaridad de
una familia fue respondida con el don de la vida. Siempre Dios responde a la
solidaridad con algo que mejore la vida de la familia y la sociedad! No será que el lugar de donde parte la solidaridad es la
familia y si no es la familia la primera escuela de solidaridad el resultado es
una sociedad egoísta. ¡Las nuestras eran solidarias
¿qué pasó? ¿Tendrá esto algo que ver con las seguridades externas que se nos
están desmoronando y la estabilidad interna que necesitamos reconstruir a
partir de la solidaridad?!
El valor de
la hospitalidad se acabó en manos de quienes buscando la intimidad quedaron al
borde de una la soledad muy costosa, con el valor agregado del pago del hotel
para el huésped “porque allí estará mejor atendido… los pobres no juegan con
tantos malabares de egoísmo, sino que dicen: “sígase que esta es su casa, y lo
llevan hasta la cocina.
Jesús en el
evangelio, aparece como una buena noticia para los pobres; y mala noticia para
quienes su vida esta dominada orientada por el
dinero, raíz del egoísmo. Jesús nunca se interesó por los pobres sino por los
valores que tenían; porque con esos valores era posible destruir el mal del
poder que da la codicia insensata que engendra el dinero.
La
hospitalidad para Jesús era con el fin empezar a reconstruir desde el interior
de las personas e instituciones, la vida huma destruida por las seguridades
externas, hoy en crisis. La parábola de Jesús al final del evangelio es una
síntesis perfecta:” el que dé de beber, aunque sea solo un vaso de agua fresca,
a uno de estos pequeños (se refiere a los pobres) por ser discípulo mío, yo les
aseguro que no perderá su recompensa” (evangelio).
Pablo a todo
lo anterior, primera lectura y evangelio lo llama “Nueva vida” para
distinguirlas de las seguridades externas que se nos están acabando y hasta
arruinando. Cuando en la carta a los romanos Pablo está hablando de una “nueva
vida” se está refiriendo a su experiencia de damasco donde y cuando él se
sintió renovado por la acción transformadora del Resucitado, Espíritu Santo.
“Por medio del bautismo, también nosotros, hemos sido sepultados con Él en su
muerte. (El crucificado fue Jesús no pablo, ni nosotros porque nuestra
crucifixión es interior; por ejemplo al morir al egoísmo se renace a la
solidaridad, como signo de la resurrección de Jesús) “Así también nosotros
llevemos una vida nueva”, la solidaridad. “Despójense de su vida anterior, el
hombre viejo, lleno de seguridades externas, conviértanse al hombre nuevo,
creado por el Espíritu en el bautismo para ser más disponibles al servicio
solidario a los hermanos, con preferencia del sentimiento de Jesús, los pobres.
No hay prueba de amor más grande que ser solidario.